—¿Estás seguro de hacer esto? —le pregunta Tristán de hombros encogidos.
—Claro que sí. Mientras más adelantemos en la misión, mejor nos podrá ir. —contesta Kevin, comenzando a subir un camino empinado.
5 minutos después...
—Aunque... ya es tarde. Puede que nos atrape la noche para regresar. —objeta Tristán, tratando de pasar cuidadosamente por un puente que parece peligroso.
—Tranquilo, en la mochila que tienes cargada, hay frutas y agua. Además de una linterna y el libro de Lucy.
—¡A mí me llamas por mi nombre! Peo igual continúo siendo de mi querida y dulce ama.
Media hora más tarde...
—¡¿Escuchaste eso?! —interroga Tristán, pegando un brinco para aferrarse enseguida a Kevin—. Creo que no somos los únicos solos acá.
—No hay de qué temer. El viejo decía que para magos como nosotros no tendríamos problemas en El Valle Rocoso.
—Pero, ¿no crees que está mal venir acá? Nunca le avisamos al equipo, y Drake solo nos mandó a tener alguna información de las gemas.
—Simplemente estamos adelantando parte del trabajo. Me preocuparía si los collares no funcionaran. Pero, ¿ves? —le dice Kevin mientras le muestra el collar—. Andan activ...
—¡¿Por qué tu collar no brilla?! —grita Tristán e inmediatamente ve el suyo—. ¡¿Qué le sucedió al mío que tampoco está encendido?
«¿Eh? ¿En qué momento fueron desactivados?», se pregunta Kevin, observándolo con detenimiento. «Por alguna razón, me recuerda mucho a Blood Sacred. El brillo de la luna rosada, los collares inactivos, un territorio aislado».
—Tienes razón, Tristán. No estamos solos. —admite Kevin con la mirada baja.
Tres segundos bastaron para que sacara su Ydra y disparara directo a una cueva que tienen al frente. ¡Plof! Cayó desplomada una clase de criatura extraña. Tristán grita del horror, temblándole las piernas de tanto miedo. Varias compañeras salen y corren hacia ellos sacando sus amenazadoras garras. Kevin le atina a toda aquella que esté más cerca de ellos. Es sorprendente la velocidad de sus disparos. Solo necesita apuntar, ya que puede sentir a cada uno de los monstruos que lo acechan. Los tiene fuera de su mirada, pero conociendo la ubicación de cada uno como la palma de su mano.
Extrañamente las criaturas ríen. Siempre están mostrando sus colmillos, pero con la boca en forma de sonrisa. La luna terminó de ocultarse y comienza la fría noche de Purple Moon. Los tiros de la Ydra y pistola que Kevin usa causan un escándalo a muchos metros de distancia. Más de esos seres extraños son llamados por la curiosidad e instinto de supervivencia. El tirador no puede controlarlas a todas. Son de 2 metros de estatura, algunas más altas. No resisten el daño de las balas que atraviesan sus cuerpos delgados y débiles. Sin embargo, continúan dando señales de vida, al minuto logran levantarse con dificultad. Las heridas son sanadas a velocidades inhumanas a pesar de tener cuerpos tan frágiles.
Decenas o quizá cientos de seres extraños los rodean. Están siendo acorralados. Tristán saca el tridente del sujetador de la espalda y enseguida comienza a girarlo varias veces. Un rayo poderoso cae desde las nubes hasta el arma, y la deja cargada al instante. La iluminación detuvo a toda criatura que estuviera en el entorno. Esto Kevin lo nota rápidamente, como si se hubieran sentido amenazadas por la luz de ese rayo en vez de las balas.
—Son demasiados. —informa Kevin, muy preocupado, mientras recarga sus armas—. Si nos damos cuenta de algo, en realidad, nunca los vimos de día. Empezaron el ataque apenas llegara la noche. —Cuando voltea, su amigo ya está consultando con Boky, ignorando todo lo que estaba mencionando antes.
—¡¿Cómo podemos salir de esta abominable situación?! —finaliza preguntando Tristán, sin dejar de agitar tanto al libro.
—¡Hazme caso y usa el tridente! —le ordena Kevin, disparando nuevamente hacia todas direcciones—. ¡Necesitamos una forma de intimidarlas!
—¡Lo que necesitamos es escapar!
—¡No! No tenemos suficientes energías para hacerlo y no disponemos de nuestra mejor salida: el teletransportador.
—¡Estas criaturas le temen a la luz! —informa rápidamente Boky—. ¡Tengan cuidado! Son muy amenazadoras y persistentes.
—¡Ya váyanse de una buena vez! —ordena Tristán.
En un abrir y cerrar de ojos, él clavó su tridente en el suelo. Creó una grieta que liberaba ciertas cantidades de energía por doquier. La electricidad paseaba por los pies de todos. No solamente electrocutó a las criaturas cercanas, sino que también espantó a aquellas que venían en camino para el ataque. Por desgracia, al no medir su poder, se da cuenta que también lastimó a Kevin, quien se arrodilla al piso para descansar. Inmediatamente Tristán le pide disculpas, culpable y avergonzado. Pero eso es lo que menos le importa a Kevin en este momento. Una vez alza la mirada y visualiza el entorno, nota que ya no están esos monstruos cerca. Significa que tendrán cierto tiempo para darse un respiro y pensar.
—Debemos buscar algún refugio. Quizás a una altura más favorable, desde acá éramos presa fácil. —aclara y realiza respiraciones pausadas.
—Dices que... ¿pasaremos la noche acá? —interroga Tristán, pero la mirada irónica de él le responde—. Ouh, de acuerdo. Creo que podremos ir al que tenemos a solo unos metros.