— Debe de estar por aquí, ¿estoy en lo correcto?
— No lo sé, Azazel. Nisiquiera sé hacia donde vamos.
Dos almas caminaban en un desolado terreno arenoso, con la esperanza de encontrar algo que comer.
— Tiver, tu ceguera no es graciosa.
— Para ti no, para un ciervo tigre ciego si lo es.
— Sigo sin entender como puedes caminar y saber mi forma sin siquiera haberme visto.
— Ser tu espíritu guardián es más que suficiente para saber cómo eres y mis pezuñas son lo suficientemente pesadas para saber que hay enfrente y atrás, percibo ondas que tú jamás podrás ver.
— Como tú digas. — Suspiró. — En serio, ¿cuánto falta para un nuevo pueblo? —
— ¿En serio lo preguntas luego de haber hecho polvo el último?
— Hey, no fue mi culpa. Intenté rogarle a Buze pero no me hizo caso, ese ente es aterrador...
— Es el espíritu que perdonará todos los insultos que hayas dado, ¿qué tan fácil creés que será?
— Por lo que pasó, no será nada fácil.
— Millones de personas le siguen, queriendo subir el primer escalón a su salvación. Ese ente es más misterioso de lo que piensas.
— Sí, también lo sé. — Volvió a suspirar.
Tiver caminó un poco más rápido mientras que Azazel se arrecostaba encima de él como si fuera un sillón.
Enfrente de ellos se comenzó a visionar un pequeño pueblo, dónde distintas antorchas blancas alumbraban el oscuro escenario lleno de casas y adelante de eso un bosque de un color negro
— Encontramos otro pueblo. ¡Fantástico! ¿creés que en este podamos comer algo?
— ¿Para qué deseas comer? Las almas son inmune a la hambruna en este lugar.
— Es solo por el morbo, Tiver. Hace mucho que no como nada. — Suspiró otra vez. — Solo quiero ver a sentir lo que es estar vivo. —
— Comer no te hará sentir vivo, Azazel. — Dejó de caminar. — Solo te hará extrañar una forma a la que es imposible que logres llegar. —
— Vaya, gracias por darme esperanzas, amigo. — Tocó suavemente su frente con frustración. — Ya no sé qué hacer, ah. —
— Solo ha pasado una semana humana aquí, Azazel. No pierdas las esperanzas tan rápido.
— Es irónico que lo digas.
— Ya lo sé pero ese es el punto.
— Espera, ¿por qué te frenaste?
— Eres despistado, mira hacia allá. — Tiver señaló con su oscico.
— ¿Eh? — Miró hacia donde había señalado su compañero. — ¿Pero qué? —
Lo que ambos espíritus tenían enfrente era una multitud enfurecida, golpeando y pateando algo que estaba abajo de ellos, con antorchas en sus manos para iluminar la zona. Aquellos solían gritar varias cosas.
— ¡Basura!
— ¡Maldito asesino!
— ¡Desgraciado infeliz!
— ¡Estúpido tirano!
— ¡Jamás serás feliz!
— ¡Escoria!
— ¿Pero qué? ¿A quien le gritan todo eso? — Azazel estaba confundido. — ¿A quién están pateando? —
— Es un niño, puedo ver su silueta desde aquí, no creo que sobreviva mucho.
— ¿¡Qué!? — Azazel rápidamente bajó de su compañero y corrió hacia la multitud. — ¡Oigan, basta! —
Alguien de la multitud le dió un golpe a Azazel cuando intentó entrar hacia la multitud, dejándolo en el suelo.
— ¡No te metas!
— ¡No voy a dejar que dañen a ese niño! — Azazel volvió a levantar, le dieron otra vez un golpe y regresó al suelo.
— Vuélvete a levantar y te mataremos también, chico.
— Malditos ignorantes, no dejaré que maten a un niño. — Azazel volvió a levantarse.
Pero antes de que él pudiera hacer algo, Tiver corrió totalmente enfurecido hacia la multitud, chocando contra algunas personas para que dejen en paz al niño.
— Azazel, ahora.
— ¡S-si! — El chico se metió entre el pequeño hueco de la multitud que había dejado su compañero con su acción, sosteniendo al niño entre sus brazos y comenzando a correr.
— Maldito animal. ¡Te vamos a matar!
Tras dicha amenaza, Tiver retrocedió hacia atrás dispuesto a pelear.
— ¡Quemenlo!
— ¡Quememos al mounstro!
La multitud no se dirigía hacia Tiver, sino, hacía el chico que había sostenido al niño y estaba huyendo.
Aquel grupo de abusadores con antorchas comenzaron a lanzarlas directo hacia Azazel pero ninguna le lograba dar.
— Cálmate, pequeño. Todo estará bien, ¿si? Saldremos de esta. — Azazel intentó correr más rápido, manteniendo al niño en sus brazos.
El niño no respondió, solo parecía descansar plácidamente sobre los brazos del chico.
Por su lado, Tiver comenzó a embestir a varias personas que intentaba lanzar sus antorchas, esquivando algunos ataques con palos de los mismos.
— ¿Por qué los ayudas? ¡Los va a condenar!
— Mi trabajo es cuidar a mi protegido y si él desea salvar a un niño, yo le apoyaré.
— ¡Está maldito!
— ¡Los va a matar como mató a toda su gente!
— ¡Nos traicionó!
— ¡Nos asesinó!
— ¡Nos condenó a este sufrimiento eterno!
La multitud comenzó a dirigirse hacia Tiver con toda furia, haciendo que el ciervo tigre retrocediera con rapidez intentando escapar.
Sin embargo, no se había dado cuenta que había gente cerca de su espalda, la cuál acabó por darle varios golpes fuertes en la espalda con palos.
Dichos golpe también los sintió Azazel y por desgracia, le hizo caer al suelo y rodar varias veces aún sosteniendo al niño con fuerza.
— Mierda...¿Cómo se me ocurre olvidar a Tiver? — Azazel se quitó su túnica, cubriendo al niño con ella. — Porfavor, quédate aqui y no te vayas. —
El chico comenzó a correr con total rapidez hacia su espíritu guardián, sintiendo como varios golpes más le caían en su espalda, afectando cada vez más el rendimiento de ambos.
— Ya voy, Tiver. ¡Solo espera!
— ¡Azazel! — El espíritu intentaba defenderse, sin embargo, más golpes lograban darle.
— ¡Tiver!
Azazel seguía corriendo cada vez con más dificiltad, cuando derrepente, una bestia de 7 metros apareció atrás del espíritu animal.
Dicha bestia no parecía tener ojos, ni oídos. Simplemente tenía distintas bocas en todas partes de su cuerpo y dónde no, tenía pelo. No parecía tener alguna clase de arma, ni defensa, solo estaba ahí...quieta sin más.
El asombroso de dicho ente ahí acabó por hacer caer a varias personas de la multitud y a Azazel, los cuáles veían con total temor a la criatura.
— ¿Pero qué? N-no p-puede ser, ¿C-como s-se h-hizo t-tan g-grande? — Azazel intentó levantarse pero no podía dejar de temblar del miedo.
— Buze volvió y más grande que nunca al parecer. — Tiver se quedó solamente quieto, sin hacer algo con la bestia que tenía detrás.
— E-estamos p-perdidos.
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Editado: 14.04.2021