The boys game

2.

Evan.

Había pasado una semana desde la fiesta, y lo único que sabía era que Emmanuel, un compañero de equipo de Diego, conoció a una chica que entre algunos apodaron "Mora" por su cabello azul y morado. Ella al parecer se negó a darle su número y el chico me pregunto en repetidas ocasiones si no la conocía, ya que pertenecía a la preparatoria Monte Carlo. Negué una y otra vez a pesar de que si conocía a la chica, la cual en realidad se llamaba Alessandra. Ella es una de las personas con las que mejor me llevaba en el lugar, y no era difícil adivinar de quien se trataba, ya que eran contadas las chicas de ojos azules en mi escuela, y menos que tuvieran el cabello corto y de dos colores.

Tengo el presentimiento de que algo más paso esa noche, pero Diego no había querido hablar de ello, por lo que yo tampoco le pregunte mucho sobre el tema. Solo tengo la leve sospecha de que Damián era la causa de su molestia y no algún rechazo por parte de Zoe, ya que había estado toda la semana escribiendo cartas para mandárselas con Javier porque a ella le gustaba este tipo de romance y yo había estado ayudándole a redactar. Él puede ser un gran amigo, pero es pésimo con todo lo que sea escritura y amor. Por lo que casi todas las noches estamos tirados en el suelo tratando de hacer que escriba algo lindo.

—Apesto en esto, Evan —Diego suelta la carta mientras baja la mirada.

— Eres bueno con las palabras, bueno... me haces sentir bien— Le digo intentando hacerlo sentir mejor mientras le doy una gran sonrisa— La carta que me diste hace dos años cuando te confesé que iríamos a escuelas diferentes no estuvo tan mal. Tan solo ocupas algo que te salga del corazón.

—Nada más contigo lo soy, cuando salía con Leah ni siquiera fui capaz de mandarle un mensaje bonito sin sentir que era parte del trato de la relación—En ese momento vuelve a subir la mirada hacia mí—En ocasiones pienso que si realmente saliéramos seria increíble escribiéndote cartas. Tu logras sacar lo mejor de mí—Diego toma su vaso y bebe lo último que quedaba de este. El olor a frambuesa que desprende es bastante intenso.

—El sueño ya te afecta, Diego. Al igual que la bebida —Le digo mientras me levanto del suelo y llevo las cartas al escritorio—Ve a dormir, yo terminare esto.

Diego toma la botella vacía y la esconde debajo de la cama.

—Te amo Evan, eres la mejor persona que podría tener en el mundo.

Segundos después escuche un fuerte ruido en la cama, lo que significa que Diego se ha desplomado en esta al estilo de una plancha de lucha libre. En eso mi madre toca la puerta y en voz alta nos informa que no quiere escuchar ruidos extraños por la noche, por lo cual Diego solo bromea diciendo que pondrá una almohada en la cabecera, lo cual por suerte mi madre no entiende. O finge no entender.

Comienzo a corregir unas cuantas cartas que Diego escribió y las guardo en una caja aparte para poder pasarlas a limpio. Una vez que ya está todo guardado me acuesto al lado de Diego, el cual extiende su brazo hacia mí y me acerca a él. Se encuentra completamente dormido, pero es algo que suele hacer por instinto. Pasan unos minutos más y yo finalmente me quedo profundamente dormido.

Desperté horas más tarde dándome cuenta que Diego seguía dormido. Su brazo derecho se encontraba debajo de su cabeza y el izquierdo se encontraba aferrado a mi cintura. Instintivamente sonreí al verlo mientras dormía. Una de las cosas que más presente tengo de él es que suele hablar dormido y reaccionar a sus sueños. Si son agradables sonríe, y si es algo raro frunce el ceño como lo acababa de hacer, por lo que supongo que ya me contara al despertar. Al ver la hora cerré los ojos y me acurruque con él para volver a dormir un rato más.

No supe cuánto tiempo paso hasta que volví a escuchar la voz de Diego

—Evan... ¿Ya despertaste? —Preguntó en voz baja. Lleve ambas manos a mi rostro y comencé a tallar mis ojos para intentar abrirlos.

— ¿Qué hora es? — pregunte.

—Las once— respondió Diego levantándose de la cama y tomando las toallas para baño que se encontraban en mi closet.

—Deberíamos ir a preparar el desayuno antes de que sea más tarde y venga mi mama a levantarnos.

—No creo que tu madre entre por esa puerta. — respondió en tono burlón.

— ¿Por qué no?

—Ya sabes, tú mismo lo has insinuado. Ella cree que tuvimos sexo— responde saliendo de la habitación para dirigirse al baño.

Por suerte Diego salió sin verme y no notó el sonrojo en mis mejillas.

Espere unos minutos hasta que escuche la regadera para levantarme de mi cama. Tome lo que me pondré en el día mientras espero a que Diego salga del baño. Aprovecho esos minutos para entrar y revisar si hay alguna actualización de mi fanfic favorito, pero desde hace un mes no ha actualizado. También aprovecho para revisar unas cuantas cosas en twitter hasta que escucho la puerta del cuarto abrirse y veo a Diego entrar con la toalla en la cintura. Su cabello platinado se encuentra casi seco, ya que odia sentir como se escurre el agua por su cuello.

—No tardes mucho, quiero invitarte a desayunar— me dice entregándome una toalla que había dejado en el baño. Minutos más tarde ya me encuentro completamente vestido y en camino a mi cuarto.

— ¿Por qué sigues cambiándote en el baño? — Pregunta Diego al verme entrar— Es tu cuarto, cámbiate aquí.

—No sabía si ya te habías cambiado tu— respondo caminando hacia el cesto de ropa sucia para depositar lo que me había quitado— y quería ahorrar tiempo, sabes lo friolento que soy y si salía del baño me iba a quedar horas en la cama.

—Si querías ahorrar tiempo, me lo hubieras dicho—responde Diego sonriendo y elevando ambas cejas.

— ¿Le hubieras pedido a mi mamá su baño? —pregunte con inocencia fingida.

Al momento de salir ambos de la habitación, mi mamá actuó como si no pensara que su hijo y su mejor amigo de años acababan de tener sexo. Hasta ahora me sorprende que su actitud este cambiando.



#8557 en Novela romántica

En el texto hay: romance

Editado: 29.05.2024

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