La Tierra en el año 2019 d. de C. Sebastián Gormín y Sofí se hallaban todavía dentro de la casa. Estaban a punto de realizar el viaje al futuro, al año 3720 del planeta Base interestelar 500, cuando oyeron ruidos procedentes del exterior.
—¡Sofí, escóndete, rápido!
—¡No, no te dejaré solo!
—¡Haz lo que te digo! ¡No te puedes imaginar el peligro al que nos enfrentamos!
Sofí obedeció y, mientras, Sebastián Gormín intentaba elaborar lo más rápido posible un plan de salvación, pero la tensión del momento no le permitía pensar con la claridad que hubiera deseado. Después de todo era un simple viajero del tiempo, no un hombre acostumbrado a lidiar con situaciones peligrosas.
Sabía que no podía utilizar el Anillo de Poder cuanto quisiera sin permiso, solo en momentos absolutamente imprescindibles, ya que su uso podía suponer un cambio en los acontecimientos pasados o futuros que él, por sí mismo, no podía decidir. Pero sí que podía averiguar datos como la identidad o la ubicación geográfica. Así, descubrió que la Máxima Autoridad y sus secuaces se habían materializado no muy lejos de la vivienda de Sofí con intenciones no demasiado amigables.
Efectivamente, no tardaron mucho tiempo en entrar y apuntarlo con sus armas. Sebastián Gormín no parecía tener ninguna posibilidad de escapar, rodeado como estaba por la Máxima Autoridad y otros tres gatos armados.
—Vaya, por fin nos conocemos, terrícola —dijo la Máxima Autoridad despectivamente.
—Puede, pero yo dudo que la mayoría de los habitantes interestelares sepan lo ruin y despreciable que eres tú en realidad. Y prosiguió diciendo: —veo que no vienes solo, estás muy bien acompañado por gentuza. Dime, ¿es prudencia o cobardía?
—¡Solemne discurso! Pero yo soy más bien un hombre de acción. Me parece más práctico que las palabras —respondió con ironía. Y ahora dime tú: —¿dónde está la chica? Sabemos que ibais a viajar juntos.
Ante el silencio total de Sebastián Gormín, uno de los gatos se acercó hasta él y le apuntó amenazadoramente en la cabeza.
De repente, apareció en escena Sofí:
—¿Me buscabais? —preguntó con valentía.
Los cuatro gatos advirtieron que la muchacha llevaba en la mano el libro que tantos habían estado buscando infructuosamente. Entonces, levantándolo en el aire, Sofí pronunció las palabras que explicaban la Cuarta ley de Dogma: “Los gatos y los humanos deben ayudarse entre sí de manera solidaria. Solo así se cumplirá la profecía ancestral que hará efectiva la unión entre gatos y humanos, cuando la muchacha de la Tierra viaje al planeta Base interestelar 500 en el futuro.”
Las palabras de Sofí provocaron en los cuatro gatos un estado de aletargamiento o parálisis que permitió que pudieran ser proyectados, a través de sus propios anillos del tiempo, a una época futura de Base interestelar 500 en la que acabarían siendo juzgados y condenados a penas de Alejamiento Social, que era la forma en que se conocía la prisión en aquel mundo. Fue así como Sofí tomó consciencia del inmenso poder que en sus manos albergaba aquel libro. Finalmente, y sin más interrupciones, Sebastián Gormín y Sofí pudieron transportarse al planeta interestelar.