Loewen abrió los ojos de forma abrupta. Había tenido un sueño terriblemente real, tal parecía que hubiera estado ahí… ahora que lo razonaba, había estado ahí.
Recordaba ese momento en el que fue raptada de brazos de sus padres, recordaba a aquellos cuatro hombres de aura impresionante y recordaba bien los fríos brazos de ese Krisken que la había llevado hasta el momento de su sellado, aquel que la robó la condujo al camino sin retorno de un sueño profundo. Ella era esa niña, esa pequeña a la que habían sellado y ahora estaba despierta, ahí, en medio de los juegos AFTA.
¡En los juegos AFTA!
Loewen se puso en pie en cuanto comprendió aquello. Acababa de despertar dentro del combate Elementarista más importante, ella, quien no tenía nada que ver, ahora estaba ahí, intentando sobrevivir a lo que fuese que le impusiera el campo especializado Asgaest. La única función de esa máquina era poner al límite las capacidades de los individuos que lograran introducirse a él, ahora ella formaba parte del experimento, tenía miedo de pensar hasta qué limite la llevarían.
—¿Dónde estoy? —se preguntó en voz alta, dándose cuenta que esta resonaba a lo largo del lugar como si estuviera vacío, un eco que siguió hasta perderse en el tiempo y el sonido—, genial, estoy sola.
Miró a su alrededor. Comprendió con gran extrañeza que estaba en una recamara llena de espejos. Había espejos por todas partes, en el techo, en el suelo y en las paredes. Era tan grande que parecía no tener fin, además de que los espejos distorsionaban las cosas, tal vez no estuvieran en una habitación de más de tres metros cuadrados, pero con la ayuda de los espejos, pareciese ser una hectárea completa. No lo sabía.
—¿Qué se supone que debo hacer? —se preguntó nuevamente— ¡Briana! ¡Briana!
—¿Qué quieres? —preguntó un tanto fastidiada su conciencia.
—Pero que gruñona. ¿Qué no se supone que me debes ayudar en este tipo de problemas?
—Tú te metes en ellos, tú te sales.
—Estamos juntas en esto.
—No en realidad. La que puede salir lastimada eres tú, no yo.
—Vale, no importa, venga que necesito ayuda.
Briana suspiró.
—Vale ¿qué quieres?
—Sería de ayuda que me dijeras como salir de aquí.
—No sé, pero puedo ayudarte viendo panorámicamente lo que sucede.
—¿Puedes hacer eso?
—¿Cómo crees que observé a la humanidad durante tanto tiempo? ¿Crees en serio que vería mucho si me quedaba atrapada en tu cuerpo?
—Te levantaste del lado malo del cerebro ¿o qué?
—Eres tan tonta a veces.
—Vale, solo ayúdame.
—Bien, espera aquí y no me llames.
—No es como si pudiera hacer otra cosa tampoco.
Loewen no sabía cómo explicarlo, pero sintió cuando Briana había dejado su interior para salir a investigar o lo que fuese a hacer. Aún no entendía del todo el asunto de Briana ni mucho menos, pero lo que si sabía era que formaba parte importante dentro de ella, cuando no estaba, Loewen simplemente lo percibía, de alguna forma sabía que algo dentro de ella faltaba.
Se sentó, dándose cuenta de que los espejos no parecían agrietarse por más que les brincara encima o los golpeara. Se quedó viéndose a sí misma por un largo tiempo, no es como que tuviera otra opción tampoco. Por un tiempo cerró los ojos, siempre había escuchado que uno no debía mirarse demasiado al espejo o podría ver cosas extrañas, prefería no ver nada.
—¿Cuánto tiempo más Briana? —se quejó la pelirroja al sentirse abandonada y aburrida.
—Te dije que no me llamaras —dijo la voz de su consciencia con cansancio.
—Lo siento —dijo sin darle importancia—, ¿supiste algo?
—Sí, ya sé de qué va esta parte de la prueba.
Loewen no habló y esperó a que Briana terminara.
» Lo que sucede es que los colocan en su elemento menos dominante. Los cuatro Amos Elementarista están trabajando con su elemento opuesto ¿Comprendes?, por ejemplo, a Eiden lo pusieron en un mundo subacuático, su elemento contrario es el agua. Quieren que desarrolles habilidades aun teniendo todo en contra.
—¿Cómo va Eiden?
—Ya salió.
—Ese bastardo —se quejó la pelirroja—, no puede esperar ni un segundo para parecer genial.
—En realidad, lo hizo por ti. Te está buscando como un demente.
Loewen rápidamente se mostró avergonzada, demostrándolo drásticamente con el rubor que se posicionó en sus mejillas.
—¿Qué? ¿Solo por eso te sonrojas?
—¿Qué? —la pelirroja rodó los ojos y miró hacia otro lado—, mejor concentrémonos en lo que debemos hacer aquí. Se supone que esta es la primera prueba ¿cierto?
—Algo así.