Charly siempre había sido un chico con una gran sonrisa en la cara. Era su mayor característica. No parecía haber malos días para él y si los había, era un tipo capaz de mandarlos al demonio y no dejar que se notaran. Pero a la luz de aquel crepúsculo que pintaba de un color luminoso los rostros de los chicos, se veía solemne, castigado, como si interiormente hubiese sufrido una conmoción. Los datos que había podido recoger Esteven, en dos horas de señal que había tenido el celular de Rebeca, habían asombrado de tal manera a quien los investigaba, que hubiera preferido callarlos. Si eran peores las noticias de Charly, tenía pensado maquillar la información, o por lo menos entregarla en pequeñas dosis, para que no cundiera el pánico. Ambos eran portadores de una información que alteraba los planes de todos.
Todos sintieron un malestar…
-¡Burócratas! – dijo Guajiro.
Ñato bajó los hombros y pensó en Chila y Gori. No extrañaba tanto a sus padres como a ellos. El día anterior habían podido hablar por teléfono dos minutos. Apresurando las palabras ella le había dicho que lo extrañaba y que si no se presentaba al día siguiente, lloviera, tronara o relampagueara, ella se conseguiría otro… y había puesto al teléfono, rápidamente, a Gori, que al escuchar su voz se había agitado y movido la cabeza en todas la direcciones y finalmente ladrado… Gori era un perrito criollo de pelambre blanco con puntitos negros. Aquello Le habían hecho saltar las lágrimas al final de la conversación y como si sintiese vergüenza de ello, se las había secado bruscamente y mirado alrededor para asegurarse de que nadie le veía. Ahora con esta contrariedad apretaba sus dientes. En general todo en la vida le había salido bien y había pisado terrenos conocidos. Pero esta vez parecía que algo desconocido empezaba a manejar temporalmente su vida.
Benjamín no lo decía abiertamente. Era un hombre de monólogos fuertes, y quien pudiera leer sus facciones podría fácilmente descubrir sus emociones. Se había puesto rollizo de la ira. “Este maldito país… “ se había dicho inicialmente. A medida que fue encontrando respuestas se dijo : “Este maldito mundo…” Cuando hubo más información dijo: “Estos malditos chinos...” Guajiro daba vueltas en torno al grupo, casi sin escuchar. Esteven se encargaba de dar otro golpe terrible y lo hacía en voz muy alta, como diciendo un discurso político:
Hubo un corto silencio. Los sonidos del mar y de la playa se adentraban lentamente. El crepúsculo que había sido rojo, bermellón y amarillo se ponía azuloso y plomizo.
Charly tomó la vocería.
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Editado: 03.07.2022