The Magic World

C188: Kim

Después de un combate duro, Dilvana queda tirada en la arena con los brazos y piernas extendidas. La herida causada por el último ataque de Bakugo no fue para nada un chiste. Realizó un corte desde casi el hombro hasta rozar el muslo de la pierna. No es capaz de alzar su torso. Tiene los ojos bien abiertos, completamente impactada al haber presenciado el máximo poder de su rival. Eso sí, él también está muy lastimado, sobre todo por la onda que impactó en el abdomen. Bakugo se arrodilla, tratando de reincorporarse luego de una serie de respiraciones. Momento de silencio para ambos, aunque pueden oír derrumbes y disparos a una distancia no muy lejana.

—Me... me... me derrotaste... de un golpe. —comenta Dilvana, costándole creerlo.

—Baah, sí. Aunque tus ataques me lastimaron mucho. —admite él, sentado en la arena.

—¿Cómo... pudiste?

—Esa es un arma mágica que me ayuda a convertir... ¡WAH! ¡UN ESCORPIÓN! —grita de repente, perdiendo el hilo de la conversación mientras corría rápido a otro lado. Pero su cuerpo le dio límites, cayendo el suelo como un saco soltado. —Bueno, bueno. Me ayuda a convertir el magnetismo en electricidad.

—Fue demasiado simple.

—Ehmm, no tanto. Un herrero lo hizo, y tomó una semana entera, usando mi poder, para crearla. —cuenta él, sin percatarse de lo mal que se siente la enemiga—. La vuelve un arma única al ser solamente yo quien pueda usarla.

Dilvana comenzó a llorar en plena conversación. Sollozos muy ruidosos y berrinches suelta, dejando descolocado a Bakugo, sin saber qué hacer al respecto. «Soy una torpe. Creí que no sería tanto peso para mí, pero asumí la responsabilidad de algo que no pude cumplir», piensa ella mientras mueve su cabeza con el intento de quitarse las lágrimas. Lo que empeora la imagen hermosa que tiene al ensuciarse y mancharse la cara entre el maquillaje, arena y lágrimas. Él se acerca como niño pequeño, gateando cuidadosamente para no alterarla. Cuando estuvo a punto de tocarle el hombro en señal de apoyo y compañía, alguien derrumba la pared de una casa que hay detrás. Tomando por sorpresa a Bakugo, un hombre de gran tamaño, 2,50 metros de alto, musculoso; junta sus dos manos para liquidarlo. De una sola estampada en la cabeza, reventó al chico magnético, dejándolo inconsciente.

—¿Gilberth?

—¿Por qué lloras? —interroga el super hombre con una voz gruesa y varonil.

—Él me hizo pasar un mal rato. Ni siquiera puedo levantarme, la herida es muy dolorosa a pesar de que no fue profunda.

—Jum, entonces ya no hay de qué preocuparse. No podrá ponerse de pie otra vez. —asegura Gilberth mientras lo ve desde un ángulo y aires de superioridad.

17 minutos antes...

—¿Por qué te escondes? ¿No eras tan macho cuando enfrentabas a ese gordito? —pregunta Kim, buscando en los pasillos entre casas y jardines.

«No eres nadie. Solo un flacucho, debilucho y cuatro ojos», recuerda Gilberth las palabras de uno de los hermanos mayores. Está escondido debajo de una mesa en cuclillas, temblando de miedo a ser descubierto y sufrir mucho dolor físico. Una mujer se asoma por la ventana, pidiéndole a Kim que saque de la casa a ese enano. No tardó en entrar para inmediatamente buscarlo por la sala mientras los inocentes esperan en las habitaciones. «¿De qué sirve en la familia alguien tan débil? Cualquier soldado subordinado será de mayor utilidad que él», palabras de otro hermano cuando se preparaban para una invasión. Cuando ella alza la mesa, no encuentra absolutamente nada. Gilberth ya se había movido de sitio.

«No participarás en esta misión. Mejor deja que se encarguen tus hermanos. Ve de nuevo a la celda y duerme un rato», le ordenó el padre en otro de sus tantos intentos de invasión. De repente, Kim lo sorprende al abrir el clóset y tomarlo por el cuello. Lo apreta con suma fuerza, él tiene demasiados nervios. Al ver que ella saca el collar teletransportador, tira una patada doble en el muslo para arrodillarla. Con los ojos bien abiertos al darse cuenta que la fuerza de este enemigo no es juego, mueve su cabeza para evitar un golpe. Luego engancha el cuello de Gilberth, lo trae y estampa contra el suelo. Sin pensarlo dos veces, alza su puño con la intención de reventarle la cara. Fue tan duro que cayeron al piso inferior. Pero lo soltó, llevándose pronto un golpe que la empuja unos metros atrás.

«No entiendo, su cuerpo es pequeño, flaco y hasta parece débil. Aunque la fuerza que tiene iguala a la mía sin usar mi don. Tendré que aumentar la intensidad», piensa Kim comenzando a lanzar una serie de puñetazos y patadas a un ritmo que él no logra seguir. En tan solo unos segundos, cambia la forma de combate. Ahora es mucho más flexible, menos musculosa, más rápida y utiliza un tipo de agarre en su mano distinto. Gilberth no pudo adaptarse pronto. Sin importar los golpes que lanzara y su increíble fuerza de rango medio, es incapaz de hacerle frente. Lo está mareando de ataques leves pero continuos. Por otro lado, el cuerpo de él también cambia. Se está volviendo más alto con mayor volumen en masa. La ropa que usa crece al igual que él.

—¡Basta! —ordena, conteniendo las ganas de llorar.

—¿Por qué me detendría? —interroga ella, realizando un giro por el suelo con la pierna extendida para tirarlo. Luego otro más para darle una patada que lo manda al extremo.

—No quiero pelear más. —confiesa, cabizbajo—. Prefiero que te rindas antes de que aparezca él.



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En el texto hay: personajes variados, combates epicos, lugares magicos

Editado: 27.10.2022

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