La misión es sencilla: atrapar al enemigo y llevarlo a la base para ser apresado. Pero resulta complicada realizarla por los obstáculos que hay. La gente inocente, viviendas, negocios y otras propiedades de las cuales no deben destruirse. «No sabemos dónde se encuentra el enemigo ni la ubicación de la base. También desconocemos cualquier pista de las estrategias que usarán», analiza Kevin a detalle, frotándose la barbilla y mirando al cielo como todo un pensador. «Necesariamente, haremos un encuentro y, a partir de allí, se desenvolverá toda la misión. Lo mejor será no hacer ningún escándalo, tampoco queremos alertar a la gente y generarles pánico».
—Jum, qué complicado nos lo pusieron. —opina Kevin, tomándolo como un reto. Luego se agacha y dibuja rápidamente el mapa en la arena. —Esto es el pueblo.
—La verdad, se ve algo cutre. —comenta Kim.
—Es lo mejor que pude trazar en dos minutos. Existen tres calles que nos dirigen al otro extremo del pueblo, donde posiblemente esté la base enemiga.
—¿Cómo sabes que están allá? —pregunta ella, nada convencida y desconfiada.
—Porque nosotros estamos en la orilla del mar. Justo enfrente tenemos tres entradas del pueblo. —responde con cierto tono irritante—. Si la idea es buscar al enemigo y atraparlo, será necesario dividirnos en dos para asegurarnos de que salga bien.
—¡Yo no quiero ir con Kim! ¡Ella me da miedo! —exclama Rooper a varios metros de lejanía.
—¡Ni siquiera consideré eso posible, mocoso! —confiesa ella, apretando sus puños.
—Yo iré con Rooper. —decide Kevin, resignado—. Bakugo...
—Vamos al tiro. —le interrumpe, mirando a las personas "viviendo" su día activamente—. Vi en el mapa de Karthus que son alrededor de cinco mil personas. Un número considerable.
—Cuando se topen con algunos de los rivales, comuníquenlo e informen de su situación. —les pide Kevin—. En los momentos de mayor dificultad, es cuando debemos apoyarnos.
—Suenas mucho a Bibi y Larazy. Por favor, cállate. —le ordena Kim de mala gana, volteándole los ojos.
«Esta chica cada vez me cae peor. ¿Cómo pueden soportarla los de su equipo?», se pregunta Kevin, teniendo un tick en el ojo.
10 minutos después...
—Ya llevamos una hora buscando y no conseguimos a ninguno de esos idiotas. —se queja Kim, realizando estiramientos simples mientras caminan por una de las largas calles—. ¿Qué crees que están haciendo?
—Lamiendo una chupeta más grande que mi mano. —responde Bakugo.
—Déjate de tonterías. ¡A mí debes responderme con seriedad!
—Hablo en serio, Kim.
—Oh, jojo. Qué linda es la gente aquí, hasta me gustaría quedarme durante unas semanas. —habla Beck.
En el momento que lo visualizaron, se movieron hacia una tienda y analizaron la situación. Alrededor de cuarenta personas transitando cerca. Hay cierto espacio para luchar, más si se apartan, y solo se encuentra un objetivo en la zona. «Puede que sea una trampa, ya que dudo del hecho de haberlo mandado a él y nadie más», piensa ella mientras toma la cabeza de Bakugo para obligarlo a bajarla. Él solo expresa molestia sin esfuerzo a quitársela de encima. De repente un montón de niños se le amontonaron encima al objetivo. Beck generó suficiente cantidad de caramelos para regalárselos a todos los pequeños. Su enorme sonrisa y amabilidad le brinda confianza a los pueblerinos. Una vez la zona se despejó y él camina cerca de ellos, Kim se le tira encima. De un empujón lo tumbó al suelo para aplicarle enseguida una llave en el brazo, dejándolo inmóvil. Tiene su pie presionando la cara del enemigo.
—Vaya que son rudos. —comenta Beck, sin realizar el mínimo esfuerzo en librarse.
—¡Vamos, Bakugo! ¡Quítale el collar! —ordena ella, captando la atención de varias personas alrededor.
Cuando él lo intenta, algo golpea justo en sus manos. Instante en que ambos voltean a una dirección, pero no hayan al responsable. Desde el otro lado, una bala de calor pequeña viaja a grandes velocidades y atraviesa el hombro de Bakugo, quien gime de dolor, tapando su herida rápidamente. Kim teme por la sorpresa desagradable, disminuyendo la fuerza del agarre. La oportunidad perfecta para Beck de librarse. Lo hizo generando una columna de caramelo que los elevó. Ella queda suelta en el aire y, en plena caída, nota que algo vuela hacia su dirección. Una bola eléctrica que impacta en su columna, dolió tanto que soltó un grito y botó saliva. Estuvo a punto de impactar en una casa, pero Beck la tomó con una sustancia acaramelada y pegajosa; la agita en el aire y le estampa contra el suelo de arena.
—No creí que pensaría en hacer esto, pero ellos crearon una mejor estrategia en el tiempo que tuvimos para el encuentro. —admite Bakugo, sosteniendo la herida—. ¡Kevin! Necesitamos ayuda. Hay un tirador cerca de nuestra posición, ¡pero no podemos ubicarlo! —le informa por el comunicador.
—¿Eh? Ya veo, era obvio que de allí vendría la magia. —comenta Kevin, empezando a correr hacia allá.
—¡Hey! ¿A dónde vas? —le pregunta Rooper, temblando de miedo—. ¡Aquí tenemos a uno! ¡Y de seguro me partirá la cara cuando me reconozca!
—Simplemente no llames su atención hasta que regrese. —contesta mientras brinca por una cerca—. Hay tres enemigos en esa calle. No podemos venderlos así.