En una noche de luna llena en Montevideo, Martín, el intrépido escritor, decidió explorar la tenebrosa mansión abandonada del Barrio Sur. El crujir de las puertas oxidadas y el eco de sus propios pasos resonaban en la oscuridad. La mansión parecía tener vida propia, susurrando secretos olvidados y promesas rotas.
Al llegar al segundo piso, una luz débil titilaba desde una habitación entreabierta. Con el corazón acelerado, Martín empujó la puerta y se encontró con la visión espeluznante de la novia fantasma. La habitación estaba impregnada de un frío sobrenatural, y el aire estaba cargado de una energía que parecía absorber la luz.
Los ojos sin vida de la novia se clavaron en Martín, penetrándolo con una tristeza eterna. Su vestido blanco estaba manchado de sangre invisible, y su presencia desataba un viento gélido que cortaba hasta los huesos. El escritor intentó retroceder, pero algo lo mantenía paralizado en el umbral de la habitación.
La novia, con susurros ininteligibles, desenterró los detalles más oscuros de su tragedia. Historias de traición, desesperación y un amor perdido se entrelazaban en un relato de dolor que penetraba en la mente de Martín. La habitación se llenó con sombras danzantes y susurros de lamentos inaudibles.
De repente, la novia se movió con rapidez sobrenatural, su rostro distorsionándose en una máscara grotesca de furia. El ambiente se volvió aún más opresivo, como si la ira de la novia resonara en cada rincón de la mansión. Martín sintió una mano helada en su hombro, y al girarse, se encontró con la mirada vacía de la novia, ahora a centímetros de su rostro.
En un susurro helado, la novia pronunció su deseo de venganza, y un escalofriante viento nocturno sopló a través de la habitación, apagando la luz que titilaba. La oscuridad envolvió a Martín mientras la risa melancólica de la novia resonaba en su mente.
Desesperado, Martín corrió por los pasillos interminables, pero la mansión parecía un laberinto que cambiaba constantemente. Voces susurrantes y sombras retorcidas lo perseguían, mezclándose con los sollozos de la novia. Finalmente, llegó a la entrada, pero antes de salir, una mano helada agarró su brazo, deteniéndolo.
La novia, con un susurro penetrante, le advirtió que su historia nunca podría ser contada sin consecuencias. Martín se liberó de su agarre con un grito, saliendo de la mansión para encontrarse solo en la noche escalofriante de Montevideo. La leyenda de la novia fantasma se había apoderado de él, y el miedo se aferró a su alma, recordándole que algunos secretos deben permanecer sepultados en la oscuridad eterna.
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Editado: 28.12.2023