Themma

Capítulo 14


DAVID


 

Una vez que toda la cocina alcanzó aquel aroma a pulcritud que tanto había buscado lograr, me recosté sobre el sofá, a la espera de un texto de Clary. Comencé a ver el primer episodio de una mala serie que pasaban en televisión, debatiéndome en mi cabeza sobre qué era lo debería de hacer. Cuando me decidí, ya estaba cambiándome para salir.
 


 

Justo cuando iba a poner mi llave en la cerradura, sentí cómo otra persona giraba la suya y luego abría la puerta. No cabían dudas, aquélla era mi novia, que regresaba de su revuelta. El solo hecho de verla me conmocionó; tenía un aspecto tan etéreo y tierno a la vez, mientras acarreaba consigo unas cuantas gorras en una mano y un bizcochuelo a medio terminar en la otra. Sus lágrimas daban muestras de un fracaso inminente, mas aún así decidí preguntarle al respecto.
 


 

—¿Qué ocurrió? —procuré que mi tono de voz tuviera la ración justa de compasión sin hacerla sentir derrotada.
 


 

—A decir verdad, nada y eso es lo que me preocupa. El maldito Garret disertará esta tarde para anunciar la aprobación de la ley número 27.891, la cual, en palabras suyas, será un nuevo giro al futuro.
 


 

—Cuánto lamento oírte decir eso —después de todo, con esa idea descabellada en mente, nada más podría haber pasado.
 


 

—Está bien —dijo, resignada—. Después de todo, la ley podrá ser derogada.
 


 

Le avisé que había comprado unas hamburguesas para almorzar con una doble ración de patatas para compartir. Ella se limitó a hacerme un único pedido, que acabó sonando a un ruego:
 


 

—Alcánzame la comida a la habitación. Me gustaría estar sola —en ese aspecto, el buscar la soledad en momentos de crisis, la máquina de Helling no había flaqueado.
 


 

Me preparé un rico batido para acompañar la comida, alcancé el almuerzo a Clary sin olvidarme de una nota de apoyo y esperé por la conferencia de Garret, la cual no iniciaría hasta llegadas las tres de la tarde. Dos episodios extra de la mala serie sirvieron para acortar la espera en forma considerable. Esa era la primera vez en la que deseaba oír a un presidente hablando en público; antes siempre me limitaba a cambiar la televisión a un canal en donde no estuviera, sin dejar de insultar por la interrupción al programa que estaba viendo.
 


 

Lavé mis pies antes de colocarlos sobre el sofá parduzco, una de las tantas costumbres higiénicas superfluas que mi madre me había inculcado de pequeño. Me llegó una notificación al teléfono; Clary había publicado una foto en donde se apreciaba el rostro de Garret todo graffiteado, extendiendo la mano en expresión dictatorial mientras un globo de diálogo decía Heil, Clones. No pude observar la imagen con más detenimiento ya que el volumen del televisor aumentó solo y el himno estadounidense resonó en los parlantes: la conferencia había comenzado.
 


 

Sobre el escenario se encontraba un atril de madera con los colores rojo, blanco y azul y un pequeño micrófono que captaría a la perfección todas las palabras de nuestro presidente. Garret apareció de uno de los costados y la multitud comenzó a aplaudirlo, eufórica, mientras él paseaba por la pasarela como si de un modelo se tratara. Por cierto, no tenía nada que envidiarles a éstos, ojizarco y con un cabello castaño peinado hacia el costado. El joven aclaró su garganta y, con un gesto, ordenó a la multitud a que cesara con los aplausos. La conferencia estaba por comenzar.
 


 

THEMMA
 


 

—Queridos ciudadanos americanos, muy buenas tardes para todos —Garret comenzó su discurso, mientras abría su portafolio para comenzar a leer—. Hoy estamos aquí reunidos para aprobar la ley número 27.891, también llamada Ley de Posesión de Clones.
 


 

»Como ya es de público conocimiento —continuó, tras una ola de aplausos frenéticos—, mi amigo personal, el Doctor Edward Richard Helling Luang ha conseguido llevar adelante un proyecto para crear seres tan idénticos como nosotros, a los cuales aún no se ha bautizado, pero se les conserva el apelativo de clones y hoy estamos aquí para promulgar un proyecto que revolucionará el mundo.
 


 

Giró la página con facilidad, mientras la multitud se sumía en un gran silencio. Afuera había comenzado a llover, y el petricor ya había comenzado a inundar la habitación. El aroma, sin dudas, me tranquilizó.
 


 

—En primer lugar, se reconoce que el clon pertenecerá única y exclusivamente a quien lo haya tomado bajo su manto protector, impidiendo así que éstos sean arrebatados de sus brazos o utilizados para beneficio de un tercero. 
 


 

Más aplausos, más gritos. Y yo cada vez más decepcionada. Aunque debía admitir que aquel hombre era un orador increíble.
 


 

—Además, podrán ser requeridos en cantidad, dependiendo de cuál sea el propósito para el cual se emplearán, debiéndose presentar declaración del mismo, nombre y especificaciones del cliente.
 


 

»Como sabrán, estas nuevas medidas serán tomadas en cuenta a partir de los próximos dos meses; mientras tanto, la tenencia de clones no será ilegal, siempre que sean inscriptos en nuestro Registro Nacional de Creaciones Científicas hasta antes del mes próximo. El trámite será gratuito y podrán acceder desde su computadora personal...
 


 

Apagué la televisión una vez que comenzó a caer confeti azulgrana y un grupo de coristas de túnicas negras comenzaron a recitar una canción. Necesitaba desconcentrarme un poco de mi trabajo; todavía restaban sesenta días en los que podría pasar cualquier cosa. Aún no estábamos perdidos.
 


 

Mi teléfono vibró y un mensaje de Thiago ocupó toda la pantalla:
 



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En el texto hay: 150 capitulos

Editado: 10.08.2020

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