—¿Segura que estarás bien?—le preguntó nuevamente la mujer con tono preocupado.
—Sí—respondió con una ligera sonrisa—, no se preocupen.
En el poco tiempo que estuvo ahí, la pareja había logrado hacerla sentir como en casa. Cuando los veía podía percibir a sus padres y eso, de alguna manera, la hacía no querer marcharse.
Lástima que no siempre podemos cumplir nuestros deseos.
—Es tarde y debo volver a casa.
—Puedo llevarte, si quieres—ofreció Stoick con rapidez y sin pensar.
—Eso es muy lindo de su parte, pero no puedo aceptarlo—negó risueña cuando el hombre se sonrojó al notar su error—. No es la primera vez que salto por los techos a esta hora—bromeó para calmar la tensión—, estaré bien, así que no se preocupen.
Durante las últimas horas había permanecido con ellos y aunque al principio se dijo que lo hacía para asegurarse de que Night Fury estaba bien, al final descubrió que le agradaba la compañía del matrimonio y, pese a cualquier sugerencia, terminó por anunciar su retirada. Al igual que Night, ella también tenía una familia esperándola en casa.
Su madre la había llamado minutos atrás, preocupada al desconocer su paradero, y por ello debía marcharse.
El héroe estaba bien y ella igual, así que no había necesidad de que continuara ahí.
—Light—la llamó Valka cuando comenzó a acercarse a la puerta, obligándola a detenerse en el intento—, gracias por salvar a mi hijo.
—No fue nada—negó tranquila jugando con su cabello—, él haría lo mismo por mi… En realidad lo ha hecho.
—Aun así gracias—insistió la castaña tomando su mano libre, pues en la otra cargaba una bolsa de tela con su traje sucio—. Sé que la vida que llevan es complicada y no están exentos de resultar heridos; así que si alguna vez necesitas ayuda puedes venir aquí—prometió tranquila y maternal para después añadir con un ligero tono de advertencia:—. Sólo espero que no sea muy frecuente.
—Puedes contar con nosotros—concordó Stoick acercándose a ellas—. No tienen que luchar solos—añadió como un recordatorio de la conversación que habían tenido una hora atrás.
—Ahora soy yo quien les agradece—confesó la albina sin poder ocultar su nueva sonrisa.
Cuando su mano fue liberada por la castaña, retomó su marcha hacia la puerta trasera y, girándose una última vez hacia ellos, se despidió.
—Díganle a Night que tenía razón—pidió sabiendo que aunque ellos no lo comprenderían, él sí lo haría—, y que hablaremos cuando se recupere.
La pareja asintió, satisfechos y con seguridad.
—Ten cuidado—indicó Stoick con una mano en el hombro de su mujer.
Ahora fue el turno de la heroína para asentir antes de desaparecer tras la puerta que se cerró sumiéndolos en el silencio y la quietud.
Una vez en el exterior, Light Fury le dio un último vistazo a la casa que estaba por dejar atrás, en especial la ventana desde la cual pudo divisar el cuerpo del héroe dormido.
«Lo más difícil de este trabajo es que no siempre puedes salvar a todos.»
Él le había dicho eso y ahora comprendía cuánta razón había tenido, pero… ¿debía quedarse sin hacer nada y aceptarlo sin más?
«Concéntrate en salvar uno a la vez, a todos aquellos que sí estén a tu alcance.»
—Espero que tú estés a mi alcance…—susurró esperanzada y con el corazón latiéndole con fuerza cuando el rostro del héroe se proyectó en su mente.
Contuvo la sonrisa que aquella imagen le provocó, ignorante de que en el interior de esa habitación el joven, sumido en sus sueños, le susurraba una respuesta…
¿Por cuánto tiempo podrían continuar negando la verdad que ambos conocían?
*O*O*O*
Speed Stinger entró a la enorme habitación sin siquiera esperar una confirmación. Avanzó determinada con los tacones de sus botas resonando en todo el lugar con cada paso que daba.
—La misión fue un éxito—dijo entonces observando al hombre que seguía de espaldas a ella.
—Supongo que ahora viene un «pero»—fue lo único que dijo Grimmel sin cambiar de posición, con los brazos cruzados en su espalda y la mirada fija en los monitores encendidos.
La única luz que iluminaba la habitación provenía de ellos, ocasionando que el ambiente y el rostro del cazador lucieran más siniestros.
—Los demás comienzan a dudar—respondió la pelirroja tras un ligero suspiro; esperando con ansias a que se girara y la viera.
—¿Con qué motivos?—cuestionó y entonces cumplió su deseo.
Cuando sus miradas se encontraron, algo en el interior de la joven se estremeció y un sentimiento de miedo se apoderó de ella por un segundo hasta que lo hizo desaparecer.
Los ojos del hombre denotaban molestia, decepción y deseos de castigar a alguien.
—Bueno…—comenzó con un carraspeo; ella no quería ser ese alguien—, son impulsivos y desean más información. Creen que dejar ir a los héroes estuvo mal.