—¡Vamos! ¡¿Por qué se esconden tanto de mí?! —pregunta Boonie con los puños bien apretados como sus dientes.
—¿Por qué razón los quieres abrazar? —interroga Lucy de brazos cruzados, caminando con cierta firmeza y elegancia notoria.
—¡Todos ellos se ríen y muestran sus sonrisas!
—Ahm, no parecen tiernos ni agradables. —confiesa Drake—. Por otro lado... Bartol, ¿desde dónde los estás percibiendo?
—Andan en constante movimiento, pero lento. Nosotros estamos avanzando más rápido a pesar de ser una caminata. —responde él.
—Y no muy cómoda. —agrega Lucy—. Este Valle no solo tiene caminos inseguros, sino también a ojos observando detalladamente cada paso que damos. ¿Podrías hacer algo, Drake?
—No creo que sea necesario. —opina y señala a Boonie, quien está espantando al resto por su fuerza y elocuencia.
De repente la pierden de vista cuando ella corre hacia otra dirección a varios metros de distancia. Bartol es el primero que se acerca, no quiere que nos separemos mucho. Al asomar su cabeza, encuentra a Boonie riendo y comenzando a jugar con tres criaturas bebés. Son de gran tamaño, miden 15 veces el de ella. Serían capaces de aplastar a un humano y dejarlo muerto. Poseen un cuerpo de piedra con ciertos minerales brillantes en algunas partes que parecen manchas. No tienen pupilas, tampoco dientes de hueso. El brillo de sus minerales y los huecos en esa parte del rostro indican que son los ojos. Sus dientes están hechos de piedra afilada. Sin embargo, en este caso, al ser tan jóvenes, a penas están creciendo.
Boonie los divierte con muecas, carcajadas y bailes frente a lo que pueda ser su nido. A Drake le captó la atención no ver al resto de criaturas risueñas cerca, como si estuvieran tomando mucha distancia, quizá por un tema territorial entre especies. Inmediatamente le hace seña a Bartol para que esté atento, pero justo se percata que él anda pendiente de algo más. Acaba de percibir "eso" inquietante. Uno de los bebés se tira al lado de Boonie y recibe las cosquillas que ella intenta darle, sin importar la diferencia de tamaño.
—Bartol, ¿todo bien? —le pregunta Drake, tomándolo del hombro.
—Chicos, tenemos a uno de los mandamientos muy cerca. —informa Bartol, optando una posición de defensa.
—¿Qué tan cerca está? —pregunta Lucy.
En ese momento, un monstruo enorme derriba y desbarata un muro en mil pedazos en busca de sus crías. Fijó la amenaza en Boonie, quien estaba poniendo las manos encima a una de sus crías. Rápidamente Bartol intercambia posición con ella para recibir el durísimo impacto que le da esta criatura. Lo mandó a volar hasta estrellarse con una pila gigantesca de rocas. Las crías corren y se ocultan detrás del nido. Esas "manchas" que tiene la madre son más brillantes y fuertes, imponen al igual que su tamaño.
—¡La madre es quien tiene el mandamiento! —asegura Bartol mientras sale del montón de escombros sin ningún rasguño.
—¿Qué? —contestan al unísono.
—¡Debió tragarse la gema! ¡O quizá la absorbió con su propio cuerpo! —busca explicación alguna. Aunque ellos todavía no se imaginan cómo pudo suceder—. Es extraño. Pero la energía mágica que emite ese monstruo parece distinta.
—Tiene razón. —admite Boonie, seria—. Hay algo dentro de esa criatura que no puedo absorber. Además de su magia y vitalidad, posee una energía de otro tipo.
—¿Cómo se la quitamos? —interroga Leo—. ¿Esperamos a que la bote por detrás o qué?
—No, tonto. —le responde Boonie con un golpe ligero en el hombro—. Lo ideal sería hacer que vomite o dejarla débil, ya que esa energía extraña amerita un cuerpo que la resista.
—Curioso. Los mandamientos no se quedan en un recipiente débil o frágil. —supone Leo—. Bien, entonces solo nos queda pelear, eh. —dice mientras truena sus puños, pero se percata de Drake, quien ya estaba conversando con el Golem.
—Ahora que entiendes lo necesaria que es para nosotros, ¿podrías darnos la gema?
«¡No!», fue la contestación que le dio mentalmente mientras trató de pisarlo. El impacto de la pata hecha de piedra agrietó el suelo con facilidad. Drake esquivó ese ataque al usar la propulsión. Luego insiste en no querer pelear, lo que tanto le estresa y molesta a Leo. Sin embargo, el golem ataca nuevamente sin piedad ni remordimiento. Trata de pisarlo otra vez. Al notar que su don le está ayudando a movilizarse tan rápido, fija sus ojos directo a él para usar la habilidad del mandamiento. En seguida, el don de Drake pierde su función, ya no lo puede seguir usando. Recibe un gran susto al caer sin control, sin poder evitarlo. Pero Lucy estuvo atenta para salvarlo. Es atrapado por sus garras y lo lleva cerca de Bartol, quien corre a una increíble velocidad hacia la criatura.
—¿Qué le ha sucedido a mi primer don? —se pregunta Drake, observando detenidamente sus manos, siendo incapaz de producir sus llamas azules.
«¿Eso fue alguna clase de anulación?», se pregunta Leo mientras prepara una cadena de bolas de fuego. Todas impactan el enorme cuerpo. Le hacen un daño considerable, sin embargo, el golem conecta un fuertísimo golpe con la mejilla para mandarlo lejos. Leo quedó muy lastimado en tan solo un ataque. Está obligado a tomarse un respiro antes de volver.
Collette no se queda atrás, sujeta al monstruo por ambas piernas delanteras con grandes manos que puedan aguantar su fuerza. Sin demorar ni un segundo más, Boonie se lanza e impacta un duro cabezazo en el abdomen. Quizá hubiese expulsado el cristal, pero la herida fue casi superficial debido a la dureza de este Golem. En cambio, Bartol salta a muchos metros de altura y la obliga a recibir un potente puñetazo en parte del rostro. El monstruo cae de espaldas muy adolorido. Collette estuvo apunto de sostener sus extremidades con varias manos a la vez, lo que gastaría mucha energía. Pero la magia de ella se vuelve luz, ligera y radiante. En un abrir y cerrar de ojos el collar protector se rompe, quedando expuesta a la oscuridad transformada en su debilidad: Luz.