—¿Una promesa?—repitió ella confundida después de un largo silencio donde lo único audible era el silbar del viento agitando las capuchas de sus trajes.
—Puede sonar como una locura—confesó Night Fury alzando la mirada hacia el cielo nocturno—, pero sin duda es una razón de gran peso.
—Hiciste una promesa y tardaste tres años en decidir cumplirla—dedujo, el tono de su voz denotaba molestia.
El joven enmascarado suspiró con pesar, lo que ella decía era verdad y, aunque le doliera, debía aceptar que cometió un terrible error. Pero el pasado no podía ser cambiado, sólo restaba asegurar el futuro mediante lo que hacía en el presente.
—No fue mi mejor momento—susurró conectando su mirada con la azul de ella en un vago intento por demostrar su sinceridad y el peso de sus palabras—. No puedo pedirte que lo entiendas, en realidad ni siquiera deseo explicarlo.
—¿Por qué no?—reclamó, el enojo centelleaba en sus ojos.
—Porque en este momento no tiene importancia—se limitó a responder acercándose al borde de la azotea.
Estaba claro que quería dar por terminada la conversación, pero Light Fury no se lo iba a permitir, no sin antes obtener las respuestas que necesitaba.
—Para mí sí, y para todo Berk también—declaró ahora sin ocultar la ira que sentía en su interior—. Abandonaste la ciudad, ¿tienes idea de lo que eso significó para todos? No me importa lo que hayas estado haciendo todo este tiempo—hizo una pausa en busca de calmarse para después continuar con un poco más de serenidad—, pero quería conocer las razones que tuviste para marcharte en primer lugar, al menos así podría saber si valió la pena que lo hicieras.
—Créeme no importa lo que diga ni mucho menos mis razones—lo escuchó susurrar—, ten por seguro que no lo valió.
A pesar de la oscuridad, pudo notar en el rostro del héroe una sonrisa triste y una mirada llorosa que resplandecía en su dirección. Tal reacción fue un golpe bajo para ella, finalmente había logrado comprender que durante todo ese tiempo lo estuvo juzgando mal pues su expresión sólo reflejaba lamentación y arrepentimiento.
—Cometí un error, no puedo negarlo—añadió con la poca fuerza y determinación que aún conservaba—. Es por eso que estoy aquí, lo solucionaré.
—No puedes volver así sin más y fingir que todo está bien.
No quería empeorar más la situación pero, sin duda, sabía que era algo que se necesitaba decir.
—No finjo nada y tampoco deseo quitarte el lugar que con esfuerzo has conseguido—aseguró rápidamente con tal honestidad que algo en ella se estremeció—, porque a pesar de lo que piensen los demás, eres una buena heroína.
—No me importa tu opinión—murmuró entonces apartando la mirada y sintiendo como un peculiar calor comenzaba a formarse en sus mejillas—. Eres el héroe que abandonó la ciudad, tus halagos no valen nada.
—Lo sé—suspiró el encapuchado y, si ella lo hubiera visto, notaría nuevamente la tristeza opacando el fulgor de sus ojos verdes—, y como te dije, no puedo pedirte que lo entiendas. Pero sí puedo asegurarte una cosa…
La recién añadida potencia en su voz la obligó a alzar la mirada para encararlo, cualquier indicio de duda o debilidad habían desaparecido de él.
—Cuando termine lo que vine a hacer, cuando acabe los asuntos que dejé pendientes, me iré y jamás volveré—sentenció, su mirada permaneciendo fija en la de ella conforme hablaba—. Entonces podrás hacerte cargo de la ciudad como lo has estado haciendo hasta ahora, no me voy a interponer.
—¿Asuntos pendientes?—cuestionó confundida sin saber por qué un sentimiento de temor comenzaba a crecer en su interior—. ¿De qué hablas?
—Es mejor que no lo sepas—respondió con un deje intranquilo—. Hay cosas en esta ciudad, Light Fury, a las que sin duda no estás lista para enfrentar…
Con esa última frase le dio la espalda y disminuyó la distancia que lo separaba del borde de la azotea. Ante la mirada expectante de Light Fury, se detuvo sobre la cornisa dejando que el viento agitara su capucha y el cabello que lograba sobresalir de esta.
Suspiró suavemente para después observarla por encima de su hombro regalándole una sonrisa sincera que sin duda la tomó por sorpresa.
—Y espero que nunca tengas que hacerlo—concluyó con esa misma sinceridad para después saltar del edificio perdiéndose entre la oscuridad, dejándola sola y aún más confundida que antes.
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Escuchó la puerta de su habitación abrirse pero se negó a girarse para encarar al intruso, por el contrario, cubrió su rostro con las sabanas cuando sintió que las cortinas eran corridas permitiendo la entrada de la luz del Sol.
—¿Leily?—la voz de su madre se alzó entre el silencio, era cálida y con un pequeño toque de preocupación—. Pasa de mediodía, cariño, debes despertar.
¿Mediodía? ¿Tanto había dormido?
Bueno, no podían culparla, los días anteriores resultaron tan agotadores que no había podido dormir como se debe. En especial la noche anterior, no sólo por el incidente en el callejón, sino por su encuentro doble con Night Fury.