Ya habían pasado 72 hrs desde lo sucedido con Yuko. Emely no había vuelto a casa y seguía vagando por las calles de Tokio sin rumbo, sin dinero, sin conocer a nadie y para arruinar más su suerte en los noticieros hablaban del suceso y su foto ya estaba por toda Tokyo así que debía andar con cuidado para que nadie se diera cuenta que ella era la asesina.
Llegó a un parque y en su camino se cruzaron un grupo de chicas que comentaban sobre lo sucedido en el colegio “Golden Star".
— ¿Vieron las noticias? — Comentaba una de ellas.
— Sí, fue algo escalofriante — Respondió una de las chicas.
— Esa chica debería estar encerrada en un manicomio — Decía entre risas otra de esas chicas.
— Sí — Afirmaban todas a la vez.
Paso a lado de ellas y se sentía con irá, vergüenza, incómoda por lo que decían las chicas. Camino hasta que llegó a una banca y se sentó frente a un pequeño lago.
— ¿Qué me ocurrió? ¿Por qué hice eso? — Se preguntaba para sus adentros.
— Porque despertó tu demonio — Dijo una voz similar a la de aquel hombre que la salvó.
— ¿Mi demonio? — Pregunto sorprendida — Y usted ¿Qué hace aquí? — Agregó molesta.
— Sólo pasaba por aquí — Respondió con amabilidad — Y sí, tu demonio — Agregó.
— ¡Usted está loco! ¿Cómo voy a tener un demonio? — Dijo para confrontarla.
— Dime ¿Has tenido sueños? — Pregunto.
— ¿Sueños? — Respondió confusa.
— ¿De un pasado o de ver a alguien morir? — Siguió cuestionando.
— No, no sé de qué me habla — Respondió enojada.
Emely se levantó de la banca y se retiró algo molesta por las preguntas de aquel hombre, pero mientras más caminaba su mente la hacia pensar en lo que había dicho.
— ¿Qué se cree ese señor? Pero... ha sabido de mis sueños. ¿Tendrá algo que ver con la criatura esa? — Se decía así misma.
El hombre se quedó todavía en la banca observando como de alejaba la pequeña.
— ¿Aún no ha recordado nada? No lo creó. Tendré que seguirla investigando — Decía en sus pensamientos.
Cayó la noche y Emely seguía vagando por la ciudad sin saber a dónde ir. Sin saberlo llegó al distrito de Kabukichō y para una chica de su edad era muy peligroso andar por esos rumbos sola y más porque se encontraba en el norte del distrito. De repente dos tipos la empezaron a seguir, pero Emely se percató de ello. Dió media vuelta y entro a un pequeño callejón donde se encontraba la puerta tracera de una tienda de licor. Al entrar se giró y miro fijamente a los dos sujetos.
— ¿Querían violarme, verdad, bastardos? — Dijo Emely con voz sería.
Ambos se miraron los unos a los otros y se rieron.
— Personas como ustedes deberían morir y eso haré, mataré a estos par de cerdos — Menciono sonriendo.
Emely hizo un movimiento rápido y golpeó a uno de los sujetos. El segundo de ellos se sorprendió al ver la velocidad y fuerza de aquella chica.
— E-eres una maldita — Dijo nervioso.
Ese segundo sujeto saco una navaja de su chamarra e intento clavarsela en el pecho, pero Emely detuvo el ataque y le dió un golpe en la boca del estómago con su rodilla, luego tomo la cabeza del tipo y la azotó contra el suelo.
Después lo arrojó contra unos contenedores de basura cerca de la tienda de licor. Se dirigió al primer sujeto, pero este la golpeó para después sacar una pistola.
— Aquí vas a morir niñita — Cantaba triunfante el sujeto.
— Te equivocas, quien morirá esta noche serás tú — Respondió Emely sin mostrar expresión alguna.
Emely se movió rápidamente hacía él y le arrebato el arma, después tomo sus ambas manos y mirándolo fijamente con una sonrisa macabra se las rompió.
El segundo sujeto se levantó y volvió a intentar clavar la navaja pero está vez en la espalda, pero el sentido de la audición en Emely estaba tan desarrollado que logro escuchar los pasos de aquel hombre así que volteo rápidamente y le soltó un golpe en la cara haciendo que cayera.
— ¿No te cansas verdad? Bueno creo que te mataré a ti primero y después a tu amigo — Dijo una Emely como desquiciada.
Emely tomo la navaja de su atacante y lo enterró en el ojo derecho del mismo. El hombre no tardó en gritar de dolor.
— Dime. ¿Te duele? — Cuestionó sarcástica.
Emely saco la navaja con gran fuerza que logro sacar el ojo de su rostro. Lo quito de la punta de la navaja, lo lamió, lo tiró y aplastó con gran fuerza.
— ¿Qué pasa si te quito el otro? — Dijo riendo.
Volvió a clavar la navaja en su víctima, pero ahora en su ojo izquierdo.
— ¡Detente! — Gritaba el hombre.
— ¿Quieres que pare? — Pregunto con risa irónica.
Saco el ojo con gran rapidez y lo aplastó con su mano.
— Ahora estás ciego, pero... aún quiero más diversión, así que... ¡Muere maldito! ¡Muere! ¡Muere! — Decía cual psicópata.
Emely apuñaló varias veces sin parar a el segundo sujeto mientras su compañero veía con horror lo que aquella chica hacía.
— ¡Detente! ¡Detente Maldita! — Gritaba el primer sujeto.
Los gritos llamaron la atención de Emely que volteo a verlo y se acercó lentamente a él dejando la navaja en el cuerpo de su compañero ya muerto.
— Bien, ahora... te toca a ti, pero a ti te daré la fortuna de morir rápido ya que no tengo tiempo — Le dijo Emely mientras se acercaba.
Emely lo tomo de la cabeza para levantarlo y después le rompió el cuello.
— Ves... te dije que sería rápida tu muerte — Murmuró Emely.
De repente todo se nublo y estaba de nuevo en el mismo lugar pero sola, completamente sola o eso creía ya que un fuerte terremoto sacudió todo el lugar y desde el techo de los comercios cercanos baja aquel león gigante.
— ¡No te tengo miedo! — Decía con valor.
El Nian se iba acercando poco a poco hasta quedar frente a frente. Emely seguía parada frente a él valiente hasta que un fuerte rugir resonó por todo el lugar. Emely dió un paso atrás y entonces fue cuando atacó.
El Nian intento darle un zarpazo, pero Emely tropezó y logro esquivar el ataque; se levantó y emprendió la huída. Corría y corría, pero tras ella también venía el Nian a toda velocidad.
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Editado: 25.06.2020