Tessa Scott.

Mit dir.

Mit dir.

El dolor de cabeza fue lo que me despertó. Me pegue a lo único caliente que había en la cama, se removió un poco y luego sobo mi espalda. Me comenzó a dar besos en la cabeza y frente hasta que me digne a abrir los ojos.

 

La luz de la ventana me cegó por un momento. Mire la habitación y estaba como el día anterior, solamente el pequeño, o gran, detalle que tenía a Ares dándome besos en la cien. 

 

- Buenos días, ¿dormiste bien?

- Buenos días, sí, solo el dolor de cabeza me despertó.

- Bajemos para buscar algo de desayunar y unas pastillas.

 

Me dio unos pantalones de lana para que me los  pusiera, él se puso unos también y me dio unas calcetas. Agarré mi celular y traté de no tropezar con las botellas.

 

Bajamos las escaleras y con cuidado de no hacer mucho ruido entramos a la cocina, me hizo sentar en la silla de la isla y me dio unas pastillas con un vaso de agua. Mientras terminaba mi vaso, Ares me preparaba mi desayuno, un emparedado con café.

 

- Buenos días chicos. -dijo Atlas, detrás de él venía Hater con el pelo enmarañado.

- Buenos días. -dijimos Ares y yo.

 

Cuando todos terminamos de desayunar, nos fuimos. Conseguí encontrar el saco de Hater por lo que ella y yo nos subimos con la ropa de la fiesta y zapatillas en mano. Atlas fue el que nos llevó a nuestro departamento.

 

- ¿Quieres ir a mi departamento? Hades está en servicio.

- Sí, sólo tengo que ir por mi ropa al departamento de Hater. -dije dandole un beso.

- Te acompaño.

 

Entré al departamento de Hater mientras Ares y Atlas hablaban fuera, busqué mi ropa y mi bolsa, le di su saco y al salir me despedí de Atlas. Ares y yo bajamos a su departamento y entramos, deje la bolsa en el perchero y mi ropa en su cuarto.

 

Estaba por acostarme cuando me comenzó a besar.

 

- Pienso pasar el resto del día que nos queda fuera de la central  juntos y nada me lo impedirá.

- Por mi no hay problema.

- Contigo, quiero todo. -dijo besándome un poco más rudo que antes.- Quiero saber lo que es llegar del trabajo y tener a alguien que me espera para dormir o a quien platicarle mi dia y que me entienda. No quiero perderme nada.

 

Ares tenía esa necesidad de tener a alguien. Y no como un objeto. Sino como un apoyo. Siempre fueron sus padres, Hades y él, luego fue Hades y él, Ares vive con el miedo de dejar a alguien esperando.

 

Yo lo tuve y lo tengo. Dejar a mis padres llorando. Sufriendo mi pérdida. O a Raquel y Mauricio.

 

Los tres teníamos miedo de un día tener que dar la noticia de la muerte de alguno de los tres. De darle explicaciones a los padres del porqué su hijo o hija no llegó a casa.

 

Ares tiene a alguien que llora su pérdida, su hermano, mientras que yo no tendré a nadie que llore la mía. Hater, Atlas, Eytam, Hades y Ares eran los únicos que me atrevería a decir son los que pudieran llorar mi pérdida. Chris, Benson, Peter y Dave, no la llorarían, su forma de ser no se lo permite, pero pudieran sentir el vacío de mi presencia.

 

Es la línea que muchos guardias de distritos no quieren cruzar. Una vez que logras salir del distrito por nada del mundo quieres seguir arriesgando tu vida, pocos son los que seguimos en esto. No he escuchado de muchos guardias de distrito estar como soldados, sargentos, tenientes y mucho menos capitanes, coroneles o generales.

 

- ¿Lo quieres tú también, Tessa? -dijo besando mi cuello.- ¿Quieres experimentar todo eso junto a mi?

- Sí.

- Podemos hacer esto juntos. Vivir todas estas experiencias que nos da miedo vivir.

- ¿Conmigo no tendrás miedo?

- Contigo no tendré miedo nunca. Lo dijiste tú. Calidad antes que cantidad.

 

Con un poco de fuerza lo empuje dejándolo de espalda a su cama. Me subí a su abdomen mientras lo besaba. Me quito la camiseta que traía y apretó mis caderas.

 

Subí sus manos recorriendo mi cintura y la orilla de mi pecho, se levantó quedando sentado en la cama y me besó en el cuello.

 

- Quítate el sostén, lentamente. -dijo susurrándome al oído.

- Lo que mi capitán diga.

 

Con cuidado de no rozar mucho el tatuaje de mi espalda me quité lentamente el sostén, mis pechos eran de un buen tamaño para mi. Eran de un tamaño mediano por lo que podía vivir en paz.

 

A Ares también pareció gustarle, porque los ojos se le iluminaron, beso mis clavículas y fue bajando hasta poder besar mis pechos. Con su lengua jugaba en mi pezon.

 

Él se quitó la camiseta y el pantalón por lo que quedó en boxers y a mi me hizo quedar solamente en bragas. Mi cuerpo reaccionó automáticamente, mi respiración comenzó a pesar, cuando Ares empezó a bajar una de sus manos por mi abdomen.

 

Metió su mano dentro de mis bragas y tocó mi punto sensible.

 

- ¿Te gusta, nena? -dijo cuando solté el suspiro de mi vida.

 

Solamente pude contestar asintiendo. No podía formular palabras que salieran de mi boca y sonarán coherentes. Su boca dejó de lamer mi pecho, con su lengua recorrió el camino que daba a mi cuello y dejó besos humedos.




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