Testigo De Un Criminal

CAPÍTULO 9 (Parte 1)

ANTES

El café terminó de caer dentro de la taza. Rodrigo apenas y podía mantener los ojos abiertos después de tantas noches sin poder dormir. Regresó a la agencia; pues ahora con su esposa desaparecida, él debía ponerse al frente de la investigación.

—Tranquilo, hermano —Manases le sostuvo el hombro—, hacemos todo lo posible por encontrarla. No pierdas la esperanza.

—Qué irónico, ¿no te parece? Antes era yo quien le decía esas mismas palabras a los familiares de los desaparecidos, y hoy soy yo quien las está escuchando. Ya no sé cuándo esa frase es verdadera o rutinaria.

—Pero recuerda que muchas veces les hemos dado una respuesta positiva a todas esas familias.

De pronto, un pequeño grito infantil resonó por los pasillos y dos pies pequeños corrieron hacia él en busca de sus brazos.

—¡Papi!

—Elaine —Collins le fingió una sonrisa.

—¿Dónde está mamá? ¿Por qué ya no va por mí a la escuela?

Y por primera vez en su vida, el agente Collins no tuvo una respuesta.

—Elaine… —su cansada mente intentaba crear una historia, una mentira piadosa que encubriera las verdaderas razones de porqué Merry no había vuelto a casa. Pero antes de que pudiera hacerlo, su compañera de trabajo y gran amiga, Gabriela Stone, entró a su casa. Tenía malas noticias.

—Hola —trató de sonreír, no por Rodrigo ni por Manases, en realidad lo hizo por Elaine.

—¡Gaby! —la niña corrió hacia ella—. ¿Tú sabes en dónde está mamá?

El rostro de la mujer palideció, pero por fortuna Rodrigo la ayudó a salir de tan incómoda situación.

—Elaine, ¿por qué no vas a tu cuarto? Papá tiene que trabajar.

En cuanto la niña dejó la sala, Gaby pudo acercarse a los agentes y hablarles con seriedad.

—Nos quieren reunidos dentro de tres horas en la jefatura. El comandante dice que es algo de suma importancia.

—¿Crees que…?

—No Rodrigo, por lo poco que alcancé a escuchar, no se trata de Merry. De hecho, me siento un poco inquieta, pues al parecer es algo que no hemos visto en un largo tiempo.

Fue durante ese año cuando lo que se conocía como La Jefatura Estatal de la Ciudad de Luisiana, remodeló sus instalaciones para proporcionar un mejor apoyo y ambiente laboral a los agentes que en ella trabajaban. Una buena parte del Buró Federal de Investigaciones, conocido también como el famoso FBI, se hallaba laborando ahí dentro, sirviendo como enlace a las oficinas centrales en Washington D.C.

Rodrigo, Gabriela y Manases llegaron, ocuparon un discreto lugar en la sala de reuniones y esperaron a que el comandante y jefe, Cole Daniel’s, arribara con toda la información importante.

—Buenos días, agentes —los saludó. El comandante Danield’s era un hombre sumamente pulcro, vestía siempre un traje oscuro que lucía impecable, zapatos de cuero y un ataviado cinturón británico—. La oficina general de Baton Rouge ha solicitado nuestro apoyo. Al parecer la tarde de ayer, un campista que se hallaba caminando por los senderos de Scott Bluffs, a unos cuantos metros del Rio Misisipi, encontró un macabro suceso.

Cole comenzó a colocar las fotografías forenses sobre la pizarra de goma, y en cuanto el agente Collins notó el enorme parecido de la víctima con su desaparecida esposa, una alerta de horror se encendió en él.

—Rodrigo —su compañera lo sujetó del brazo—, no es ella. Fíjate bien.

El comandante añadió:

—Por lo que pueden ver, es el cuerpo de una mujer. Los investigadores buscaron en los expedientes de distintos lugares de Luisiana y sus estados aledaños, pero hasta el momento no han encontrado nada que se le parezca.

—¿Entonces por qué quieren que alguien de nosotros tome el caso? —preguntó uno de los oficiales del fondo.

—Ese es el asunto. Por todo el ornamento en el que encontraron el cuerpo, los forenses que lo examinaron creen que se puede tratar de un patrón de conducta delictiva. A la víctima se le colocó un vestido, un par de zapatillas, maquillaje en el rostro, listones en el cabello y los brazos, y también la colgaron de los árboles.

—Dios mío —exclamó Gaby—. La trataron de convertir en un títere humano.

—No conformé a eso; también le extirparon algunos órganos y después cerraron sus heridas con varias suturas.

—¿Dice que la policía no encontró otro caso similar?

—Hasta el momento no.

—Entonces, ¿esto se estaría tratando de un inicio? ¿Cree usted que puede ser el nacimiento de un asesino múltiple?

—Hasta este momento no quiero determinar nada. Tal vez es un homicidio en el que el asesino quiso representar algo. O tal vez… Sí, tenemos a un asesino en serie entre nosotros.

»La jefatura va a tomar el mando de la investigación, y designaré los agentes que se encargarán directamente del caso. Rodrigo, ¿me apoyarías en esto?

Collins levantó la mirada, hacía años que no tomaba un caso de homicidio, pues casi siempre el agente se hallaba en las reservas que ameritaban la presencia de algún francotirador en la zona.




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