La verdad que cuando empezamos a hablar en esos días de la universidad, sentía una conexión muy hermosa.
Tal vez era el único, pero me gustaba mucho compartir contigo.
Verte sonreír era algo tan mágico, tan lindo que la verdad empecé a imaginar tu sonrisa cuando sentía que algo andaba mal.
L, puedo decir que siempre fui feliz a tu lado. Y aún lo soy, a pesar que hoy no estás conmigo aquí.
Cuando dejaste la universidad, seguí yendo esperando al menos encontrarme, creyendo que seguirías en la universidad, la pregunta aquella tuvo su respuesta cuándo hablamos, y me dijiste que te cambiaste de universidad, pero que aún así podríamos juntarnos.
Te invité a mi casa, con el termo entre las piernas y frente a ti, empezamos a jugar al truco.
"Envido" me dijiste y yo te dije lo mismo, me ganaste por un punto, tenías 33 y yo 32.
Me sentí mal, pero ese sentimiento fue recíproco, ya que luego al ver tu sonrisa, cualquier mal se iba.
"Truco" me dijiste y entre risas acepté.
Te gané por tener el uno de espada.
Te di un mate amargo, mientras reíamos me contaste que te anotaste a la universidad de acá, cerca de mí departamento.
Te pregunté en qué carrera y sonreí.
Estás estudiando algo que te gusta y eso me pone feliz.
Te pregunté si jugamos una partida más, pusiste una prenda.
El que pierde, besa al otro.
Perdí.
Y realmente, te besé.
Nuestro primer beso fue ese momento.
Y la verdad, no me arrepiento.
Y entre sonrisas, nos volvimos a besar.
Nuestros labios encajan perfectamente.