Me encontraba cómodo en mi cama durmiendo—es invierno y es cuando uno duerme mejor, gracias al abrigo de las mantas—, casi siempre lo hago boca abajo, o de costado, pero esa noche no sé por qué me encontraba boca arriba.
En la madrugada, un sonido fuerte hizo que despertara, abriendo los ojos, pero no podía moverme, empecé a desesperarme, quise gritar a mi madre para que me ayudase, pero por más que intente hacerlo, fue imposible, el pánico se apodero de mi mente, sentía que me asfixiaba, mi cuerpo humedecido por sudor, tenía mucha presión sobre el pecho, hasta que por fin pude moverme, me encontraba agitado pero aliviado, suspiré muchas veces, que tranquilidad tenía en ese momento.
Estaba por intentar dormir, cuando escuche el mismo sonido fuerte, alguien estaba golpeando la pared, venía del pasillo, afuera de mi cuarto, ¿alguien entro a robar?, me levanté despacio de la cama. Era extraño, iba a tomar mi celular para usar la linterna, pero me di cuenta que, a pesar de ser de la oscuridad de la noche, podía ver claramente, en tonos grises, pero podía ver con nitidez.
—¿mamá eres tú? —abrí la puerta de mi habitación, observé el pasillo, y no vi a nadie.
De pronto, otra vez un ruido, ahora era diferente, parecía como si alguien estuviera rasgando con sus uñas algún objeto de metal, provenía de abajo. Con lo que me sucedió antes, empecé a sentir miedo, así que fui en busca de mi madre, quizá era ella quien estaba haciendo ruido. Me dirigí a su habitación, y toque.
—ma, ¿estas ahí? —seguí tocando.
Al insistir, sin obtener respuesta alguna de parte de mi madre, quise abrir la puerta, pero no podía hacerlo, la perilla estaba demasiado firme—¿Qué mierda pasa? —pensé, enseguida golpeé la puerta con más fuerza y gritando a mi madre para que me respondiera, pero nada, el sonido era más constante ahora, me ponía muy nervioso.
Fui a ver a mi hermano pequeño a su cuarto, pero sucedió lo mismo, toqué y volví a tocar muchas veces, gritando su nombre, intenté abrir la puerta, pero esta tampoco se podía abrir—¿me estaba volviendo loco?, esto parece una pesadilla—el sonido era muy intenso, no quería bajar, pero sin tener otra opción, fui hacia las escaleras y bajé despacio.
—¡ma!, ¡no es gracioso!, ¿eres tú? —llegue al final de las escaleras, y el sonido cesó.
Avancé hacía la cocina, de donde se producía el sonido, solo observé una olla en medio del suelo, al revisarla tenia marcas, empecé a cuestionarme, no entendía nada. Luego me asustaron unos ladridos de un perro, eran muy fuertes, y se escuchaban muy cerca, pero en mi casa no hay perro. Corrí a la sala, y los ladridos pararon. Me encontraba aterrorizado, mi cuerpo no paraba de temblar, sudaba como si hubiera corrido una maratón, de pronto, escuche como la puerta de mi cuarto se cerró con fuerza.
Subí las escaleras como loco, me detuve en la puerta, y escuche a alguien adentro exhalando con fuerza, tenía mucho miedo, acerque mi mano a la perilla de mi puerta y pude abrirla. Me quedé petrificado, observando una sombra enorme, encorvada, sin rostro, encima de mi cama, ¡encima de mí!, ¿Cómo era posible?, si yo estoy aquí, ¿acaso era eso lo que impedía que me moviera?
Esa cosa giró a observarme, del horror no pude moverme, era espantosa, tenía manos resecas y uñas en forma de garras, pero no podía ver su rostro, la oscuridad en eso era demasiada; en menos de un segundo, y sin poder reaccionar vino hacía mí. Creo que me desmaye del susto.
Desde esa noche, ya no duermo boca arriba, ni siquiera puedo dormir bien, no sé qué ocurrió, pero no quiero que vuelva a pasar, tengo mucho miedo, esa cosa no era humana, y eso no es todo, cuando entre a bañarme, tenía una marca en el pecho, como un corte, pasan los días, pero sigue igual, como un tatuaje, un recordatorio de aquello que sucedió.