En los rincones más recónditos de Montevideo, donde las calles empedradas guardan los susurros del tiempo, se encuentra un lugar especial: la antigua Casa de las Mariposas. Esta mansión, envuelta en un halo de misterio, yace en el Barrio Palermo, donde la decadencia se mezcla con la historia y la oscuridad se cierne sobre sus paredes.
Una noche, Clara, una intrépida periodista en busca de lo sobrenatural, decidió explorar la Casa de las Mariposas, atraída por las leyendas que envolvían sus muros. Armada con una linterna y su valentía, traspasó la puerta que crujía como un lamento olvidado.
Al entrar, la mansión la recibió con un frío que traspasaba los huesos. Las mariposas talladas en la madera de las ventanas parecían cobrar vida en la penumbra, sus alas susurrando secretos que solo el viento podía comprender. Clara avanzó por los pasillos, sintiendo la presión de miradas invisibles que la observaban desde las sombras.
Llegó a una habitación tapizada con telas desgarradas y muebles cubiertos por sábanas polvorientas. Un espejo antiguo en la esquina reflejaba destellos tenues de una luz que no tenía origen aparente. Al mirarse en el espejo, Clara vio brevemente la figura de una mujer, de ojos vacíos, antes de que la imagen se desvaneciera como humo.
El reloj en la sala dio la medianoche, y la mansión cobró vida. Luces parpadeantes iluminaron el pasillo, y risas infantiles resonaron en el aire. Clara se estremeció al ver sombras danzantes que se contorneaban en un baile macabro. Las mariposas talladas se desprendieron de las ventanas y flotaron en el aire como espíritus inquietos.
De repente, una voz susurrante llenó la habitación, contando la historia trágica de la familia que alguna vez habitó la Casa de las Mariposas. Amores no correspondidos, tragedias sin resolver, todos encerrados en ese lugar especial de Montevideo. Clara se sintió envuelta por un aura de melancolía y desesperación que emana de las paredes mismas.
El miedo se apoderó de Clara cuando las mariposas se abalanzaron sobre ella, sus alas tocando su piel como gélidos suspiros. Intentó huir, pero las puertas se cerraron con violencia, dejándola atrapada en el rincón especial de Montevideo donde los susurros del pasado no descansan.
La mañana siguiente, los lugareños encontraron la Casa de las Mariposas en silencio, como si el tumulto de la noche anterior hubiera sido solo un sueño. Pero Clara, marcada por la experiencia, se preguntó si había desentrañado la verdad o si había quedado atrapada en la trama de una pesadilla que la Casa de las Mariposas tejía con hilos invisibles.
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Editado: 28.12.2023