Theria Volumen 0.0: El niño de cabello violeta

Cuidad fronteriza

ras unos días de camino el carruaje llegó a la ciudad fronteriza Diamaria, la última antes de entrar a la república de Ariba.

Sin embargo se encontraban con el mismo problema que habían tenido ya otras veces. Antes de siquiera poder poner un pie dentro tenían que lidiar con los guardianes de las puertas, a quienes no les gustaba el disfraz de Kein, como era obvio lo encontraban sospechoso.

—¡Quítate la máscara! —ordeno uno de ellos al chico, mientras le apuntaba con su lanza.

—No hay necesidad —respondió Marie, con calma.

La chica se interpuso y aparto un poco el arma con delicadeza. Después sacó de su bolsillo los papeles que le dio el conde y se los enseño al caballero, haciendo que este tragara saliva al verlos, nervioso—. El es uno de mis guardianes, puede pasar así.

—S-si señora.

El hombre se aparto ya sin oponerse. Era increíble el poder que conferían unas cuantas palabras.

El grupo entro en la ciudad, llena de comerciantes que esperaban a que fuera el día siguiente para poder pasar al otro país, pues la frontera solo se habría hasta medio día y en ese momento ya muy tarde, faltaba poco para que anocheciera.

Las calles estaban repletas de tiendas, locales de herrería y burdeles, lo que hacia que se llenara de olores diversos, algunos no tan agradables.

—No me imaginó que puedas hacer si viajas sin mi —dijo Marie a Kein lo suficientemente alto para que todos escucharan.

—Igual será difícil cuando salgamos del país, así que mejor no presumas —respondió el chico, sonriendo bajo la máscara.

—Silencio los dos —ordeno Leyi—. Kein, mantente atento, Nierya, Ci, es su parada.

Zalia paró el carruaje en una zona limpia a pocos metros de la puerta para que Nierya subiera al caballo de Ci. Según el plan ellas dos debían ir a buscar provisiones, ya que solo pasarían una noche en esa ciudad, al día siguiente partirían hacia el paso que dividía a un país del otro.

—Bien, nosotros conseguiremos un lugar para pasar la noche... —comenzó Leyi después de que Nierya fuera sujetada por Ci, pero fue interrumpido por Marie.

—Ve tú, yo iré a... —La chica comenzó a mirar a su alrededor, aparentando que buscaba algo, hasta que su vista se detuvo en una pequeña cafetería no muy lejos de ellos—. Ahí, Kein, acompáñame como mi guardián.

—Eso es muy peligroso, si algo te llega a pasar... —replicó Leyi, pero de nuevo fue interrumpido por Marie.

—¿Quien se atrevería a atacante mientras ando con alguien con esas pintas —dijo ella, señalando con la cabeza a Kein.

—Eso no te lo puedo negar. Esta bien, pero esperen ahí, ¿entendido?

—Si claro —respondió Marie con una sonrisa—. Vamos, Kein.

—¡Espera! —grito Nierya—. ¡Yo también voy!

—¡Ni hablar! —Ci tomo a la chica de su capa antes de que pudiera bajar del caballo—. Tú vienes conmigo, pequeña.

Nierya hizo un puchero, pero no discutió, solo vio con tristeza como los otros dos se alejaban.

Los chicos esperaron en silencio a que Marie y Kein entraran en el café para poder hablar, menos Nierya, quien no sabia que estaba pasando.

—¿Y que fue? —preguntó Ci con una sonrisa—. ¿Una cita? No... No los hubieras dejado ir solos. Así que, ¿que pasa?

—No lo sé, el chico estaba inquieto. ¿Acaso nadie más que nosotros dos lo notamos?

—No —respondió secamente Zalia, aunque ella en realidad parecía estar evitando mirar la dirección en la que se habían ido los jóvenes, como si hubiese algo ahí que la molestara.

—Tenia la mascara, ¿así como iba a saber algo? —se defendió Ci.

—¿A Kein le pasa algo? —preguntó Nierya, confundida ante las palabras de Leyi.

Como dijo Leyi, Kein había estado inquieto desde que detuvieron el carruaje, mirando siempre en dirección a una tienda de armas que esta junto a la cafetería, pero los únicos que se dieron cuenta fueron Leyi y Marie.

—No es nada, sigamos con lo planeado, en cuanto tenga un lugar para pasar la noche las buscaré y luego iré por los chicos. Andando.

*

—Te esperamos dentro. Debemos hablar —susurro Marie al hombre que estaba parado fuera de la tienda de armas—. Ni siquiera pienses en irte. Andando, Kein.

Los dos chicos entraron en la cafetería y se sentaron en una de las mesas privadas más apartadas, con cortinas corredizas para poder tener privacidad.

—¿Como lo supiste? —le pregunto Kein en voz baja—. Llevaba puesta mi máscara.

—Oh, cariño —Marie le respondió después de pedirle a la camareta unas bebidas—. Fui criada de modo que sepa descifrar hasta los más leves cambios en una persona, para así descubrir posibles traiciones. Tú eres fácil de leer. Ahora dime, ¿quien es ese sujeto?

—Mi nombre no importa, todos me conocen como el señor de la tormenta. ¿Que es lo que desean de mi? —dijo una voz grave detrás de ellos.

Kein se sorprendió, en cambio Marie se mantuvo en calma. Sinn apenas mostrar ninguna emoción recibió las tres bebidas que le llevaron, aunque la camarera si parecía inquieta ante la presencia de aquel hombre o tal vez la de Kein.

—Señor tormenta, hagame el favor de sentarse —dijo Marie muy educadamente después de que la camareta se retirara—. Y cierre la cortina, por favor. Me he tomado la libertad de pedirle una bebida, espero sea de su agrado.

—No tengo tiempo para jugar, niña...

—Cierre la cortina, por favor —repitió Marie.

Sorprendido por como lo trataba, el hombre no tuvo otra alternativa que obedecerla. Casi a regañadientes se sentó en una silla vacía después de que estuvieron cubiertos.

—Kein, la mascara por favor.

El chico la obedeció y se quito la máscara y la capucha, dejando ver su cabello y ojos.

—Ya veo —murmuro el hombre—. Así que de eso se trata. Esta bien, niño, ¿que quieres saber?

—¿Que paso con mi familia? ¿Porque estabas tú ahí?

—No tengo porque decir nada.



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En el texto hay: theria

Editado: 17.07.2020

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