The Fragmented Destiny

Capítulo dos: Una meta por cumplir.

En la anteriormente mencionada habitación blanca con un sillón negro enfrente de una silla gris.

 

— Tal vez este sea un tema que aún es complicado para tí pero, ¿Has tenido amigos alguna vez?

Ante dicha pregunta, el albino se quedó paralizado por unos momentos, su mirada se veía perdida entre sus recuerdos.

Lo único que se oían dentro de ellos eran unas risas de chiquillos, quienes apenas soltaban dichas carcajadas se callaban con mucho miedo a que los escuchen.

— ¿Entonces?

La insistencia del terapeuta hizo que Fran volviera de su pensamiento negando rápidamente.

— Ya veo. Entonces, ¿Se podría decir que tu futuro ingreso a la academia sería la primera vez que intentarías tener amigos?

Fran asintió suavemente.

— Y sé que no es de mi incumbencia, pero, aun así, ¿Has pensando en hablar más seguido? Ya sabes, comunicarte con las personas es la principal forma de entablar una amistad con ellos.

El albino miró al techo por unos momentos, negando con la cabeza algo inseguro.

— ¿Podrías explicarme por qué?

Fran bajó la mirada un poco apenado. — N-n...n-n...no...q-qu-quie...quiero...l-la...last...lasg...lastim...lastimarlos. — Tartamudeó con mucha dificultad el albino antes de toser suavemente.

— ¿Lastimarlos? ¿Te refieres a que los lastimarías si intentas ser amigo de ellos?

Fran asintió con la cabeza baja.

— ¿Cuál sería la razón? ¿Por qué crees tú que los lastimarías?

El albino no contestó, solo cerró sus ojos con la cabeza baja.

 

Retomando en el presente, exactamente en la academia con el peor examen de admisión del mundo:

— ¡Vamos, amigo! ¡Resiste! — Dijo Stil corriendo con mucha prisa al llevar a Fran en una camilla.

— Tú puedes hacerlo, lo hiciste bien antes, lo harás bien ahora. — Habló Ming entre jadeos al correr a la misma velocidad que Stil ayudando de igual forma a llevar a Fran en la camilla.

Fran estaba inconsciente con una máscara de oxígeno puesta y sus ropajes llenos de sangre aún.

— Ya estamos por llegar, calma. — Stil se oía muy optimista a pesar de su rostro preocupado.

— ¡Abran! ¡Tenemos a un herido! — Gritó Ming adelantándose para abrir de una patada la puerta de la enfermería.

— ¿Otro más? — Preguntó una mujer de cabello blanquecino con diversos mechones negros al escuchar los gritos.

— ¡Enfermera! ¡Necesitamos su ayuda! — Gritó Stil con mucha preocupación al entrar a la enfermería.

La mayor solo tocó su cabeza haciéndole una seña con su mano para que se calmara. — Si, si. Ponlo ahí junto a los demás, yo me encargo. Solo no grites, por favor. —

Stil asintió suavemente dejando la camilla donde le habían indicado. — ¿Qué tan rápido podrá ayudarlo? —

— Creo que ustedes también necesitan ayuda. — Habló la albina acercándose hacia Fran para revisarlo. — Cálmense, él estará bien. —

— Nosotros podemos esperar, él es la urgencia. — Aclaró Ming al escuchar a la enfermera.

— Si, nosotros aún estamos de pie, él ni siquiera podía pararse. — Agregó Stil con preocupación.

— Heridas abiertas en todos los brazos y dedos, desangrado, una costilla rota, nudillos totalmente destruidos. ¿Tanto se esforzó este chico? — Preguntó la enfermera levantándose el uniforme de la parte del brazo derecho.

— El examen de admisión aquí es una locura, ¿no cree? — Ming decidió sentarse en una camilla libre en lo que esperaba. — ¿En serio cree que pueda salvarse? Se desangró mucho. —

— Sigo sin entender porque hacen ese examen tan estúpido. — La mayor soltó un suspiro sosteniendo una navaja que sacó de uno de sus bolsillos.

— Oiga, ¿Qué es lo que va a hacer? — Preguntó Stil aún más preocupado al ver a la enfermera con una navaja.

— Salvar a su amigo, ¿No es obvio? — Preguntó la misma mientras movía la navaja con total tranquilidad acercando una de sus manos para quitarle la máscara de oxígeno a Fran y abrir con sus dedos la boca del mismo.

— ¿Y para qué necesita la navaja? — Preguntó Ming con sospecha mirando a Stil con inseguridad.

Stil recibió la mirada y asintió quedando a la defensiva por si las moscas.

Ming extendió una de sus manos como amenaza, sin embargo, la enfermera ni lo había notado.

— Es más complicado de lo que parece, chicos. — La mayor extendió el brazo descubierto de su uniforme acercando la navaja con su otra mano hacia su propio brazo.

— ¿Qué va a hacer? ¡Oiga deténgase! ¡OIGA! — Gritó Stil muy alarmado al ver cómo la enfermera de la nada se cortaba desde la palma de su mano hasta el codo con la navaja.

— Dije que no gritaran. — Habló la enfermera con una voz más amenazante acercando su brazo herido hacia Fran.

— ¿Qué es lo que está haciendo? Mi compañero no gritaría si nos dijera que está haciendo. — Habló Ming sin entender lo que estaba pasando.

— Sí, eso. Esto es muy raro. — Agregó Stil también sin entender.

— Tengo sangre curativa. — La mayor acercó uno de sus dedos hacia la boca de Fran. Las heridas de su brazo estaban empezando a sangrar; gracias a la gravedad y el posicionamiento de su brazo, toda la sangre estaba bajando hasta el dedo que tenía cerca de la boca del herido donde aterrizaba la sangre ajena.

— Creo que debió comenzar por ahí. — Dijo Stil con un temperamento suavemente amargado.

— ¿Acaso no es suficiente con ver mi traje? — Habló la mayor otra vez en un tono amargo.

— Disculpe, pero, con el hermoso examen de que nos han dado... — Habló Ming con sarcasmo desviando la mirada por unos momentos. — Hasta creíamos que usted también era parte de esa estupidez. Estábamos a nada de atacarla. —

— Eso no hubiera sido inteligente. — La albina volteó por unos momentos. — Los hubiera hecho pedazos en dos segundos, novatos. —

— ¿Cómo dice? — Stil en lugar de sentirse ofendido lo veía como un reto. — Eso quisiera verl- — Antes de acabar de hablar, vio asustado como la navaja de la enfermera se clavó en la pared, justo a unos centímetros de donde estaba él.




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