Invierno

Conoció a Invierno en verano. En el punto exacto donde el sol alcanzaba su brillo máximo. Cuando lo vio por primera vez sintió que su mundo comenzaba a brillar. Nunca en su vida había visto ojos más azules e inexpresivos. Había algo en su indiferencia que lo atraía, su manera de caminar, respirar y hasta expresarse.

Cuando salieron en su primera cita, William lo llevó al cine, pasaron la mayor parte de su tarde abrazados en la sala mientras aquella película de terror se reproducía en la pantalla. En ese momento supo que había caído por él. Invierno parecía estar bien, es decir, le hacía mimos y le daba regalos, lo abrazaba cada vez que tenía un día agotador, William aún recuerda la fecha dónde lo llevo a conocer a su madre:

-Fue un placer conocerla, señora- le dijo Invierno a su madre con una supuesta sinceridad mientras le tendía su brazo para darle la mano  

-El placer es mío- Su madre con una sonrisa genuina en el rostro le tendió su mano.

Pocos meses después decidieron mudarse juntos, a pesar de las advertencias de sus amigos quienes aún no aceptaban del todo a Invierno:

-En mi opinión, creo que se están adelantando demasiado, solo llevan algunos meses- dijo aquella vez Lucas, uno de sus mejores amigos.

-Qué bueno que solo es una opinión, no sabes lo que siento por él y lo que él siente por mí, Lucas. Ya tomamos una decisión- contesto enojado. No entendía a su mejor amigo

-Solo estoy diciendo que tengas cuidado, sabes que te quiero. Eres mi hermano- dijo Lucas dejando de lado su ceño fruncido.

-Lo sé, yo también lo hago- y cerró la conversación con un gran abrazo

Y como sucede con el invierno muchas veces, puede llegar a ser tu estación favorita del año, pero no sabes cuándo contraerás un resfriado o cuándo el frio cale en lo más profundo de tus huesos y te produzca el dolor que sabes que solo el invierno puede traer.

Y eso es exactamente lo que pasó con Invierno.

Al principio fue solo un atisbo, un “No dejes que los demás te miren, eres mío” o un “Si tan solo supieras con qué ojos te mira” cuando salían a pasear por el hermoso sendero que regalaba suspiros de las parejas enamoradas que se encontraban ahí. En su momento a William le había parecido tierno sin llegar a conocer realmente el verdadero significado y peso de esas palabras en boca de su pareja.

Luego, como la mayoría de las relaciones actuales se deterioró a tal punto que Invierno volvió a ser el chico indiferente que había conocido aquella tarde de verano.

Lo siguiente que William recuerda de la relación con Invierno fueron las peleas. Oh, las benditas peleas. Sinceramente William recuerda haber llorado después de cada una de ellas, sintiéndose miserable e insuficiente con las palabras en su mente: “Recuerda que, si algún día me voy, será completamente tu culpa”.

Todo terminó cuando Invierno se fue para siempre de su vida. William estaba devastado. Se sentía vacío y sin ganas de absolutamente nada, pensaba que era su culpa, que no pudo mantener lo suficientemente cálido a invierno para que este se quedara. 

Llegó a punto de querer renunciar a todo lo que había estado trabajando, tanto proyectos como sus estudios, cuando Lucas lo, prácticamente, obligó a hablar con alguien sobre sus sentimientos.

Finalmente, cuando lo hizo, se sintió totalmente aliviado y por fin entendió que no era su culpa y que verdaderamente Invierno no era una persona sana por lo cual solo quedó el recuerdo de Invierno en su alma y aprendió a ver más allá de acciones.

Esta fue la primera vez que William sintió que tal vez no era una buena idea buscar el amor y solamente dejarlo venir.