Era muy tarde, lo sabia porque el cielo ya estaba completamente oscuro únicamente dejando ver la hermosa luz de luna, frente a mi se encontraba un largo, oscuro y estrecho callejón, mi instinto me daba a entender a gritos que no pasara por allí, pero mi mente me decía que lo hiciera, que atravesara aquel extraño callejón sin importar el miedo y la extraña sensación que me provocaba.
Finalmente deje de debatir conmigo misma y comencé a caminar hacia aquel callejón, la única luz que tenia era la de mi celular el cual se encontraba en el pequeño bolso que siempre llevaba conmigo, pasados unos minutos caminando lentamente por aquel lugar sentí como si estuviese en algún tipo de bucle, tres veces vi exactamente el mismo bote de basura en el mismo lugar, no me cabía duda que algo estaba mal, opte por sacar un pequeño papel y anotar mi nombre en el para dejarlo en un sitio ligeramente visible para saber si estaba pasando por el mismo punto, continué caminando y vi de nuevo el bote de basura, esta vez me acerque a el buscando aquella nota que había dejado junto a el, pero no estaba no había absolutamente nada.
El miedo y el arrepentimiento comenzaron a hacerse presentes, algo estaba pasando, este callejón es interminable o alguien quito la nota de donde la había dejado anteriormente. Con decisión continué caminando ya había llegado muy lejos, no podía rendirme ahora.
Mala elección.
Unos pasos mas adelante se hizo visible una gran pirámide de basura amontonada así que me aproximé lentamente a ella para ver que era, en ese momento deseé nunca haberme acercado allí, la pila de "basura" no era nada más y nada menos que un montón de cabezas de muñecas quemadas y pintadas con marcador rojo, todas y cada una de ellas sin ojos, me detuve un momento para respirar, estaba completamente en shock por ver aquella atrocidad, finalmente decidí mirar hacia la punta de aquel montón de muñecas.
Oh dios, ¿Donde me he metido?
Una niña, era una niña decapitada ¡UNA PEQUEÑA NIÑA!, no aguante mas y salí corriendo de allí, corría y corría pero no llegaba a ningún lugar, no me di cuenta en que momento mi celular se había apagado, dejándome en completa oscuridad dentro de aquel tenebroso callejón.
De un momento a otro choque con una pequeña morada, era lo único de aquel lugar que tenia luz, muy floja pero tenia, cansada debido a todo lo que corrí me recosté un momento en la pared de aquella vivienda, mal momento para querer descansar.
Justo detrás de mi se escucharon unos pasos, fue en ese momento en el que caí en cuenta donde estaba y el porqué quería salir de allí, me levante lo mas rápido que pude para comenzar a correr, pero en un falso movimiento caí al suelo... El momento exacto en que una mano se poso en mi tobillo para jalarme hacia el...
—¡NOOOOOOOOOOOO!—grité aterrorizada con lagrimas saliendo sin control de mis ojos, no de nuevo el mismo sueño, no otra vez...
—¿Que pasa hija? ¿Esta bien corazón?—preguntó Fedor con una notable expresión de preocupación en su rostro— escuche gritos, ¿Fue esa pesadilla de nuevo, cierto?—asentí y el continuo hablando—si quieres puedo quedarme aquí contigo mientras te duermes de nuevo.
—Esta bien, muchas gracias—dije para acomodarme en mi cama y quedarme dormida junto a el a los pocos minutos de acostarme.
A la mañana siguiente, me levante y Fedor al parecer se había quedado a dormir conmigo, la verdad ya son varias noches que se trasnocha por mi culpa y mis pesadillas tontas, hoy era el día de mudanza, nos íbamos a un pueblo cercano a donde vivía mi madre cuando era niña, una lastima que ya no este entre nosotros.
Me dispuse a levantarme de la cama y levantar a Fedor de igual manera, ya era bastante tarde y los de la mudanza venían en unas cuantas horas a buscar las cosas, antes de despertarlo fui al baño a hacer mis necesidades para luego bajar a la cocina y preparar el desayuno, una vez listo subí de nuevo a mi habitación para despertar a Fedor.
—Oye, es tarde, recuerda que hoy es la mudanza, ya hice el desayuno—comenté mientras lo sacudía un poco para que se despertara—son pancakes y café, justo como te gusta.
No pasaron ni dos minutos luego de decir eso, cuando ya se había levantado de la cama como una flecha directo hacia al baño, para salir corriendo luego a la cocina y devorar el desayuno que le había hecho.
Mientras, yo terminé de empacar las cosas que llevaría a nuestra nueva casa, aquel pueblo, por lo que tengo entendido se llama Pesmes y si mi madre estaba en lo correcto, sera una bonita estadía mientras vivamos allí, según ella y sus relatos era muy bonito allá, al parecer los vecinos eran todos muy unidos y muy buena gente, creo que hay un instituto también, eso me vendrá de maravilla ya que acá donde vivo cerraron la institución en la que yo estudiaba por motivos de dinero y deudas con el estado.
El resto de las horas me las pase leyendo unos cuantos libros y escuchando música, finalmente llego la hora de hacer la mudanza y ya había llegado el camión de la agencia de mudanzas a llevarse nuestras cosas, fue un tanto nostálgico despedirse de aquella casa pase muy bonitos momentos en ella, lo bueno es que quedaría allí, Fedor decidió no venderla, según el es muy especial para la familia, aun no entiendo el porqué, pero bueno, el tendra sus motivos ¿Cierto?
—Neska, hija, es hora de irnos, baja ya—gritó Fedor desde la planta baja—ya los de la mudanza se han ido, tenemos que seguirles.
—Vale, ya bajo.
Di una ultima mirada a mi antigua habitación para despedirme para siempre de ella, hice lo mismo con toda la casa. Y sí a pesar de que suena raro esta casa fue muy importante para mí por muchos motivos que son imposibles de explicar. Cuando por fin me dejé de sentimentalismos baje al garaje y Fedor ya estaba en el coche esperándome.
—¿Despidiéndote, en serio? si sabes que es una casa y no una persona ¿cierto?—preguntó burlón.
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Editado: 08.07.2020