Tristán:
—Hola, hola, ¿te encuentras mejor? —me pregunta la mujer, realizando gestos bruscos para que pueda captarla.
—¿Eh? Pero, ¡tú estabas muerta! ¿Estoy en el cielo? ¡Llegó mi momento y ni siquiera le dije adiós a mi familia! —digo, sin poder creerlo. Observo mi alrededor y veo cómo varios oficiales se llevan presos a los piratas.
—¡No estás muerto, tonto! ¿Acaso me ves muerta? —Niego con la cabeza. Ella extiende su mano amablemente y ayuda a ponerme de pie. —Tranquilo, cuando estoy en combate, es difícil tocar mi cuerpo humano.
—¿Eres un espíritu demoníaco de fuego? —le pregunto, incrédulo.
—¡Que no soy un demonio ni estoy muerta! ¡Ven, tócame y confirma que no soy un espíritu! Solo forma parte de mi habilidad como maga, es todo. —confiesa, muy alegre y firme. Me transmite seguridad. —Lamento haberte hecho pasar ese susto. ¿Quieres que te lleve a casa?
Al haberme salvado la vida y acabado con esos piratas, ganó la confianza suficiente como para que aceptara. Sin embargo, le dije que quería ir a un lugar especial, ya que está atardeciendo. Nos desviamos de camino. Es curioso hasta cómo camina. Relajada, alegre, a veces pensativa y avanza con los ojos cerrados sin tropezar nada. ¿Cómo lo hace? En fin, llegamos media hora después a mi lugar favorito. Queda en otro borde de Crystal Sea, en el tejado de una gran torre. Podemos ver espléndidamente a los animales y criaturas marinas desde acá, sin ningún peligro.
—Es precioso. —comenta ella—. El resplandor del mar junto a sus maravillosos seres vivos.
—Sí, la razón principal de por qué me gusta estar aquí es poder verlos tan cerca. —confieso, y abrazo mis piernas—. Ellos no pueden entrar. El campo que divide el agua y mantiene nuestra esfera no se los permite.
—Es muy interesante la forma que tienen de vivir aquí. —opina entre risas, que resulta agradable.
—Soy Tristán... Tristán Aquarium.
—¡Oh! ¡Es cierto! No te había dado mi nombre. Qué exceso de confianza he tenido. —comenta, y saca la lengua, juguetona—. Soy Amber, la mujer que algún día se convertirá en miembro de los Magos Santos.
—¡Wow! ¿Los Magos Santos existen?
—¿Cómo te atreves a preguntar eso? Ellos son nuestro pilar más importante. Constituyen una parte esencial en el mundo y siempre tratan de equilibrarlo. ¿Eso no te lo enseñaron en clases? —Niego con la cabeza. —¿En casa? —Lo hago de nuevo. —¿No ha sido comentado en la calle? —Niego otra vez.
»¿Eh? No entiendo. Jamás creí que, en un reino, no se enseñaría un tema tan importante. Esto forma parte de nuestros principios.
—¿Los Magos Santos son humanos?
—Ehh... por naturaleza, sí. Aunque no lo parezcan, excepto uno que es un ángel.
—Aquí no se habla bien de los humanos. Son considerados demonios o, como mínimo, una raza maligna.
—¿Consideras que soy maligna?
Esa fue la pregunta que me dejó pensante. Duré varios segundos en responder. Además de la reina y la princesa, jamás había conocido a un humano "bueno". Siempre supe y he visto a piratas hacer mal en el reino, pero ella acabó con gente de su propia especie. De hecho, salvó a cada tritón que estaba siendo víctima de esos saqueos y abusos. Ella estuvo de nuestro lado. Nos defendió hasta que todos estuviéramos a salvo y detuvo el bandalismo. ¿Hay manera de considerar que es mala? De seguro, es diferente.
—No lo sé, por eso quiero ir y experimentarlo yo mismo. Conocer más a esa especie y determinar si, en su mayoría, son como los representan aquí. —respondo con la mirada hacia un lado, tenso.
—¡Muy bien dicho! —comenta, alegre y entusiasmada—. No te falta mucho para ser adulto y poder viajar por sí solo al extranjero.
—En realidad... —Ella me mira con la sonrisa baja. —Es un tema complicado. Mi madre se preocuparía mucho. Nuestro reino busca la manera de que no nos alejemos tanto de la isla, menos si intentamos ir a la superficie. Eso sin contar los problemas que podría tener con los humanos malvados. Tuve suerte, esta vez, de encontrarme contigo.
—Comprendo lo que sientes. No parece que sea un tema fácil de tratar. —Se queda pensativa unos segundos. El silencio me incomoda. —Recuerda algo: Crystal Sea jamás dejará de ser tu isla natal, pero si tus deseos implican salir al extranjero, a esto que llamas "hogar" se convertirá para tí en una prisión.
—Ohh. —No sé qué comentar. Me ha dejado pensativo esa frase.
—Las aves están para volar, no para ser enjauladas.
Al decir eso, acerca ambas manos y cruza dos dedos para hacer una cruz. Me pide que sople, y lo hago muy curioso. Inmediatamente libera pequeñas flamas de fuego con mi aliento que se transforman en un ave. Esta vuela resplandeciente y se aleja varios metros de nosotros. Termina deshaciéndose cuando toca el borde de la esfera que separa el agua de nuestra isla. Fue maravilloso.
Ella tuvo que seguir su camino e irse de la isla. Nos habíamos caído muy bien. He llegado a tenerle mucha admiración. Si así son los magos, me encantaría ser uno. Poder ayudar a los distintos seres, contribuir a las diferentes sociedades, buscar lo mejor para los demás y sacarle esa sonrisa que ella implantó en mí a quienes se crucen conmigo. Necesito ser más valiente, seguro de mí mismo, decidido y de un espíritu fuerte. Para ello, estuve buscando en muchas bibliotecas e institutos libros sobre magos, hechicería y magia general.