Eledon llegó a la torre de la dama y tocó con desespero la puerta, sabía que si Zamzibar moría o algo le pasaba lo culparían a él y seguramente lo iban a expulsar de Tarak. Negó con la cabeza sacando esos pensamientos de sí.
– ¡Buenas! ¿hay alguien en la torre?, ¡Buenas! – tocó un par de veces mas y notó que se asomaba una sombra por debajo de la puerta, lo que indicaba que la abrirían. Thalia salió nuevamente de la enfermería, esta vez algo sorprendida de ver al chico de la mañana, traía cara de angustia y se le veía sudado y cansado, como si hubiera corrido una maratón.
– ¿Qué te ocurre, Eledon? – ella jamás olvidaría los nombres de esos jóvenes tan peculiares – ¿por qué vienes así?
– Es Zamzibar, fue golpeado muy fuertemente en el entrenamiento y al parecer le han roto un par de costillas, ¡necesito ayuda! – Eledon hablaba muy agitado y para cuando terminó tuvo que dar una bocanada de aire y apoyarse en la pared de la torre.
– ¿Dónde está, por qué no lo trajeron? – Thalia no comprendía la situación aún y se le hacia extraño que sus compañeros y superiores le dejaran tirado y herido.
– Está en el patio de entrenamientos, estábamos solos y no podía cargarlo – Thalia lo miró algo aterrada y sorprendida, Eledon se dio cuenta de ello por lo que se apresuró a aclarar – no he sido yo, fue... fueron unos compañeros de la otra cohorte, mañana lo reportaré con el general, ahora ¿podrías darte prisa? – no había tiempo de ser amable ni educado, su compañero estaba en shock y podría ser peligroso.
– Claro, vamos – Thalia entró rápidamente para tomar un par de frascos, hierbas y vendajes y echarlos en una mochila, se colocó encima una capa blanca con capucha que tenía bordada el símbolo de Nevalí, matrona de los sanadores.
Salieron deprisa en dirección a los patios de entrenamiento, la fortaleza a esta hora estaba solitaria, unos pocos guardias vigilaban las estancias principales y las entradas, los pocos que notaban a la pareja correr omitían la situación al notar que Thalia llevaba la capa de los sanadores, lo único que se les hacia raro era el hecho de que su capucha estaba arriba cubriéndole totalmente el rostro, pero esas cosas no eran su asunto.
Al llegar al patio de entrenamientos Eledon se dirigió sin demora a las gradas donde había dejado al tonto de su compañero, para su mala suerte y sorpresa, no estaba allí.
– ¿Dónde está tu amigo? – preguntó algo agitada la muchacha por la carrera.
– No es mi amigo y lo había dejado aquí, por el señor de la luz ¿dónde se metió? – Eledon estaba a punto de colapsar cuando una risa irritante y burlona llamó su atención. Se giro rápidamente y vio a Zamzibar sentado en la ultima fila de las gradas de enfrente, riendo y como si nunca le hubiese pasado nada.
– ¿Que estás haciendo allí? – pregunto Eledon molestó y sorprendido por verle tan bien.
– ¿No me habías dicho que estaba medio muerto y yo no sé qué más? – Thalia habló con un tono enojado y de reproche, observando la parodia que esos dos habían armado – creo que no son mas que unos chiquillos inmaduros, ese tipo de cosas no son juegos – Eledon se sintió avergonzado pues no tenia ninguna explicación para este asunto, Zamzibar por el contrario al reconocer la voz de Thalia bajo corriendo hasta el encuentro de ambos.
– Hola Thalia, gracias por venir, no sabía que te preocupaba tanto mi salud – Zamzibar intento coquetear, lo que provocó aun mas la ira de Thalia – y tu Eledon querido amigo, gracias por traerla, ahora me siento mucho mejor al verla.
– ¿Qué paso?, estabas herido y casi sin respiración.
– La verdad no lo sé, cuando abrí los ojos ya estaba bien y no me dolía nada, un chico de capa negra que vagabundeaba por aquí me dijo que tu saliste corriendo y gritando, así que decidí esperar.
– ¿Qué chico? – preguntó Eledon intrigado.
– Bueno, si no es más, me retiro a la torre, adiós – Thalia salió a paso firme y muy molesta por la tontería de esos dos.
– ¡Thalia espera! – Zamzibar la atajó interrumpiendo su salida al atravesarse en el camino – no fue la intensión de Eledon, mucho menos la mía, creo que ese tipo de la capa negra usó algún tipo de magia sobre mi para sanarme, te lo juro – Thalia resopló y después de unos instantes se calmó.
– Esta bien, te creo, pero ya es muy tarde y tengo que irme, nos vemos después.
– Eso es una promesa – Zamzibar tomó la mano de la joven y haciendo uso de las clases de etiqueta a las que fue sometido por su madre, besó su mano, luego con una leve sonrisa y un movimiento gentil de la cabeza se despidió – que tenga una magnifica noche hermosa dama – Thalia se sonrojó y marchó rápidamente en dirección a su torre sin decir o gesticular nada. Zamzibar y Eledon volvieron a las barracas mientras intercambiaban historias sobre lo ocurrido y la travesía de ambos.