Tiempo de Gorgonas

Capítulo 11. Cuando el fuego se alza.

El viento sopló la cara de Dylon al mismo tiempo que la música moderna vibraba a través de la radio. La camioneta de Huston era muy buena para terrenos difíciles como las carreteras sin pavimentar, aunque, ya tenía uno que otro arreglito por un lado y por el otro, el rubio no cambiaría por nada a su amada bebé.

—Has estado muy callado, imagino que mudarse puede ser duro, pero ¿tan cansado te dejó el primer día?

Dylon escuchó la murmuración mezclada con la música de la emisora, pero no se pudo concentrar. Las palabras de su abuela lo dejaron pensativo, ¿en qué había cambiado? ¿Se veía mejor después de excretar mocos por todos los poros? No estaba seguro de si aquella viscosidad eran mocos, aún así era lo más parecido.

También estaba ese sueño aterrador con la serpiente que asumió su forma, se le ponían los pelos de punta con solo recordarlo.

Suspiró y se miró las palmas de las manos. Desde su ignorancia no podía decir qué había cambiado, pero estaba muy seguro de que sí, alguna cosa dentro de él estaba mejor. Le era más fácil respirar con el paso de cada minuto, sus articulaciones estaban más relajadas, menos doloridas y los huesos se sentían más resistentes que antes, bien podía intentarlo jugando al fútbol americano, aunque, él había sido peso pluma como para ser el mediocampista, creía tener mucha más fuerza.

—Eh, tierra a ti, colega.

Huston pasó su mano cerca del rostro del otro, a fin de comprobar si había alguien allí con él o era solo un espanto.

—¿Eh? Oh, amigo, lo siento, estaba en mi mundo.

—No es divertido conducir cuando el copiloto no mantiene una buena plática, menos un punto para ti.

La queja del rubio lo hizo sonreír, cabeceó en afirmación.

—¿Qué decías?

—Nada, creí estabas muy agotado del primer día.

—No, no es nada de eso, solo pensaba.

—¿Echas en falta tu viejo hogar?

El volante se giró y tomaron camino por una cuesta. Dylon nunca había subido una cuesta empedrada dentro de un vehículo, estuvo particularmente sorprendido de que una camioneta pudiese ir por ahí, aunque, se percibió más tonto por agarrarse del cinturón de seguridad. No estaba en una montaña rusa, pero nunca se sabía.

Huston se rio quedo, pero evitó hacer algún comentario.

—No mucho —contestó después de sopesarlo—, me gustaba la ciudad, eso no lo niego, pero si me preguntas, la verdad es que me pesaba más quedarme.

Las cejas de todo amarillo oscuro del muchacho se buscaron entre sí para luego desviar la vista de la carretera.

—¿Tuviste problemas? —Ante el interrogante, la expresión del castaño sufrió un cambio, sus labios se apretaron y sus pupilas perdieron color.

Huston mordió su labio inferior.

—Perdona, colega, no debería ser metiche.

No solía ser del tipo preguntón, si bien, le había caído en gracia Dylon, era un tipo legal y de buena charla, además, no parecía ser el típico busca pleito chulesco que se creía de mejor cuna por haber vivido en la ciudad durante toda su vida. Era sencillo, calmado y quizá hasta divertido.

—Tranquilo, no te disculpes, solo tuve algo allí que me dejó sin ganas.

—Está bien, quién soy para preguntar más, me parezco a mi tío Bernie y eso me pone los pelos de punta, joder. —Huston aligeró el ambiente, no quería llevarse mal con el chico Ekans, su padre le había dicho era mejor mantenerlos vigilados.

Él había pensado lo mismo al principio, pero al conocerlos, una parte de sí sentía pena al saber el muchacho era todo un ignorante respecto a la verdad de sí mismo y de su familia materna, entonces al hablar con él y reconocer no era una mala persona, se dio cuenta podía vigilarlo y también ser su amigo, después de todo, su trabajo constituía en evitar los mellizos se metiesen en líos muy grandes que pusiesen patas arriba la comunidad.

La camioneta se detuvo en un claro pequeño, había otros vehículos estacionados por ahí, entre ellos Dylon captó varias motocicletas deportivas.

—¿De quiénes son esas?

Él deseó comprarse una motocicleta deportiva, no obstante, su madre no se la podía permitir y bruscamente le había dicho que incluso si estaba dentro de sus posibilidades no se la obsequiaría, porque esas cosas asesinaban a millones de personas todos los días en todos los rincones del mundo. Exagerada para variar, no obstante, Dylon no podía hacer otra cosa que no fuese desear una.

—Estas son de Ruv y sus hermanos.

—¿Ruv tiene hermanos?

—Sí, a Tristán creo que lo viste hoy, es el del medio y Derán, ese demente es el mayor. —Huston apagó el motor y retiró su llave de la ranura—. En mi opinión, no molestes a Derán, ese tipo te romperá las piernas y te las hará tragar, pero si vas bien con él, puede ser cordial, claro si no está de mal humor el muy bastardo.

Intuyó ese tipo no era la persona favorita de Huston, pues hubo un cierto deje desagradable dirigido al hermano mayor de Ruv, si bien, eso no tenía nada que ver con él.

Descendieron de la camioneta y se fueron cuesta arriba, fue así como llegaron a una saliente que estaba por encima de un bonito lago azul, no muy lejos de donde se pararon pudo contemplar una cascada pequeña, la cual nacía en las montañas. Se apresuró en sacar su teléfono para tomar fotografías, penosamente, la cámara no era tan buena con fotos en la oscuridad.



#125 en Fantasía
#20 en Magia

En el texto hay: bl, gay, magia

Editado: 06.12.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.