mason
Entró a su habitación, el olor a sustancias químicas de hospital invade mis sentidos, todas las paredes y elementos dentro de la habitación son de color blanco, las ventanas están abiertas dejando entrar la luz del atardecer. Ophelia está acostada en su cama de hospital dormida. El único sonido en la habitación es la máquina indicando sus latidos.
Tomó la silla y la coloco al lado de su cama, tomo su mano entre las mías y me siento a esperar.
Horas más tarde un doctor entra chequea sus signos vitales.
“Tuvo mucha suerte. El lavado estomacal quito todos los residuos de las pastillas, pero una gran parte ya habían sido digeridas. Cuando despierte sabremos si hay alguno efecto secundario, lave o… Cuando despierte sabremos con seguridad.”
“que tipo de efectos podrían ocurrir”
“De todo tipo. Problemas en el estómago, hígado, cerebrales, psicológicos y cardíacos. Desde leves malestares a complicaciones severas, letales incluso.”
El hombre dijo todo como si lo estuviera leyendo de una enciclopedia, como si fueran palabras explicativas que no generan ningún tipo de sensación en él. Cuando ve mi cara hace un ruido con la garganta y se disculpa. Finalmente deja la habitación. Con un suspiro me acomodo en la silla de nuevo y por primera vez en la vida rezo. No una súplica o un pensamiento sin forma, si no el tipo de rezo con las manos entrelazadas, de rodillas, diciendo el canto en voz alta y clara.
En algún momento entre luego de rezar y sentarme con la cabeza apoyada en la cama y mis manos entrelazadas con las de Ophie, debí quedarme dormido. La luz en la ventana me da directo en los ojos, y siento a alguien acariciar suavemente mi pelo. Parpadeo unas veces más hasta que mi cabeza comprende dónde estoy. Repentinamente me levanto y veo a sus ojos mirarme con miedo y vergüenza. Sin poder aguantar, me acercó y beso sus labios en una apasionada y larga conexión, mientras mis brazos se envuelven a su alrededor. Luego de un segundo de sorpresa finalmente ella pone sus brazos detrás de mi cuello y devuelve el beso.
Las palabras no son necesarias, con ese simple beso y la mirada que le siguió después ambos entendimos que si bien hay mucho que hablar entre nosotros, el amor y el perdón no son una duda. Sea lo que sea estamos juntos en esto.
Una enfermera entra y nota que está despierta. Con una sonrisa llama al doctor quien luego de revisarla y hacer una serie de preguntas, descarta sus peores temores, diciendo que no hay ningún síntoma de nada letal.
Sin embargo, el cuerpo de Ophie necesita mucho descanso, poco estrés y una dieta estricta por un tiempo indeterminado. Pero en mi opinión son pequeños precios a pagar por una segunda oportunidad de la vida.