Tierra congelada

Preparándose para la guerra

Mientras vigilaba, Ángela leía técnicas de combate básico, que estaban en el manual, y las practicaba a solas, procuraba hacerlas lo más parecido posible a las ilustraciones, con el menor ruido posible.

Cuando Marco despertó aún era de noche, y vio a Ángela entrenando sola. Sin hacer ruido la siguió observando hasta que ella se percató que él había despertado.

- ¿Por qué no me dijiste que te despertaste?, ¿Hace cuánto estas despierto? – le pregunto enojada.

- Los suficiente para verte entrenar. Eres bastante buena, y no quería interrumpirte – ella se sonrojo, y él se levantó del suelo y se le acerco.

- Es descortés espiar a la gente – Ángela se veía más molesta.

- Lo siento, no era mi intención. Pero al verte entrenar pensé que todos deberíamos hacer lo mismo, así estaremos mejor preparados – Escuchar eso la tranquilizo <<Maldito, supo salvarse de mi regaño>>

- ¿Y qué es lo que propones? – su seriedad tranquilizo a Marco.

Pasaron un par de horas creando un plan de entrenamiento, basado en el manual, y haciendo preparativos para poder practicar sin problemas ni preocupaciones. Cuando lograron terminar de planear, Ángela se fue a dormir, mientras que Marco hacia la guardia.

Cuando todos despertaron, desayunaron y les hablaron a los niños sobre su plan, para ver lo que opinaban. Los dos pequeños se veían notablemente felices y entusiasmados por comenzar con su entrenamiento, por lo que se ofrecieron a ayudar en todos los preparativos.

Habiendo terminado su desayuno pasaron todo el día recogiendo las presas que estaban en las trampas y volviéndolas a armar, poniendo trampas alrededor del árbol, haciendo el sistema de lianas más grande, y un sistema de alarma con lianas, que mueve unas latas, produciendo sonido cuando las pisan.

Tardaron una semana en reforzar su refugio, y abastecerse de suministros, también fabricaron algunas armas, entre ellas arco y flechas, para enseñarles a los niños a usarlas, y poder casar animales en caso de que haga falta.

En las mañanas, después de desayunar, revisaban las trampas, recogían fruta y agua, y, tomaban un baño. En las tardes entrenaban su resistencia y agilidad corriendo por el bosque, comían algo, y practicaban las técnicas de defensa, y después las de combate. Cuando se hacía de noche volvían al refugio para descansar, y platicar algunas observaciones que surgieran para mejorar el entrenamiento.

Así pasaron 10 semanas, en ese tiempo mejoraron significativamente todas sus habilidades, tanto físicas como mentales, además de ganar bastante experiencia casando animales salvajes, hasta que sucedió algo fuera de lo común.

<<Que bien, ya ha pasado un buen tiempo sin que tengamos dificultades, eso nos ha beneficiado bastante en nuestro entrenamiento>>

- Vamos, resistan, ya estamos por terminar –Ángela los motivaba, pero los pequeños estaban exhaustos de tanto correr, sin embargo, no desistían, estaban determinados a dar más del cien por ciento.

- ¡Sí! – ambos respondieron, bastante agitados.

- ¡Tiempo! – los niños dejaron de correr, y caminaron un poco para calmarse.

- Al fin…, por poco pensé que no terminaría – Carlos estaba aún más cansado que Fernanda.

- Cierto, correr con peso extra es bastante agotador, pero muy útil – Fernanda se quitó el peso extra que llevaba en la espalda, al igual que Carlos.

- Lo hicieron muy bien, chicos, ahora vayamos por las cosas para entrenar las tácticas de combate y defensa. Hoy entrenare contigo Fer, practicaremos como usar un cuchillo, y Marco entrenara contigo, Carlos, con el arco – Todos subieron al árbol, donde estaba Marco reparando unas armas que se habían roto.

- ¿Ya terminaron?, ¿Cómo les fue? – Marco se sorprendió al verlos llegar tan rápido.

- Estamos exhaustos, pero mejoramos nuestros tiempos – Fernanda le respondió mientras iba por un vaso con agua.

- ¡Solo 10 minutos!, ya casi los alcanzamos – Carlos lo dijo con mucho orgullo, mientras esperaba que Fernanda terminara de servirse, para servirse él.

- Me alegro mucho, si siguen así serán más rápidos que un leopardo, jajajajaja – Marco les sonrió, y los ojos de los niños brillaron por su comentario.

- ¡¿En serio lo crees?! – a Carlos le emociono mucho esa idea.

- No sé si serán más rápidos que un leopardo, pero sin duda serán más rápidos que cualquier mercenario – Ángela dijo esto con una mirada de orgullo.

Todos estaban muy felices, hasta que sonó una de las alarmas que habían colocado, en ese momento tomaron algunas armas, y fueron hasta donde había ocurrido, como se movían por medio de la red de tirolesas que habían colocado, les fue fácil llegar sin ser vistos. Al llegar pudieron ver a un hombre herido ser perseguido por un mercenario.

- Tenemos que ayudarlo – Carlos le hablo en voz baja a su hermana.

- Tranquilo, lo tenemos cubierto; Marco – Ángela volteo a ver a Marco y este asintió antes de desplazarse por otra liana hasta un árbol cercano, y esperar.

Cuando el sujeto y el mercenario pasaron frente al árbol donde estaba Ángela, ella le hizo una señal a Marco con su linterna, y él activo una trampa, la cual sujeto al mercenario por las piernas, y lo elevo hasta el alcance de Marco, el cual lo golpeó con el mango de su hacha, dejando al mercenario inconsciente.

El hombre que estaba corriendo con sus últimas fuerzas se detuvo al ver tal situación, y Ángela junto con los chicos bajaron del árbol, mientras Marco ataba al mercenario.

-Tranquilo, mi nombre es Ángela, él es Carlos, ella es Fernanda, y el que está sobre el árbol es Marco, ¿Cómo te llamas? – Ángela le hablo lo más tranquila que pudo.

El sujeto se veía de unos 50 año, sin embargo, se notaba que aún conservaba una buena condición física, su cabello negro estaba corto, su piel blanca tenía varias cicatrices de peleas anteriores, incluyendo su rostro, y sus ojos color miel los observaban con suma precaución. <<Se nota que no es un hombre fácil de vencer, sin duda debió haber sido una gran pelea>>



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En el texto hay: ciencia ficcion, supervivencia, amor adolecente

Editado: 31.05.2021

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