Thor: Reinvención (el comienzo)

Capítulo VII (Parte I)

"Nada puede salir mal..."

El atardecer se hacía presente, ambos niños yacían acostados en el verde césped admirando el hermoso cielo asgardiano, donde se apreciaban pequeñas nubes y un sinfín de estrellas que comenzaban a ser más notorias por la hora. Sin lugar a dudas lo más hermoso de Asgard era su cielo, o al menos eso creían ambos; los cabellos azabache de la menor se esparcían elegantemente en el suelo, no apartaba la vista del cielo, con una sonrisa tranquila, completamente enajenada en el cielo y Loki, la miraba de vez en vez, era agradable tener con quien compartir este tipo de cosas, era la primera vez que alguien se tomaba la molestia de quedarse a su lado y apreciar la belleza etérea de Asgard, además de su madre y su padre en contadas ocasiones, ya que Thor era demasiado inquieto para quedarse en un solo lugar más de dos segundos, impidiéndole tales momentos de tranquilidad.

Por momentos llegaba a creer que la joven dormía, pero pronto se daba cuenta de que no era así, al escucharla suspirar quien-sabe-por-que razón de esa manera tan ¿liberadora? Él no podía entenderlo, gracias a ello, había olvidado lo que quería preguntarle sobre el día anterior, sus manos estaban cerca la una de la otra, y al darse cuenta de ello, hizo un pequeño intento por acercar más su mano a la ajena, sin tener muy claro el por qué, tenía ganas de tocarla, tal vez quería saber si no era un sueño, una alucinación suya. Sin nada que perder, colocó su mano sobrepuesta sobre la ajena, sintió cierta calidez con el tacto y fue muy agradable, no sentirse solo.

—¿Sucede algo? —preguntó girando sutilmente su rostro hacia él, sin apartar la mano de la ajena, sin borrar esa pequeña sonrisa que tenía

—Creí que eras un sueño—confesó apenado, pero no sintiéndose rechazado como pudo haber creído que sucedería

—Soy tan real que puedo golpearte, ¿quieres que lo haga? —dijo entre divertida y perversa

— ¡No! —rápidamente apartó su mano y se alejó de ella, rodando hacia el lado contario, de esta forma quedando recargado sobre sus codos con la mirada perdida al frente—ya sé que eres real, en mis sueños nadie me advertiría, simplemente lo haría—dijo intentando que sonara divertida, pero ella no se rió

—Bueno, tranquilo—prefirió dejar las cosas así, se sentó en el piso y estiró sus brazos, parecía un gato haciendo tal gesto—tengo que irme, voy tarde de nuevo—comentó con pesar mirando su regazo, cabizbaja

—Si ese es el caso...—se levantó con rapidez, sentándose sobre sus rodillas—no quiero que te regañen—sonrió extendiéndole la mano para ayudarla a levantar, una vez se puso por completo de pie

"Si supieras... aunque es mejor así" —pensó ella con una media sonrisa tomando la mano ofrecida, levantándose poco después con su ayuda—Tal vez nos veamos mañana, eres agradable.

—¿Por qué siempre dices tal vez? —cuestionó extrañado sin soltar su mano, ignorando el halago con una sonrisa tímida

—Solo lo he dicho dos veces... y lo digo porque uno nunca sabe que cosas pueden pasar, ahora estamos vivos, mañana quién sabe.—lo último sonó de forma sombría, pero la sonrisa no abandonaba sus labios

—Espero que no pase nada—ladeó la cabeza con cierto desconcierto, decía cosas tan raras

—Yo también...—susurró desviando la mirada, desanimada

— ¿Eh? ¿Dijiste algo? —preguntó frunciendo el ceño, sin haber logrado escucharle

—Nada, nos veremos después...—volvió su vista a él cambiando rápidamente su semblante a uno más alegre, se acercó un poco más y le dio un beso en la mejilla

—Es-Está bien...—respondió tembloroso, soltando al fin su mano, eso jamás le había pasado, fue interesante

—Adiosito—sonrió contenta, la acción había salido tan natural que ella no podía entender que hubo ocurrido exactamente

—Adiós...—la miraba correr embelesado, su larga cabellera se mecía al ritmo del viento mientras corría, su vestido se movía de tal forma que se veía como una ilusión, desapareciendo casi como tal

Miró la mano que anteriormente había sostenido la otra, sintiendo aun en ésta la calidez que la había envuelto, después, esa misma mano se colocó sobre su mejilla tocando en donde los labios ajenos se posaron para darle el beso, aun podía sentirlo, eran muy suaves, hasta ahora se percató de ello, sonrió con cierto deje de ilusión. Era una curiosa sensación de bienestar y pertenencia, tan agradable que nada podía hacerle olvidarlo.

Se fue caminando totalmente perdido en lo que había pasado tiempo atrás, simplemente no cabía en su asombro, un día era una niña aterradora y al siguiente era mucho más dulce y encantadora, dio un suspiro con una sonrisa boba en sus labios, sin darse cuenta de que a lo lejos, oculta detrás de un árbol torcido y seco, su compañía también le miraba con una amplia sonrisa, pensando en que todo valía la pena por ese tipo de encuentros, porque quizá podía llamar a este príncipe un amigo, aunque rápidamente su sonrisa se desvaneció tan pronto al recordar lo te debía hacer, se mordió el labio para después irse corriendo lejos de ahí, hacia el lugar donde habitaba, no le podía llamar hogar porque nada de cálido tenía y una casa, tal vez ese término podía ser.

El tiempo pasaba sin más problemas, ambos aprendían a utilizar magia, mejorando día con día para ser los mejores hechiceros, claro que por diferentes motivos, no había día en que no se vieran en el mismo sitio, aquel roble que se había vuelto su confidente, donde cada uno, cuando no podían soportarlo más, desahogaban sus problemas con el contrario, solo que Anna jamás contaba las cosas completas algo, que desconcertaba bastante al pelinegro ya que deseaba saber el porqué de su actitud tan cambiante ya que a veces era muy risueña, otras veces era demasiado fría y otras más era más reservada.

Ya habían pasado un aproximado de nueve meses de verse, él quería llevarla a su hogar, al castillo y que conociera a sus padres, que se quedara con ella un día de estos en lo que los mortales llamarían una pijamada, pero ella no quería (o eso pensaba el joven príncipe), siempre se negaba, siempre decía lo mismo, que no podía quedarse porqué la regañarían y eso le molestaba mucho, tal vez por esa razón siempre tenía un humor cambiante. Pero eso no importaba puesto que hoy sería diferente, hoy la seguiría sin que se diera cuenta, al fin y al cabo, ya sabía cómo volverse invisible, y aunque fuese por un corto periodo de tiempo, muy basado en su concentración para mantener el hechizo, lo utilizaría a su favor, estaba seguro de que le serviría, al menos por un rato, lo suficiente como para descubrir la verdad.



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En el texto hay: marvel, loki, persnajefemeninooriginal

Editado: 20.09.2020

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