—¡Lily!
El llamado de Ethan hizo que la chica girara inmediatamente hacia atrás para encontrarse con él. Ella lo observaba risueña conforme se le acercaba a paso lento.
—¿Qué ocurre?—preguntó ella sin dejar de verlo.
—Lo siento por todo, por lo que te ha hecho Roy, por lo que pasó en mi casa…
—No, no te preocupes, no es tu culpa—le respondió con una sonrisa.
—Yo… no quiero que pases por algo así otra vez, perdón—le insistió él mientras terminaba de reducir la distancia entre ellos. Lily sentía como su corazón se aceleraba a causa de la cercanía.
Para su sorpresa, la mano de Ethan buscó la suya para tomarla con suavidad.
—Es egoísta pensarlo, pero… tenerte en mi casa realmente me llenó de alegría.
Lily no sabía qué decir. No podía creer que Ethan estuviese sosteniendo su mano mientras le confesaba algo tan tierno.
Sin embargo, no fue el fin de todo. Su otra mano pronto se vio en la mejilla de la chica, acariciándola con delicadeza mientras la observaba fijamente a los ojos.
Pronto sucedió lo inevitable. Ambos cerraron los ojos y, aún tomados de la mano, comenzaron a acercar sus rostros con claras intenciones.
—Lily…
…
—¡Lily! ¡Lily!
La suave voz de Ethan, de alguna forma, se fue transformando poco a poco en gritos insistentes por parte de su madre, que lograron que la mencionada terminara por despertar de su sueño y se levantara de golpe de su cama.
—Pero qué…—se cuestionó mientras sus ojos comenzaban a abrirse.
Sus ojos se abrieron de repente al darse cuenta de lo que estaba soñando.
—¡¿Qué rayos me pasa?!—se reprendió mientras volvía a acostarse para esconder el rostro en la almohada.
Era la mañana de un sábado que pintaba ser bastante soleado, a juzgar por la luz que entraba por la única ventana de la habitación y que se reflejaba en la pintura lila que recubría las paredes.
—¿Me escuchaste?
—Sí…— le respondió la chica en un tono lo suficientemente alto como para que su madre, que se encontraba en el pasillo dando las típicas vueltas antes de salir al trabajo, la escuchara.
Su madre, Diana, era propietaria de un pequeño pero bien conocido restaurante en el centro de la ciudad. Si bien era un rol que le permitía disponer de su tiempo, también le ocupaba bastante los fines de semana, por lo que Lily estaba acostumbrada a pasar los mismos en casa junto a su padre, un contador que tenía bien claro que su trabajo era de lunes a viernes.
—Alessia está en la sala y te está esperando.
—¡¿Qué?!—gritó Lily al tiempo que limpiaba su ojo derecho con su puño, aún intentando despertar del todo—¿Qué hace aquí?
—¿No es tu amiga acaso?—respondió mientras se asomaba al cuarto de su hija y ajustaba sus aretes.
La castaña se levantó desganada, abrió su ventana colindante con la calle y abrió su teléfono para asegurarse de que no se había levantado demasiado tarde. Eran las 9 a.m., nada mal para haber pasado una noche de sueño muy extraña, pensó.
Aún en su cómoda pijama, se dirigió hasta la sala para encontrar a su mejor amiga, de quien no tenía la más remota idea de por qué estaba ahí.
—Buenos días papi—saludó al señor que ya se encontraba leyendo el periódico en el sillón con la televisión siendo más un adorno que un entretenimiento; esa era la clásica imagen del señor Vásquez. Él le dirigió una sonrisa a su hija y continuó con su labor.
A su derecha estaba el otro sillón, en el que reposaba la chica de pelo largo y oscuro que la esperaba con una sonrisa.
Lily entrecerró a los ojos y encogió los hombros, cual cuestionándole su presencia en el lugar.
—¿Qué recibimiento es este?—preguntó indignada mientras se cruzaba de brazos.
—Uno en pijama, porque no sabía que vendrías.
—Es una visita sorpresa—respondió Alessia poniéndose de pie y tomando el brazo de su amiga para animarla.
—Bueno, quiero saber a qué debo el placer—Lily se dio vuelta para regresar a su cuarto junto con su no-invitada para tener más privacidad.
—Ha pasado mucho desde la última pijamada, tenemos que hacer una—dijo animada mientras se sentaba en la cama.
Lily dio un bostezo y se dirigió a su tocador para encontrar algo con que recoger su pelo.
—¿Sabes por qué vine?
—Me encantaría saber.
—Porque… ¿cómo te atreves a dejarme así ayer?—le reclamó Alessia enseñando los últimos mensajes de texto del día anterior—¿Qué pasó después de que llegó el papá de Ethan?
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Editado: 18.10.2024