"We fight through fire and pain
and always get up again
there´s nothing we can´t do."
Las miradas se mantenían fijas en ellos y en sus vestimentas blancas; el par de hombres llevaban pantalones blancos a juego y camisas casuales que resaltaban su piel morena. Roxana lucía un conjunto de dos piezas: falda larga con una apertura en su pierna derecha y un top sin tirantes acompañada de un saco, tacones ligeros y su cabello suelto cayendo con delicadeza por sus hombros. En sus dedos reposaban varios anillos de diamante que formaban parte de su patrimonio.
Reagan el mayor de los tres era quien oficiaba la ceremonia; sostenía una daga de oro con rubíes incrustados en la empuñadura sobre la palma de su sobrina con cuidado, realizando un diminuto pero significativo corte provocando un llanto desgarrador en la pequeña.
—Atenea Roxana O’Donell Valentino —Los primeros disparos retumbaron fuera de la habitación apurando al moreno;— ¿Juras proteger y velar por el bienestar de Mia Carter O’Donell Lancaster sobreponiendo su vida sobre la tuya de ser necesario? —preguntó dirigiendo la daga a la palma de la mencionada quien asintió, recibiendo el corte a lo largo de su mano.
—Lo juro por mi honor, por mi sangre y por los Dioses. — prometió, posicionando su mano sobre la de su sobrina mezclando sus sangres y sellando su pacto para siempre. — Muerte antes del deshonor —susurró
—Muerte antes del deshonor—repitieron todos los presentes en la habitación al son, alzando las copas en su dirección.
—Familia —Reagan miró a los miembros de la familia O’Donell que se ponían de pie con calma a pesar del caos que comenzaba a desatarse tras las puertas aseguradas— En la guerra, victoria. En la paz, vigilancia. Y en la muerte, sacrificio.
—Familia antes que todo, y sobre todos —recitaron en conjunto una vez más antes beber todo el contenido de sus copas con prisa, incluso los menores.
La primera persona en acercarse a ellos fue Mariel que cargó a su hija para mecerla y tratar de calmarla, no podía limpiar la sangre ni tratar de detenerla, debía esperar, y con los ojos llenos de dolor lo hizo.
Roxana miró a su familia que comenzaba a cargar sus armas, y a las madres que ajustaban los chalecos de protección en los niños, que a pesar de estar asustados se mantenían firmes y obedientes ante las órdenes que recibían. Iban por Mía pues su padre había hecho enojar a las personas incorrectas pero se llevarían a cualquier O’Donell; especialmente a los pequeños que resultaban manipulables.
—Pensé que cuando se enteraran que eres su guardiana se detendrían. —Mariel murmuró presa del pánico. — ¿No se supone que el mundo te teme? La gente ni siquiera se atreve a cuestionarte pero aquí están, dispuestos a matarte —ladró molesta.
—Si fuera cualquier otra persona ni siquiera estarían aquí pero ellos en algún momento formaron parte de la familia y los mismos códigos los protegían, saben cómo nos manejamos.
—Entonces de nada sirvió que te hiciéramos su guardiana en vez de Reagan —cuestionó duramente.
—Vinieron a detener el pacto, Mariel, ellos no saben qué ya sucedió. Sin un pacto de por medio mis hermanos y yo podríamos retirarnos en cualquier momento y salir ilesos justamente porque el mundo me teme. Si evitan que se haga el pacto, ellos no tendrían que pelear en mi contra. —Roxana le regaló una diminuta sonrisa de superioridad — Pero hice el pacto, y ahora mi deber es proteger a Mia — miró a la pequeña que parecía más calmada ahora aunque sabía que eso no duraría.
—Roxana, se están acercando, han derribado la primera línea de defensa —Zedd le informó.
—Todos a sus posiciones, ya saben lo que tienen que hacer —anunció tomando las armas que Rion, uno de sus primos mayores le ofrecía. —Espero verlos a todos en casa —asintió a su familia que ya se encontraba armada hasta los talones listos para la guerra — Peony, a tu señal —Roxana comenzó a revisar las armas que se ceñían en su cuerpo, asegurándose de que no hubiera fallas.
—Tienen treinta segundos, los autos los estarán esperando.
—¿Sabemos cuál de ellos está al mando en esta ocasión? —preguntó a la inteligencia artificial.
—Sí, se trata de tu primo Bennet, y como segundo al mando está Falcon junto con Idris —respondió con tranquilidad —diez segundos.
Roxana miró a Jordan con complicidad pidiéndole que se mantuviera a su lado pues ahora que tenía como obligación proteger a la bebé necesitaba alguien que cubriera su espalda, y no confiaba en nadie más que su hermano para ese trabajo.
La explosión sucedió en un instante aturdiendo a la mayoría de los atacantes que no lo esperaban, las primeras camionetas atravesaron la habitación a una velocidad impresionante, deteniéndose frente a ellos; los niños subieron apurados con la ayuda de Monique y Jael —ambas madres un tanto inquietas;—mientras Joshua, Gael y Rion protegían cada lado disparando a los enemigos que comenzaban a infiltrarse por el enorme hueco en una de las paredes.