Terrores en las Sombras de Montevideo

El Espejo Embrujado de la Rambla

En la oscura Rambla de Montevideo, donde el sonido de las olas chocando contra las rocas era la única sinfonía nocturna, se alzaba un viejo café de aspecto decadente. La fachada desgastada y las luces tenues daban al lugar un aire de misterio. Pero lo que intrigaba a aquellos que se aventuraban más allá de la puerta chirriante no era solo la apariencia del café, sino el antiguo espejo que colgaba en la pared más alejada.

El espejo, un relicario de la época pasada, estaba adornado con un marco de madera tallada que parecía retener susurros de tiempos olvidados. Los locales evitaban mirarse en él durante demasiado tiempo, como si temieran que el reflejo en el cristal pudiera revelar algo más que sus propias imágenes.

Una noche, un joven curioso llamado Martín, atraído por las historias susurradas en las calles, decidió explorar el café. Se sentó solo frente al espejo, con la intención de desentrañar el misterio que rodeaba a ese antiguo artefacto.

A medida que la medianoche se aproximaba, el reflejo en el espejo empezó a distorsionarse. La figura de Martín comenzó a desvanecerse, dejando en su lugar una sombra oscura que se retorcía como una danza macabra. Las luces parpadeaban y el aire se llenó de un escalofriante murmullo.

Martín intentó levantarse, pero su cuerpo parecía estar pegado al asiento. Sus ojos reflejaban pavor mientras observaba cómo la sombra en el espejo tomaba una forma más definida. Era como si una presencia maligna hubiera encontrado una puerta hacia el mundo tangible a través del reflejo.

El joven, luchando contra una fuerza invisible, sintió cómo su propia sombra se separaba de él y se unía a la figura en el espejo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal cuando se dio cuenta de que ahora, el espejo no solo reflejaba, sino que absorbía la esencia de quienes se atrevían a mirarlo por demasiado tiempo.

Desde esa noche, el café en la Rambla se volvió aún más solitario. Los lugareños hablaban de Martín como si se hubiera desvanecido en las sombras del espejo embrujado. El espejo, con su marco tallado y su capacidad para robar almas, permaneció como un testigo silencioso en el oscuro rincón del café, esperando la próxima víctima que osara desafiar su maleficio.




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