Kein se encontraba tirado sobre la alfombra de la sala del templo, sin poder moverse, con su estómago gruñendo.
—¿No me vas a dar algo?
—¿Acaso tú me diste algo cuando yo perdí? —le respondió la chica sentada a su lado, comiendo una pieza de carne.
—No es lo mismo. Tú no lo viste, pero Caín me lo quito en cuanto me descuide por tan solo un segundo. Pase hambre todo ese día.
—Ese es tú problema —le contestó Nierya y siguió comiendo.
El joven ya llevaba ocho semanas en el santuario, durante los primeros días Caín se dio cuenta de un tema muy importante: a pesar de estar pensadas también para emergencias, las provisiones se agotarían más rápido con el chico ahí. Así que decidió crear un entrenamiento especial para Kein y Nierya.
Ambos se enfrentarían un día a la semana, sin magia en un duelo con espadas de madera, algo en lo que ambos eran pésimos, y el ganador tenía derecho a competir contra Keila por la comida, si conseguían robársela, ganaban. Pero también estaba el obstáculo llamado Caín. Si se descuidaban, él les quitaría la comida, esa no era una regla, pero pasaba. Ese día era una ardua lucha por conseguir la comida.
En siete semanas que había estado activa la competencia, Kein y Nierya habían logrado superar a Keila una sola vez cada uno y en la única vez del chico, no pudo evitar que Caín se la llevara. Ese día era temido por ambos.
—Bueno, toma —la chica se apiado de Kein y le cedió un poco de carne que corto con un cuchillo de hielo, el cual creó de la nada.
—Gracias —el chico le agradeció con sinceridad, pero ella solo se encogió de hombros, aunque en su rostro se notaba un claro esfuerzo por no sonreír.
—De todas formas tenemos entrenamiento que hacer en un rato, sería malo que te quedarás sin energías por no comer.
—En eso tienes razón —Caín hablo desde una silla cercana, mientras comía un pan. Los chicos se sorprendieron, nunca lo escucharon llegar, aunque al verlo un poco mejor, se dieron cuenta que solo era una ilusión—. Creo que ha llegado el momento de ver que puede hacer, joven Kein. Vayan al patio, los veré allá.
Caín se desvaneció y en su lugar aparecieron copos de nieve dispersándose. Lo que ocurrió no fue una sorpresa para los chicos, ya antes habían visto a Caín hacer ese truco, era lo que él llamaba ilusión con hielo. Como los podía escuchar estando en otra parte era el verdadero misterio. Kein tenía la teoría de que se la pasaba con la oreja pegada a la puerta y luego corría para que no lo descubrieran.
—Bien, levántate —Nierya le dio la mano al joven y lo ayudo a ponerse de pie, una muestra de que se llevaban muy bien, algo que había pasado desde la primera vez que hablaron.
*
—Concéntrate e intenta expulsar algo de energía. Piensa en ella como una parte de ti. Siéntela.
Kein intento hacer lo que Caín le decía, pero le era imposible. Ni siquiera con la magia espacial, que ahora controlaba mucho mejor, sentía que estuviera haciendo algo. Era más que nada instintivo.
Los tres se hallaban en el patio con los dos chicos de rodillas mirando a Caín, quien se encontraba de pie. Keila estaba a pocos metros se ellos, con un vaso de líquido humeante por si Kein no aguantaba el ambiente, aunque ahora el chico soportaba más el frío. Aun así seguía llevando encima varias capas de ropa.
—Haremos un ejercicio, —le dijo Caín a Kein después de un rato, al notar que no había resultados—. Cierra los ojos e imagina una esfera, luego te concentraras en ella con todo el esfuerzo que poseas.
—¿Una esfera?
—Sí. También tú, Nierya, sé que ya sabes cómo controlar la energía de tu cuerpo, pero nunca está de más practicar.
"En cuanto la visualicen, tomara el color de la energía que manejen instintivamente, en cuanto ocurra quiero que me digan de qué color se ha manifestado.
—Azul —contesto la chica casi de inmediato.
—Bien, ¿y la tuya, Kein?
—No lo sé... Cambia.
Verde, rojo, morado, azul. La esfera cambiaba de colores, Kein sabía que así era como su conciencia interpretaba la energía dentro de él, pero aun así estaba impresionado. Al final la esfera cambio a negro y luego a blanco, repitiéndose el ciclo cuando volvió a ponerse de color verde.
—Qué extraño —murmuro Caín—. Jamás escuche que cambiara de colores. Está bien habrán los ojos. Es hora de una prueba. Nierya, tú primero, para demostrar. Párate por ahí.
—Sí, papá —la chica se colocó a unos metros de Caín.
—Bien. Observa esto, Kein. Nierya intenta exteriorizar la esfera enfrente de ti, concéntrate.
La chica cerró sus ojos y mostró un rostro sereno. Pocos segundos después apareció una esfera de agua de un tamaño considerable flotando delante de la chica. La esfera se agitaba mientras la expresión de Nierya se endurecía. Le costaba trabajo mantenerla así.
Editado: 17.07.2020