Ambos equipos continuaron avanzando por el resto de pisos y encontrando más cristales. Sin embargo, se dieron cuenta que habían más. Todos los pisos tienen uno. Los de Wizard Academy recolectaron 5. Con la habilidad de Hurona, los llevaron y juntaron en el mismo lugar que el primero. Luego de un arduo trabajo de media hora luchando contra monstruos y evitando las trampas, entran al sexto nivel. Este, curiosamente, es más a amplio que los demás. Se utilizó magia mística para dar esta ilusión. Por el otro extremo, aparece el equipo de Bextruz, dando una entrada rápida y silenciosa que igualmente captó la atención de los enemigos.
A penas Hazel cruza miradas con Leo, los dos corren con la preparación de un ataque potente. El dragon slayer enciende su puño, aumentando su ardor en casi un instante. Mientras tanto, el adversario extiende el diente de tiburón hacia atrás. Se está cargando de energía desconocida. Quizás venga de su propio cuerpo o sea parte del arma mágica. Él toma rapidez, lo que sorprende a Leo, pero no le intimida en absoluto. De repente alguien se traslada con mayor velocidad, disminuyendo la cantidad de llamas por la brisa. ¡PLASH! Un choque de armas mágicas venido de dos luchadores cuerpo a cuerpo. Bibi alcanzó al enemigo mucho antes que su compañero, impactando el bate en ese diente. Una fuerte corriente de aire es generada en ese ataque mutuo, evitando que los demás puedan realizar cualquier movimiento libremente.
—¡Increíble! ¡Increíble! ¡Tú debes ser esa chica! —asegura Hazel con una enorme sonrisa, notando que su arma le tiembla al igual que los brazos—. ¡Esta sensación de verdadera rivalidad me encanta!
—¡¿Por qué me lo quitaste?! —interroga Leo, molesto.
—¡Enfócate! —le ordena ella mientras empuja a Hazel para tomar distancia—. ¡Recuerda que esto no se trata de un juego! Seguramente te hubiera...
Bibi recibe un golpe en el pecho que interrumpe su conversación. «¿Qué? ¿Me atacó? Pero está alejado de mí», piensa ella mientras le clava los ojos al rival, quien no deja de sonreír. «¿Un golpe a distancia? ¿Movimientos rápidos o invisibles? ¿Fue alguno de sus compañeros?», se pregunta. Otro enemigo aparece a su lado, aprovechando que está despistada. Lo mira de reojo, sin embargo, no le daría tiempo de detenerlo. Raiden lanza una patada hacia la cabeza. Aunque esta no impactó, porque Zed se interpuso a tiempo. Lo bloqueó generando hielo que cubre sus brazos. De inmediato empuja la pierna y lanza un puñetazo afilado con cristales de hielo. Lo hubiese atrapado si no fuera por la agilidad de él al realizar una voltereta hacia atrás.
«Fuego, hielo y una chica que lanza batazos. No es lo más increíble, pero me interesa saber cómo pelean», analiza Near mientras anota en una libreta las observaciones. Agnes tiene miedo de dar su primer movimiento. No quisiera interferir en el combate de los demás. Hurona se eleva 10 metros sobre el suelo. Está generando varias colas desde su espalda para apoyarse de distintos extremos. Así puede mantenerse en el aire, aunque no tenga nada por debajo de sus pies. Luego crea otras más y conecta un duro golpe en los brazos de Zed. Él cae de espaldas, da una vuelta, se pone de pie y deshace el hielo.
—Mejor busquemos a los que les tengamos ventaja. —sugiere él—. Distribuirnos los enemigos que podamos enfrentar y sacar ventaja sería lo conveniente.
—¡Bien, Zed! ¡Siempre pensando en otras alternativas! —le apoya Agnes desde lejos, alzando un brazo.
—Hazlo entonces. —acepta Bibi, deteniendo un ataque con impulso de Hazel. Le está costando mantenerse firme.
Él genera gran cantidad de hielo desde sus pies para elevarse. Solo que aparece Raiden realizando un salto con voltereta. Una patada es bloqueda por el brazo de hielo. «Mientras él cubra su cuerpo de esa manera, no podré hacerle daño», deduce el chico puma en su forma híbrida. Enseguida se gira en el aire, tratando de dar nuevamente una patada. Solo que Zed la toma por debajo del brazo, congela la parte inferior de la pierna y la estampa contra el piso de hielo. Al romperse, él siente bastante dolor. Grita y grita mientras queda tirado. Cuando Zed congela, aunque sea una parte, el cuerpo, al romper el hielo, su enemigo sufre muchísimo dolor y daño interno. Una vez lo tiene a sus pies, intenta hacer lo mismo en el pecho, pero una explosión cerca de ambos es generada. Los empuja hasta caer desde esa altura.
—¿Qué, cof, cof, fue eso? —se pregunta Zed.
—¡Desgraciado! ¡Me estás lastimando! —se queja Raiden. Parte del aire se vuelve más denso, sin presionarlo, hasta caer como en una almohadilla.
—No te quejes. Esa fue la oportunidad perfecta para atacarle. Además, te salvé las nalgas. —aclara Near.
—Me está costando llegar a ella. Parece que es más importante que el resto, porque la protegen. —deduce Zed, deslizándose acostado en una rampa de hielo.
—¡Eso puede significar que es la más poderosa! —exclama Agnes.
—O porque es quien cuida los cristales. —plantea Leo. «Nosotros también deberíamos proteger a Zed. Si él cae, los cristales ya no estarán protegidos y no podremos trasladarlos tan fácilmente».
—Desde ese acontecimiento, captaste toda mi atención, Bibi. —confiesa Hazel, conectando uno y otro ataque en el bate—. Conociste el reino de las hadas, te permitieron entrar en su hábitat.
—¿Por eso te interesas en mí?
—¡Claro! Ese hábitat esconde secretos importantes sobre los tiempos de la hechicería, los dragones y Ophis.