Desperté sin ganas de nada, solo quería estar en casa hasta saber noticias de mi madre.
Era jueves, pensé en no ir a la universidad, pero ya tenía demasiadas faltas y malas notas.
Me vestí y siquiera desayuné.
Fui a la parada del autobús.
– Hey, sé lo que pasó ayer, lo siento- dijo Ximena-
– Es mi culpa, no debí salir de la casa, debí quedarme para cuidar a mamá.
– No es tu culpa, no podías detenerlo.
– Al menos pude haber hecho algo para evitarlo. Debí convencer a mamá de que se fuera a otro lugar, que se escondiera.
– No deberías atormentarte por esto.
– Lo sé, pero no puedo evitar pensar en que si no hubiera tratado de buscar a ese hombre, hubiera estado en casa y habría tratado de evitar que mamá saliera de casa.
Cuando llegué a la universidad, todos me miraban. Sabían de mi situación por una nota periodística que salió ayer.
Pasaban las clases, pero no dejaba de pensar.
Entrenar era lo único que me podía poner feliz en estos momentos.
Llegué al vestuario.
– Entrenador Frank: Alex, sé que estás viviendo una difícil situación, si lo prefieres puedes ir a casa, no te preocupes por el entrenamiento.
– No entrenador, quiero quedarme acá. Es lo único que le está dando sentido a mis días, el futbol.
– Bueno, si esa es tu decisión.
Salí al campo.
Todos me miraban como si fuese un bicho raro, al parecer todos se habían enterado de lo que me había pasado.
– Alex, -dijo el entrenador- estoy feliz por lo que hiciste ayer, por fin te llevaste bien con el balón. Pero necesito que lo que hiciste ayer, trates de repetirlo todos los días. Tienes potencial, y ayer lo demostraste, pero debes estar cien por cien metido en esto si realmente quieres estar acá.
Al escucharle entendí que el fútbol era algo, para mí, más que solo un pasatiempo, que debía meterme de lleno si de verdad quería estar ahí.
Pero... el tema de mamá me hacía dudar sobre si podía realmente estar concentrado al cien por cien en el futbol. No era algo fácil, en ese momento fue como elegir al fútbol o a mamá. Pero, y si lo estaba exagerando?...
Entrené a tope, sabiendo que era mi penúltima oportunidad para entrar al equipo.
Terminé, y las sensaciones volvieron a ser positivas. Comenzaba a pensar que si quería quedarme, el último entrenamiento era crucial.
- Bien chicos, este fin de semana ya saben que enfrentaremos a los halcones, así que mañana daré la lista de quién entra y quién se queda en las gradas. Este partido es importante para nosotros, debemos ganarlo si queremos llegar a las rondas de eliminación.
– Alex... antes de que te vayas, quiero decirte que para mí es importante que te hayas quedado, aún estando en la situación en la que estás. -Dijo el entrenador, con un tono como si estuviera orgulloso de lo que había hecho.-
Esto me ayudó a sentirme bien, en una semana que había sido pésima.
Tomé el autobús de regreso a casa.
Al llegar, toqué y recordé que la casa estaba vacía.
Pero... me había olvidado las llaves dentro de la casa.
Estaba siendo una semana lindísima...
Llamé a un cerrajero.
Estaba leyendo algo en mi móvil, cuando Ximena bajó del autobús.
– Y ahora que haces acá fuera.
– Me olvidé las llaves dentro, olvidé que un imbécil secuestro a mamá - le dije con un tono enfadado-
– Tranquilo, ya te dije que no te sirve de nada estar así, eso no traerá de vuelta a tu madre.
– Sip... tienes razón, perdón, es solo que mi semana ha sido un poco pesada. Estoy esperando a un cerrajero.
– Bueno, y que tal si mientras esperas hablamos de algo que te haga olvidarte de esto.
– Bien... y que tal si me pláticas más de tí. Hemos estado hablando demasiado de mí, pero puedo asegurar que tú también tienes tus problemas.
– Pues mi vida es más tranquila que la tuya. - dijo con una risa algo fingida-
– Si, eso es seguro.
– Vivo sola, rento una casa a dos cuadras de aquí.
Estuvimos platicando por un largo tiempo.
En un momento, comenzamos a reír mucho. Entonces llegó ese momento, en el que nos miramos muy fijamente, estábamos acercando nuestros labios, justo cuando llegó el cerrajero.
– Buenas tardes, es aquí la casa de Alex Ruiz.
– Sip, soy yo, olvidé las llaves de la casa y no puedo entrar.
– Bien, solo necesito un momento para arreglarlo.
– Que buen momento - dijo Ximena -
Reí.
– Bueno, tengo que irme a casa, tengo unos trabajos que hacer.
– Ok. Hey, gracias por quedarte.
– Bien - dijo el cerrajero- ya quedó.
Pagué al cerrajero y entré a casa.
En ese momento, tuve un sentimiento horrible, sentí que estaba solo, no solo en casa, sino en la vida. Si mamá no volvía... preferí no seguir pensando en eso.
Llegó una notificación a el móvil:
Mensaje de Parker
-Hey Alex, supe lo que pasó con tu madre, lo siento mucho. Pero la encontrarán, confía en mis palabras.
Estaré por allá pronto, ya quiero platicar contigo. Por el momento no te preocupes, todo estará bien.
Contesté:
-Gracias Park (así le llamaba) también tengo ganas de verte y platicar, me siento solo y me ayudaría que estuvieras acá.
Traté de hacer algo para cenar, y digo traté porque nunca había sido fan de la cocina. Mamá decía que tenía que aprender a cocinar, pero nunca lo había tomado en serio.
Ahora sabía por qué mamá insistía tanto con eso.
Al final, terminé cenando cereal con leche. Era lo que podía hacer, aprendería a cocinar en un futuro, con tutoriales o cosas así.
Fui a la recámara de mamá.
Entré y me llegó el olor del perfume de mamá. No pude resistir pensar de nuevo en esto, lloré toda la noche.
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Desperté y ví mi celular. Eran las 7:36 AM.
Comencé mi día con muy pocas ganas, pero era el último entrenamiento, mi última oportunidad.
Tomé el autobús, con la misma rutina, platicando con Ximena.