10
― Así que tu día en el hospital estuvo agobiante ¿eh? Parece que no resultó tan buena idea que te ofrecieras como voluntario ―Comenta Grayson, sacudiendo los restos de la bolsa de nachos en su boca.
El frío de la noche escabulléndose por la ventana de la habitación de Grayson me pega en la espalda y nuca, creándome un repelús por todo el cuerpo mientras los recuerdos de todo el día me vienen a la mente. No considero que fue mala idea ser voluntario, sino un mal día. A todos les pasa.
― Agobiante, no. Curioso, sí.
Me sentía raro durante la mañana, como si algo me presionara el pecho y no había razón para sentirme así. Y luego, por la tarde no pude escuchar lo que Anselmo me decía porque me resultaba mareante sus palabras, estaba tan distraído que ni siquiera entendía lo que yo mismo respondía.
― ¿Y qué hay de esa chica que me contaste? ¿Breen, Darla, Belén?
― Blair ―o la come cigarros, da igual como la llame. Conozco la intención de Grayson al preguntar su nombre― Y no te emociones, no me fijaría en ella ni que me cortaran los dedos. Es tan despectiva y sin vergüenza que no le importa herir a los demás con sus palabras.
― Tú me tenías miedo cuando nos conocimos ¿Recuerdas?
― ¿Y?
Mis memorias escolares son tan difusas que apenas puedo recordar algunas memorables, pero la primera vez que conocí a Grayson supongo que la recordaré permanentemente. Un niño de abultado estómago y cabello rubio grasoso que parecía conocer únicamente el sentimiento de ira, ese era Grayson. Y de no verme obligado a hablarle gracias a la profesora, quizás no estaríamos hablando ahora. La verdad, si me daba miedo cuando me tomaba el brazo con todas sus fuerzas e intentaba invitarlo a jugar afuera. Mis padres creyeron que me molestaban en la escuela al ver las marcas moradas de Grayson en mis brazos, pero con mis pocos años de vida les explicaba que él solo estaba asustado por no tener amigos. Me sentí como un héroe, como si por esa pequeña acción estuviese cambiando el mundo entero. Bueno, al menos cambié el mundo de una persona.
― Y… ―Ese corto silencio me colocó realmente incómodo― todos merecen otra oportunidad, no se puede dar una perfecta primera impresión, no creo que alguien pueda mostrarse por completo como son con alguien que apenas conocen. Y quien sabe, probablemente esa chica necesita tu ayuda y tu solo la estás juzgando.
― ¿Como saberlo? Es… ―Creo que la mejor palabra para describirla sería―: complicada.
Grayson se encoge y se sacude las manos de restos de nachos. Conozco esa mirada acusadora, no podría estar más seguro de lo que piensa.
― ¿Qué? Ella no necesita mi ayuda, necesita la ayuda de un profesional con estudios en comportamientos que sean fuera de lo normal ―Respondo excusándome― No estoy brindando servicios de “Escuchar y Apoyar” y ella tampoco parece querer mucha ayuda. No la volveré a ver y hemos terminado con esto.
― ¡Grayson, Ethan, ya cállense! ―Grita Colle, el padre de Grayson.
No sé si sentirme avergonzado por el hecho de que las paredes en la casa de mi mejor amigo no sean del todo protectoras, o irritarme por estar hablando de la chica cuyo nombre parece sacado del listado de “Nombres que puedan sonar a bruja”.
― ¿No es adorable mi padre? ―Murmura él con sarcasmo, antes de levantarse y tomar la bolsa con la basura de lo que acabamos de cenar― Iré a tirar esto, así aprovecho en ir por alguna película.
― No te molestes ―Me apresuro a decir― estoy tan cansado que te aseguro que me dormiré apenas empiecen con la presentación.
― Bueno, pero luego no digas que estar en mi casa es aburrido. Ya no sueles venir a quedarte tan seguido.
― Ya no llores, trataré de venir y cuidarte de los duendes bajo tu cama―Las comisuras de mis labios se curvaron ante los ojos fijos de Grayson sobre mí.
Él toma una de las almohadas y la avienta sobre mi cara, me inclino suavemente hacia atrás cuando tomo la esponjosa tela sobre mi pecho y la acomodo de nuevo en su sitio. Grayson no parece sonreír, en cambio, parece atento ante el sonido de la puerta de la casa abriéndose.
― Quizá no sea por eso que quiero que te quedes a dormir aquí.
Grayson sale de la habitación sin decir más, dejando un pequeño rayo de luz cruzar por la puerta en la habitación oscura. Pienso en por qué reaccionó de esa forma, no parecía actuar como los días anteriores. Estaba más absorto en sus pensamientos, más serio, más reflexivo y menos como Grayson.
Tiene razón, hace tanto que no vengo acá que no me hago la idea de cómo puede comportarse por las noches. Ya saben, como el “de día es uno y de noche es otro”, pero mis memorias rechazan esa idea, Grayson Sand siempre es positivo y alegre, por ello es que admiro el gran rayo de luz que desprende. Me pregunto dónde quedó esa luz esta noche. Todo parece tan sombrío ahora que me ha dejado solo y quizás él también tenga esta misma sensación de vacío, de desesperación por que salga el sol una vez más.