Testigo De Un Criminal

CAPÍTULO 19 (Parte 1)

ANTES

Manases sujetó con fuerza uno de los dardos y apuntó firmemente hacia la diana con la esperanza de no fallar. Inminentemente el dardo dio en el blanco y el hombre se pudo recargar satisfecho en el respaldo de la silla. Su compañera Gabriela miraba detenidamente por la ventana, y hasta ese momento se había reprimido para comentar cualquier cosa. Manases la observó, estaba por abrir la boca e invitarla a sentarse, cuando Coleman se le adelantó.

—Señorita Stone, debería sentarse. El agente Collins no tarda en volver.

Ella le sonrió, quitó el abrigo de Rodrigo de uno de los sillones y utilizó ese espacio. Poco después Rodrigo y Daniel’s entraron dejando un silencio aún más arrasador.

—Lo hizo —dijo el propio Manases antes de que aquel silencio se volviese algo incontrolable—. Ahora el infeliz saldrá exonerado de toda culpa.

Daniel’s procedió a servirse una taza de café.

—Y no solo eso. También nos ha demandado por difamación y acoso.

Rodrigo chasqueó la lengua y miró hacia otro lado.

—No solo tiene la cuartada perfecta para las fotografías que le tomó a Elaine, sino que también tiene razón en la demanda. Yo te lo advertí, Rodrigo. Te hablé sobre los alcances que esto iba a tener, y preferiste no escucharme.

En seguida, Gaby tomaría la palabra.

—¿Qué hay de la amenaza? Confesó haber planeado una amenaza en contra de la hija de un policía. ¿Acaso eso no tiene validez?

—Claro que no la tiene. Eso ocurrió hace varios años. Y además, jamás se hizo tal amenaza. No hay delito qué perseguir.

—Tiene que ser una jodida broma.

—No. No lo es —Manases observaba desde la ventana—. De hecho, tan es así que ahí va nuestro sospechoso más grande. Va saliendo, y con su abogado pisándole los talones.

Ashley dejó que Volker manejara el auto de regreso a casa. A simple vista cualquier persona podría imaginar que se trataba de una pareja como cualquier otra, sin embargo, para el mismísimo Volker nada de eso sucedía así. El coche pasaba sobre los cimientos del puente colgante sobre La Capital Del Lago, una agrupación de agua cerca de la estación de policía. Durante esos pocos minutos de viaje, Ashley no había dejado de hacer pregunta tras pregunta que pudiera develarle los misterios de estos últimos acontecimientos. No obstante, y pasado algunos minutos en los que no había tenido ni una sola respuesta, se percató de que Volker le era indiferente.

—¿¡Me estás escuchando!?

—Disculpa, ¿qué me preguntabas?

El rostro de la mujer adquirió un sentimiento de seriedad todavía más profundo. Estaba muy molesta.

—¿A dónde fuiste la noche que desperté y tú no estabas?

Él la miró.

—Ya, ya habíamos hablado de eso y te aseguré en donde me había metido. Con un demonio, Ashley, no pensarás creer toda la mierda que Rodrigo te dijo, ¿verdad?

Su novia comenzó a llorar.

—No, joder, claro que no. Pero todo esto se me hace… ¡Se me hace imposible de asimilar, John! Tengo mucho miedo. ¿Por qué te están culpando y no te dejan en paz?

—Ashley —Volker se desvió en uno de los senderos, aparcó cerca del puente y se quitó el cinturón de seguridad.

—¿Qué hacemos aquí? ¿Por qué no vamos a casa?

—Ven, sal del auto que necesito que tú y yo hablemos.

—John, quiero irme.

—¡Por Dios, Ashley! ¿Ahora tú también me vas a tener miedo?

—No te tengo miedo.

—Entonces ven y acompáñame.

Los dos salieron del auto, caminaron un par de metros y se internaron entre los árboles y los arbustos. Había un punto hermoso por aquella zona, un punto en el que los excursionistas se podían sentar sobre una mesa campestre de piedra y disfrutar de la maravillosa vista que les regalaba el lago y su puente.

Volker observó cómo su novia se sentaba. Suspiró, sacó de su bolsillo una cajetilla de cigarrillos y se encendió uno. Estaba calmado.

—Ashley —estiró su mano y cogió la de ella—, ¿qué quieres que te diga? ¿Qué sea honesto y te hable de lo que está sucediendo de la manera más fría y directa? No soy un asesino, y lo de mi desaparición aquella noche tuvo que ver con mi madre.

—¿Por qué estás fumando? ¿A ti no te gusta fumar? —su voz apenas era un susurro.

—Me siento estresado. Preocupado de saber sobre toda esta porquería en la que quieren envolverme. Pero sobre todo… Tengo miedo de que tú puedas creerles.

—John, un hombre no pasa la noche entera en el cementerio.

—¿¡En qué otro lado querías que estuviese!? Desde que ese maldito policía entró a mi vida, todo se fue a la fregada. Mi trabajo, mi privacidad, mi reputación, ¡todo! Lo único que Rodrigo Collins consiguió lograr con su presencia, fue enviarme a un viaje sin retorno de oscuridad.

—¿Por eso fotografiaste a su hija?

Volker se llevó las manos a la cara.




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