«¿Qué podría salir mal?» fueron las palabras con las que Agustín abrió el debate. Felipe y Pablo pensaban de igual manera que el bajista, sintieron nada más que satisfacción al escuchar la noticia que les contó Mateo, gozaron cada palabra y se deleitaban imaginando un futuro donde eran verdaderos rock stars y no de los que corren detrás de los centros de eventos. Habían llegado hacia no más de media hora y un cuarto de hora cuando Mateo los hizo sentarse a todos para machacarlos de éxtasis con la noticia de la señorita García. La describió como alguien de dudoso carisma. Los chicos exclamaron al unísono con una mueca de «¡QUÉ!» y Mateo respondió una vez más con su descripción hacia la doña. No era por molestarlos, él la veía así el poco tiempo que la conoció. Pero bueno, dijo, en fin. La cazatalentos quedó atrás ante la verdadera noticia, la que en verdad importaba. Mateo solo dio a entender grabar un cover de alguna canción bien demandada, no se dio rodeo con el discurso de la doña de salvar el rock de los setenta ni su fascinación por Joe Cocker, no, estaba de más. Los demás le oían cada palabra y respingo que este daba para descansar el aliento. Aun así, estaban sigiloso con su pesimismo, con la cabeza fría analizaron algunas posibles situaciones que podrían presentárseles a todos como banda, ¿y por qué no hacerlo? Es una situación de alto calibre que, de no saber manejarla les estallaría a los cuatro en la cara y los mandaría a la luna.
A la luna, chico… Te vas a la luna.
—¿Y si no les gustamos? —dijo Felipe, estaba pálido y no podía negárselo, estaba helado y él era blanco a más no poder.
—Seguir intentando, probar con más instrumentos. No lo sé, algo habrá, tenemos planes hasta la Z, ¿no? —Mateo también traía sus dudas. Hacía unas horas supo de esta BOMBA como el la definió después, no ha tenido ni el tiempo ni la fuerza para pensarlo. Por fuera, la noticia era esplendida y tentadora, pero hay que llegar hasta el núcleo.
—¡Venga!, Mateo. Tampoco podemos lanzarnos al vacío —repicó Agustín. Estaba en muy buena razón de decirlo. A ser una buena oferta, también resultaba ser arriesgado. Se levantó de su silla y fue a la cocina en busca de una Coca-Cola. Mateo espero a que volviera para seguir.
—¿Y por qué no? —hablaba sereno, pero su cuerpo hervía y tiritaba—. Tenemos talento —pensó—… Y tenemos una oportunidad que está en nuestras manos. Quién sabe cuándo tendremos otra oportunidad así. Durante este año tocamos en diferentes lugares y los volvimos locos, Agustín. No nos menospreciemos ahora. Quién sabe qué seremos en cinco años después. ¿Los siguientes Pink Floyd? Quiero creer en eso, que me dices tú.
Agustín lo miró fijamente con los ojos brillosos durante unos segundos hasta que bajó rápido la mirada, ahora miraba su Coca-Cola que sostenía con su mano derecha. Entró en un espasmo de sentimientos, anhelos, ilusiones. Y meditó lo que sería una vida entera si llegaba a aceptar la oferta. Una vida de fama musical, pero, sobre todo, una vida con ellos.
—Cuenta conmigo —Mateo le dedicó una especial sonrisa.
—Y tú. Qué me dices, Pablo —le preguntó. Pablo estaba recostado en el sofá, era el único que no estaba junto a los tres demás, pero si oía todo lo que debatían. Miraba el techo, él también se imaginó una vida en la que sí aceptó la oferta, era sensacional.
—Si por esto hicimos todo: las tocatas; los recitales; y haber sido siempre los que cerraban todo. También cuenta conmigo, chico —todos rieron esta vez.
—Sin la percusión no son nada. Así que también cuenten con Felipe Tapia en batería.
—Entonces está decidido. La llamaré por la mañana. Maite García es su nombre, parece ser de clase alta por lo que vi. Pero el rock la vuelve loca.
—Loca, eh. ¿Será así en la cama? —los tres miraron a Pablo, seguía recostado en el sofá.
—Eres un maldito degenerado —dijo Felipe segundos después y todos volvieron a reír. Era un día especial.
Las cinco de la tarde llegaron mucho más rápidas de lo que las cuatro llegaron desde las tres. Luego de la charla que tuvieron, se reunieron todos en el sofá. Agustín junto a Pablo quedaron sentados en el sofá; y Mateo con Felipe se sentaron en la alfombra. Habían comprado comida china que llego a domicilio. Comían como una familia. Pablo contaba acerca del concierto que tuvo junto a ALFONSO FAUSTO Y LOS DEMÁS, también habló sobre la famosa chica que ya todos conocía solo como «Florencia, la chica a la que quiere tirase Pablo». Agustín también contó de su vida fuera de los BLACK CARDS. Las cosas con Javiera iban lentas, decía él. Pero todo parecía apuntar hacía un buen indicio, todos supieron a qué refería, Pablo en cambio se desvió.