Terrores en las Sombras de Montevideo

Ciudad Vieja

En las calles empedradas de Montevideo, una misteriosa leyenda se susurraba entre los habitantes de la ciudad. Se decía que cada noche, en las profundidades de la vieja Ciudad Vieja, un espectro aterrador acechaba a aquellos que se aventuraban a caminar por sus solitarias calles. Los relatos hablaban de sombras alargadas y de susurros siniestros que helaban la sangre.

Una noche, María, una joven valiente y curiosa, decidió explorar por sí misma la veracidad de estas historias. Armada con su linterna y su cámara, se adentró en la oscuridad de la Ciudad Vieja, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

A medida que avanzaba por las calles desiertas, María empezó a sentir una extraña presencia a su alrededor. Los edificios antiguos parecían susurrarle secretos oscuros, y las sombras se movían de manera inquietante. Pero ella no se dejó intimidar, manteniendo su determinación.

De repente, escuchó un ruido proveniente de una calle lateral y decidió seguirlo. Al doblar la esquina, se encontró con una sombra alta y encapuchada. El corazón de María se detuvo por un instante, pero luego se dio cuenta de que era solo un mendigo que buscaba refugio en la oscuridad de la noche. Suspiró aliviada y decidió ofrecerle algo de comida.

Sin embargo, cuando se acercó al mendigo, este levantó la cabeza lentamente revelando unos ojos brillantes y una sonrisa siniestra. María retrocedió, pero ya era demasiado tarde. El mendigo se abalanzó sobre ella, envolviéndola en una nube de oscuridad.

Cuando María recobró el conocimiento, se encontró encerrada en una antigua mansión abandonada. Las paredes estaban cubiertas de polvo y telarañas, y el aire era pesado y opresivo. María comprendió que había caído en las garras del terror que acechaba en Montevideo.

Durante días, María luchó por escapar de la mansión, enfrentándose a puertas cerradas y pasadizos oscuros. Cada vez que se acercaba a la salida, una fuerza misteriosa la arrastraba de vuelta al interior, donde los susurros y las sombras la atormentaban.

Finalmente, después de un último y desesperado intento, María logró liberarse de la mansión. Corrió por las calles de Montevideo, sintiendo el alivio de la libertad mientras dejaba atrás aquel lugar macabro.

Desde entonces, María nunca volvió a adentrarse en la Ciudad Vieja, pero sus pesadillas persistieron. Recuerdos de sombras y susurros la persiguieron en sus sueños, recordándole que el terror de Montevideo nunca la abandonaría por completo.

 




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