Atravesaron por los pasillos desde la Torre de la Dama hasta el salón comedor, ambos sabían que ya era tarde para poder almorzar, pero al menos Zamzibar tenia la esperanza de probar bocado, no comía desde el día anterior y por culpa del general había perdido el desayuno, no quería perderse el almuerzo también por culpa de Eledon, aunque muy en el fondo sabía que había valido la pena ir a la enfermería.
Cuando por fin entraron al comedor quedaban pocas personas allí, el comedor estaba ubicado en el primer piso de la torre principal, era un salón alargado con tres mesas grandes que separaban las diferentes Cohortes, en la primera mesa ubicada al extremo derecho se sentaban los iniciados, seguida por la mesa de los caballeros en el medio y finalizaba con la mesa de los superiores al extremo izquierdo.
La primera mesa estaba vacía como era de suponerse, pero aún no recogían la comida, cosa que Zamzibar agradeció en silencio. En la mesa del medio solo había un par de personas, un joven de cabello negro y barba con ropas muy finas y una larga capa negra que se arrastraba en el suelo, estaba acompañado por un señor calvo y de cara de pocos amigos, Zamzibar no presto atención a esas personas pues no era de su incumbencia.
Una vez sentados en la mesa ambos chicos se relajaron y estiraron, acercaron platos y comenzaron a servirse de lo que había en la mesa; sopa, carne, pan y jugo de tomate.
– Esto si es vida, ¿no crees Eledon? – Zamzibar devoraba la comida rápidamente y servía más de lo que había en la mesa.
– No deberías comer tanto, enfermeras.
– Bueno, si enfermo podre ver a Thalia de nuevo – Zam recordaba a la chica de hace un rato y sonreía mientras seguía tragando.
– Eso si aún sigue aquí para cuando te devores todo. – Eledon aún no se podía explicar por qué la princesa de Kar'Anatiz estaba en Clayham, en especial si sus reinos nunca se la llevaron bien. – ¿Es curioso cierto?, digo, ¿el por qué Thalia está aquí?, siendo que su tierra y la nuestra nunca han sido aliadas y de hecho no son amables entre ellas. – Esto último lo dijo por lo bajo solo para que Zam escuchara.
– No me sorprende, dijo que venia a visitar a alguien, seguramente algún familiar suyo trabaja aquí – Zam resopló cuando estuvo totalmente satisfecho y se dejó caer recostándose a la silla. – Por cierto, Eledon, ¿de dónde la conoces?, ¿y cómo sabes tanto de las tierras extranjeras y sus conflictos políticos?
La pregunta tomo por sorpresa a Eledon quien la verdad no esperaba que Zamzibar le interrogara sobre el tema, tomó un largo trago de jugo de Tomate y dio un lastimero suspiro.
– Bien, creo que debo decírtelo, al final de cuentas pronto lo descubrirás. – Eledon observo a Zam quien lo miraba de forma acusatoria como si de verdad ocultara un secreto terrible. – mi apellido es Southcross provengo de una familia noble al sur de Clayham, mi padre es señor de las tierras de Abin.
Zamzibar no se sorprendió mucho por la noticia, pues sabia que la mayoría de los aprendices que venían a Tarak eran hijos de nobles o personas acaudaladas, muy pocos como él entraban por demostrar algún talento o habilidad incomparable.
– Con que Eledon Southcross eh, ¿habías notado que tu apellido es igual al del general? – Eledon se dio un golpecillo en la frente con la mano sorprendido por la poca capacidad de su compañero.
– Vaya que eres lento Zamzibar, no es igual, es el mismo. El General Albión es mi hermano mayor – Eledon agacho la cabeza y su tono cambio de molesto a triste inmediatamente. – Pero ya no importa ¿de acuerdo?, eso no tiene nada que ver con que yo esté aquí o con que me convierta en un caballero de Tarak.
– Así que tu eres hermano del general – Zamzibar ahora podía relacionar el gran parecido físico que habría entre ambos, si Eledon fuera un poco mas alto y corpulento. – ¿es por eso por lo que te ha estado fastidiando?, no es porque le hubieses dado la cubeta o por holgazanear en los túneles, es porque eres su pequeño y débil hermano menor.
– Cállate ¿sí?, mejor ya levántate y vamos a volver, seguro el Capitán Direwolf ya nos llevo el itinerario a las barracas y nosotros aquí estamos perdiendo el tiempo. – Eledon se levanto de la silla y se estiro un poco, luego Zamzibar lo siguió y se dispusieron a ir hasta las habitaciones, ansiosos por iniciar el entrenamiento.
***
Las horas pasaban y la noche llegó mientras los chicos esperaban en sus camarotes a un hombre que nunca apareció. Esperaron tanto y estaban tan cansados que ambos se quedaron dormidos, para cuando Eledon despertó notó que ya había anochecido y que seguramente ya era mas tarde de la hora de la cena, pues en los camarotes no había nadie y todas las vestimentas de entrenamiento estaban colgadas en sus percheros.
– ¡Zamzibar!, rápido, ¡despierta!, otra vez se nos hizo tarde para ir a comer – Eledon zarandeaba a Zam para que se levantara y poder salir al comedor. – Voy en un momento Nana – murmuró Zam mientras dormitaba, lo que provocó que Eledon tomara un poco de agua de uno de los baldes del fondo y se la echara en la cara.