—¿Estás seguro que puedes pagar este lugar? —susurre hacia un lado
—Shhh tú tranquila tulipanes, yo dije que este dia sera especial verdad y que tu solo tenias que ponerte bella y que de lo demás me encargaria yo, ese es mi 50/50 —plantó un beso suave sobre mi cabeza
—¿Vamos? —extendió su mano para yo tomarla
Nos dirigimos con nuestras manos entrelazadas hacia el restaurante, al llegar la recepcionista nos sonrió gustosamente.
—Los estábamos esperando
Al llegar a nuestra mesa, lo miré extrañada, cuando estaba apunto de abrir mi boca fue interrumpida.
—Adazel tenía razón y yo pensaba que solo exageraba con tu belleza —dijo un chico de cabello rubio con ojos grises, vestido con un traje blanco y un moño en su cuello pude deducir que era el mesero
Lo miré extrañada y luego mi mirada confundida se dirigió a Adazel.
—Guss no la asustes por favor —dijo entre risas —Amor te quiero presentar a Guss; mi mejor amigo y Guss ella es Aida; el amor de mi vida, mi alma gemela, la futura madre de mis hijos, en resumen mi todo
No tardé en ponerme roja como un tomate y aunque no podía verme, podía sentir como mis mejillas comenzaron a arder.
—Mucho gusto —soltee —¿Cómo es que se conocen?
—Un dia lo vi lavando los traste, se le cayo un plato lo regañe por ser el nuevo y luego el me soltó en cara que era él hijo del dueño de este restaurante y así fue cómo comenzó nuestra amistad —dijo con una sonrisa en su rostro
—No era necesario contar algunos detalles —dijo Adazel, cerrando sus labios
—Ay perdón jejeje bueno les traeré el especial de casa, estoy seguro que les gustara, junto con un vino tinto ¿Lo desean dulce, seco o semiseco?
Adazel le lanzó una mirada asesina, Guss no tardó en despedirse e irse junto con nuestro “pedido”.
—Con que hijo del dueño ¿Y cuando pensabas decirmelo? —entrelacé mis manos dejando ver una postura seria
—Pues… en algún momento
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque mi padre y yo no tenemos una buena relación, digamos… no quería que supieras de él
No pregunte más, ya que sentí que él no quería hablar del tema, por su forma directa y fría de contestarme, ignoré el tema y la noche siguió tranquilamente. Nuestra comida no tardó en llegar; eran unos espaguetis rojos que al probarlos sentí como si no hubiera comido en meses; estaban deliciosos.
—Sabía que te iban a gustar, son especialidad de la casa —dijo Adazel tomándome de la mano que yacía sobre la mesa
—Te amo ¿Lo sabías?
—No, no lo sabía —dije de broma negando con mi cabeza
—¿No lo sabías? Bueno entonces… te lo tendre que demostrar a mi manera —se levantó de la silla tan pronto como lo hizo mis ojos se abrieron como platos
Me dedico una sonrisa complice al acomodarse en el taburete del piano de cola de color negro que se encontraba a unos pocos metros de nosotros.
Sus dedos comenzaron a tocar teclas aleatorias, hasta que comenzó a tocar una melodía, no pude evitar sonreír tontamente pero lo que acabo conmigo es cuando comenzó a tocar aquella canción que leí en su libreta de escritos que él no quiso que leyera hasta que esté terminada pero ahora me encontraba escuchando en vivo y en directo.
—Y este es tiempo de amar…tiempo de amarte —canto como verso final, se acercó a la mesa me levanto, tomo de mi cintura y se lanzó hacia mis labios, de fondo los aplausos de la clientela comenzaron a sonar.