«No me perdonaré si pierdo ahora», declara Leo para sí mismo. Un bandido grande y corpulento le golpea en la cabeza con un guante eléctrico. Trató de aguantar el impacto por unos segundos, hasta su enemigo sintió miedo al ver su increíble resistencia. Sin embargo, ya no estaba haciendo lo suficiente. Así que cae arrodillado al suelo, cada vez con el autoestima más baja. Kevin se dio cuenta de lo sucedido. Cuando estaba por ayudarlo, una cuerda se mueve de manera voluntaria y enrolla su cuello. Alzó el arma, pero otra cuerda le toma las muñecas y finalmente las piernas. Lo obligan a quedarse de rodillas. De repente el techo es abierto como un gran agujero de bordes muy blandos. Parece líquido pegajoso, pero se trata de la blandura de esa misma estructura. De allí caen los nomos. Están echándose la culpa entre todos menos Gastón, quien ya no soporta tener que separarlos. Froilán nuevamente saca el colchón para amortiguar la caída. y observan el entorno, consiguiendo a muchos más rivales.
—¡Son los bandidos y cazadores! —asegura Tatick, fingiendo un desmayo para no seguir peleando. Cae a los brazos de Beltrán, quien lo suelta y tira al piso.
—¿Por qué hay tantos cazadores? —pregunta él—. ¿No se supone que esta es la rivalidad entre nomos y bandidos?
—No, Bel. Los cazadores también quieren unirse a la competencia. —le explica Talic, limpiando la ropa de su hermano.
—¡Ayuda! —les pide Kevin con el poco aliento que tiene.
—¡Esos dos chicos deben ser los amigos de Boonie! —asume Gastón—. ¡Los enemigos tienen dominio sobre ellos!
Froilán realiza incontables cantidades de giros como si fuera un trompo. Se desplaza continuamente por todo el largo pasillo, chocando a uno tras otro en las piernas. Al mantenerlos ocupados, Gastón sopla con mucho esfuerzo para generar burbujas de buen tamaño y encerrar a los enemigos en cada una. Estos quedan flotando dentro. De repente, un bandido atrapa a Froilán con una soga, lo alza hasta casi el techo y lo tira duro al suelo. Soltó un grito de dolor fuerte, el piso se partió por ese ataque. Talic y Beltrán realizan un movimiento en conjunto. Utilizan un proyector mientras juegan piedra, papel o tijeras. Las proyecciones alarman a todos los enemigos, hasta los que tienen ocupados a Kevin y Leo, debido que son demasiado grandes e imponentes. Pareció que era un ataque poderoso, pero solo fueron ilusiones.
El bandido corpulento mira detrás suyo y encuentra a Tatick terminando de preparar algo. Una vez que se da cuenta, este nomo lo saluda tímidamente y empieza a echar una carrera de vuelta con sus hermanos. El hombre no duró nada en salir volando por unos cohetes que tenía puestos en la parte trasera. Después de muchas vueltas que dio, estalla en el techo y cae rendido. Los siguientes fueron aquellos que tenían a Kevin atrapado, les sucedió lo mismo. Uno salió de la ventana del pasillo.
—¿Quiénes son? ¿Vinieron con Boonie? —les pregunta Kevin, llegando a un lado de su amigo.
—Tenemos un trato con ella y cuentas qué resolver con los bandidos. —responde Froilán, mostrando una leve sonrisa llena de seguridad, y continúa ayudando a sus hermanos.
—Me caen bien los enanos. —confiesa Leo, logrando levantarse con el apoyo de Kevin.
—¿Estás bien? —le pregunta el tirador.
—Sí, puedo soportar los dolores todavía.
—No hablo físicamente. Parece que tus llamas se apagaron. —dice, refiriéndose a la personalidad—. Ese Leo tan motivador y agresivo fue herido. ¿Qué sucede?
—He dejado el equipo. —contesta, habiendo un silencio de segundos que resulta eterno para él. Kevin esperaba cualquier otra respuesta menos esta.
Los numerosos enemigos insisten en atacar. Leo aparta a su amigo y dispara una bola de fuego que agranda su tamaño al recorrer mayor distancia. Una vez acaba con ellos, recoge de nuevo esa llama y la usa como ráfaga a dos cazadores que venían. Kevin no había reaccionado hasta entonces, un tirador de rifle fue lo que trajo de vuelta su atención. Toma la camisa de un bandido abatido y la convierte en un fusil para desarmarlo de inmediato. Ambos luchan mano a mano, cubriéndose las espaldas el uno al otro. Tienen muy buena coordinación y distribución de adversarios. Sin embargo, Leo no puede dejar de sentirte culpable. «Lastimé a Drake, vine aquí solo, los obligué a que también lo hicieran por mi impulsividad y ahora nos tendieron una emboscada en la que no soy capaz de colaborar mucho. ¿Qué más podría hacer mal?», piensa mientras vence como un gran guerrero a los cazadores.
—¿Por qué te fuiste? —pregunta Kevin.
—No quisiera decirlo ahora. Tomé una decisión y los apoyaré hasta que salgamos de este territorio con la gema. —contesta, deteniendo una embestida con el escudo de un cazador.
—Sea cual sea la razón, eso no significará que dejaré de ser tu amigo.
El tiempo se congela para Leo. Aprieta los dientes, manteniendo la cabeza baja y mirada al suelo. Ni siquiera le estaba importando los bandidos que estaban por atacar. «Cada uno de ellos tiene su propia escencia, la cual no conseguiría en ninguna parte. Pero no quiero estar bajo el liderazgo de Drake. Nuestras formas de pensar no son iguales, y por eso chocamos tanto y mostramos esas diferencias», piensa él mientras Kevin saca su espada para enfrentar a dos bandidos. Este lo llama repetidas veces, pero el dragon slayer no contesta. Está sumergido en sus pensamientos. Sin embargo, revienta a tres cazadores de un solo puñetazo de fuego al reincorporarse, llegando a una conclusión.