- ¿Lo necesitas en menos de media hora? –
- S-sí, es muy urgente –
- Puede hacerse pero será caro, veamos…, aun siendo como favor personal para ti no puedo dejarlo en menos de 5 millones de dólares –
- Está bien está bien, no hay problema –
- Entonces te mandaré un mensaje para los detalles –
Regina colgó la llamada. Su corazón latía un poco a prisa, no sabía si se debía al nerviosismo o a la emoción. Ella jamás imaginó ni en sus sueños más salvajes y locos que alguna vez pediría lo que acabó de pedirle al hombre con el que recién estaba hablando por teléfono.
En el plan original de “ser la estilista de las estrellas”, Regina fantaseaba que al conocer a una celebridad, ésta le presentaría a otra y así sucesivamente, el popular patrón de “los amigos de mis amigos también son mis amigos”, o en su caso “los amigos de mis clientes también son potenciales clientes”.
El hecho de que el plan original se desvió en otra dirección, no cambió el que esa idea se completara.
Había mucha gente que conocía a la estilista Regina Walls y solicitaba sus servicios, pero también funcionaba al contrario, Regina Walls también conocía a toda esa gente.
Ya sea como charla de salón o como gesto amigable, algunos clientes de Regina le contaban acerca de sus “negocios”, por supuesto regularmente era de manera vaga y poco creíble para el sentido común.
Por ejemplo tenía una clienta regular que aseguraba ser la directora de una empresa de seguridad, a menudo le contaba historias locas de peleas y asesinatos, y más recientemente le dijo algo impactante sobre que vigilaba al presidente, o algo por el estilo.
En algunas ocasiones le dijo que si necesitaba a “una amiga” para resolver algún problema, podía contar con ella. Esa mujer tenía mucho carisma además de una actitud muy amistosa y sociable, Regina pensaba que era el tipo de persona que es muy popular a donde quiera que va.
Antes de salir del centro comercial, Regina compró varios teléfonos desechables, si algo aprendió de las películas y de sus pláticas con sus clientes, así como de los concejos de su mejor amiga Moruna, es que cubrir tus rastros es lo principal cuando estás escondiéndote y huyendo.
El tiempo era algo importante, y necesitaba ayudaba. La imagen de esa clienta era tan fuerte que cuando Regina pensó en a quién acudir fue la primera persona en quien pensó.
Estuvo a punto de llamarle, pero esas palabras juguetonas que le dijo hace apenas unos días se cruzaron en su camino, es verdad que le dijo que podía contar con ella en todo momento, pero también es verdad que probablemente esté cuidando del presidente de los Estados Unidos, así que sintió que si esa mujer con ese importante trabajo pusiera en un lado de una balanza la vida de una de las personas más importantes del mundo y en la otra parte la vida de una extraña niña desconocida, el veredicto sería desalentador.
Por supuesto también estaba su amiga Moruna, pero ella también tenía trabajo para ese preciso día, así que molestarla estaba fuera de cuestión.
Regina tenía que formular un plan para ir de Estados Unidos a Italia que no dependiera que alguien más se encargara de todo el asunto.
Tristemente, no podía ir al aeropuerto, pedir dos boletos y volar tranquilamente a través de medio mundo, incluso si ella pudiera hacerlo, su “más uno” no, ni siquiera conocía su nombre así que pensar en su identificación y pasaporte era caso perdido.
Afortunadamente esa carismática mujer (de la cual aún no conocía su nombre) y su amiga Moruna (que sabía ese no era su verdadero nombre) no eran sus únicas opciones, había más personas, pero tendría que usar su propia astucia e inteligencia para hacer buen uso de sus habilidades y maquinar una buena estrategia que le permitiera llevar a esa pequeña a Italia a salvo.
Si lo primero que necesitaba hacer era cubrir su rastro, entonces no podría seguir andando por allí como “Regina Walls”. No sabía quien o quienes eran las personas detrás del complot para secuestrar a la pequeña, pero lo que sí sabía era que tenía que “desaparecer”, o mejor dicho “disfrazarse”.
Uno de sus clientes era un “creador de identidades”, siempre le platicaba a Regina que le molestaba que lo confundieran con un “falsificador” ya que eran fundamentalmente dos clases de trabajo diferentes.
Una identidad falsa era temporal, podía ser descubierta y puesta en evidencia, así que él creaba “identidades verdaderas” que eran perfectas, infalibles y perdurables, o eso es lo que siempre decía.
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Editado: 24.04.2020