Theria Volumen 0.0: El niño de cabello violeta

El santuario de nieve

A su alrededor todo era blanco y tenía frío, pero no podía moverse. No sabía cuánto tiempo había pasado, ni donde se encontraba o lo que le había pasado a su familia. Intento levantarse, pero su esfuerzo fue inútil, estaba sin energías, muy cansado. Cerró los ojos y estuvo a punto de quedarse dormido.

—¡¿Hey?! ¡¿Estas bien niño?!

Una voz ronca saco a Kein de su estupor, al mismo tiempo que sentía como unas manos fuertes lo alzaban. Abrió los ojos un momento y distinguió a un hombre con barba junto a una chica rubia, pero enseguida sus párpados se cerraron de nuevo y ya no supo nada más de lo que paso.

Cuando volvió a abrir los ojos se encontró acostado en una cama cálida dentro de una habitación de piedra, al mirarse el cuerpo noto que estaba vendado. Al parecer había sufrido varias heridas, aunque no lograba recordar cómo. Su último recuerdo fue lanzarse contra la criatura para salvar a su madre.

—¡Oh! ¡Has despertado! —la puerta de la habitación se abrió y apareció un hombre con una ligera barba de color miel, su cabello rubio le llegaba hasta la cintura y estaba vestido con una toga de color azul, llevaba en sus brazos una charola con un cuenco y pan sobre ella—. Creí que dormirías más. Sí que eres un tipo duro.

—D-discúlpeme, ¿quién es usted? ¿D-dónde estoy?

—No me sorprende que no recuerdes nada, te encontramos muy malherido en el bosque, unos minutos más y no la cuentas, aunque no sé cómo llegaste ahí.

El hombre coloco la charola en la mesita al lado de la cama donde se hallaba Kein, tomo un el cuenco y comenzó a comer.

De pronto la puerta se abrió bruscamente y apareció una joven que parecía estar en sus veintes, su cabello era del mismo tono dorado que el del hombre y parecía furiosa.

—¡Papa! ¡Te quito la vista un segundo y te marchas a comer...! Oh, has despertado. Espera, en un momento te traigo algo.

Tras decir eso la joven salió nuevamente de la habitación.

—Ella es mi hija, Keila. Yo soy Caín y estamos en el santuario de Falane, en una isla congelada al norte del continente mágico. Este es el santuario de mi familia —comentó el hombre a un perplejo Kein.

El chico se quedó callado sin saber que decir. En medio del silencio que solo era interrumpido por el ruido que producía Caín al comer, Kein logro distinguir pequeños gritos y el sonido de agua salpicando que provenía de fuera de la ventana.

Con su mano quito el vaho que impregnaba el cristal y logro distinguir a una chica no mayor a él en el patio entrenando lo que le pareció magia de agua. Seis esferas del líquido volaban hacia ella mientras las esquivaba o las detenía con otras que creaba para ese propósito. Le era imposible entender porque hacía algo así en medio del frío de una tormenta de nieve o porque el agua no se congelaba.

La chica pareció sentir que la veían, pero solo le dio un breve vistazo a Kein antes de regresar a lo que hacía.

—¡Oh! Esa es mi otra hija, Nierya, es linda, ¿no?

—¡¿Eh?! —Kein se sorprendió pues Caín se puso al lado de él, aun comiendo—. Este, ¿y-y que está haciendo?

—Entrenando, ella dice que quiere superarme, es algo tierno que piense que puede.

Kein se apartó de la ventana por si eso molestaba a la chica y miro de nuevo la habitación. No era muy grande, pero resultaba acogedora. Mientras la veía de pronto le llego el recuerdo de lo que había pasado en el pueblo, así que intento levantarse para ir a ayudarlos y asegurarse de que su familia estaba bien.

—¿Qué haces? —Caín lo miro perplejo, estaba a punto de llevarse una cucharada de sopa a la boca y los movimientos del chico lo sorprendieron

—¡Los siento! ¡Pero debí irme ahora! ¡Mi familia está en peligro!

Antes que hiciera algo más, Caín se levantó y lo obligo a acostarse de nuevo empujándolo suavemente con su la palma de la mano que tenía desocupada.

—Veo que no entendiste nada hijo —Caín suspiro y dejo su plato a un lado, luego miro al chico con un semblante muy serio—. En este momento no puedes salir de la isla.

—¿Po-porque? —Kein miro asustado al hombre. Había estado escondiéndose toda su vida, ¿será que lo habían capturado al fin?

—Por eso —Caín señalo hacia la ventana, que nuevamente se había empañado—. Es pleno invierno, el mar que nos rodea se encuentra lleno de icebergs, es imposible salir de la isla por al menos otros seis meses, hasta el único mes en donde el hielo se derrite un poco.

"Cuando dije que no sabía cómo había llegado aquí, no mentía. Debería ser imposible y sin embargo, aquí estas. Es intrigante.

—Pero... Mi familia...

—Entiendo cómo te sientes, pero en este momento no hay nada que podamos hacer. Aunque eso sí, me gustaría que me contaras lo que paso antes de venir aquí. Ah, y tu nombre, si no es mucha molestia...

—¡Aquí está la comida! —La joven de antes regreso con una charola llena de comida, interrumpiendo al hombre—. Asumo que el viejo no te dio nada de la que tenía y... Momento, papá, ¿aún no acabas? Qué raro.



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En el texto hay: theria

Editado: 17.07.2020

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