En aquella tarde cálida y soleada, los muchachos caminaron durante un par de horas hasta acercarse a su destino. Por el camino pudieron apreciar, como lo hacían cada día, los hermosos paisajes que embellecían el reino, entre ellos los ríos de aguas cristalinas llenos de una gran variedad de peces o los enormes y frondosos bosques, ricos en una gran diversidad de flora y fauna.
La conversación en todo momento fue bastante fluida y agradable; los jóvenes disfrutaban de ella con júbilo, ansiosos por comenzar con sus entrenamientos cotidianos. Sin embargo, cuando menos lo esperaban, escucharon un grito desgarrador que parecía provenir de un lugar cercano, el cual debía encontrarse a unos pocos minutos de distancia; fue entonces cuando se detuvieron con cautela, atentos ante cualquier otro sonido que pudieran detectar.
Tras unos segundos de espera, Tezuka fue el primero en decir algo al respecto —Deberíamos ir inmediatamente a investigar, alguien podría necesitar ayuda —manifestó con un tono de voz que denotaba preocupación.
Jaden respondió inmediatamente —Sí, y debemos acelerar el paso para llegar lo antes posible.
Todos estuvieron de acuerdo con la decisión, y fue así como los jóvenes partieron en dirección a la localidad en la que habían escuchado aquel grito desgarrador que les heló la sangre. Conforme más se acercaban, más fuertes se escuchaban los golpes y quejidos provenientes de un pequeño pueblo en el que, como máximo, residían unas quince personas.
El lugar era ínfimo, apenas había un pequeño grupo de cabañas sencillas con escasos cultivos en el reducido espacio que tenían, el cual pretendía ser un modesto jardín. También podían apreciarse un par de establecimientos comerciales, con un conjunto de cajas de cartón vacías apiladas como deshechos en las entradas de los locales. Al tratarse de un pueblo tan pequeño, para los jóvenes fue relativamente sencillo darse cuenta de que aquellos gritos provenían, específicamente, de un callejón que se encontraba entre dos viviendas.
Al llegar al lugar, descubrieron a dos criminales que estaban sometiendo a un pobre anciano que les suplicaba piedad. Su rostro estaba muy golpeado, su nariz y su boca sangraban, su ropa estaba rasgada y muy sucia, además de que su cuerpo se veía sumamente débil. Tezuka y sus amigos sabían que si no hacían algo en ese preciso momento el anciano moriría.
En ese instante, uno de los criminales comentó —Anda viejo, dinos dónde tienes la espada y acabaremos con tu sufrimiento.
Pero el anciano muy decidido replicó —Jamás, yo protegeré la espada, mi misión es entregársela únicamente al elegido y no permitir que caiga en manos sucias como las de ustedes.
Al escuchar esa respuesta, el delincuente miró a su compañero y le consultó —¿Qué hacemos Joy?, no piensa soltar nada.
Joy volteó a ver a su cómplice con una sonrisa macabra y una mirada asesina e indicó —Tranquilo Saku, tengo una idea.
Joy se acercó al anciano y le ordenó —Dinos dónde está la espada o tendrás que despedirte de tu nieta —agachándose para mirar fijamente a los ojos al anciano que se encontraba tirado en el suelo como si fuera un trapo viejo.
El anciano con una voz quebradiza que denotaba desesperación rogó —No por favor, ella es solo una niña, no le hagan…
Justo en ese instante, Tezuka interrumpió al anciano gritándole a los criminales con firmeza —¡Déjenlo inmediatamente!
Al escuchar esas palabras ambos delincuentes se voltearon hacia los chicos y los miraron con aires de superioridad. Joy preguntó entre carcajadas —¿Dijiste algo, insecto?
Saku y Joy eran bastante parecidos físicamente. Ambos eran altos y tenían la piel morena; el cabello negro, lacio y largo; sus cuerpos eran fornidos y sus vestimentas totalmente negras. La apariencia de los dos era intimidante, y su edad oscilaba entre los veintitrés a veinticinco años.
Tezuka respondió con confianza y valentía —Sí, te dije que lo dejaras inmediatamente, ¿es que acaso no me escuchaste?
Los delincuentes crisparon sus puños con rabia, mientras que Tezuka y el resto del grupo adoptaron una posición de combate. Kai y Ken fueron los primeros en arremeter, movilizándose a la velocidad de un rayo hasta posicionarse al frente de los criminales para acertar un puñetazo directo al mentón de sus enemigos, los cuales tras recibir el primer golpe contraatacaron con todas sus fuerzas.
Kai esquivó hábilmente los puñetazos que Joy lanzaba hacia él, a pesar de que el lugar donde peleaban era bastante estrecho y no les permitía desplazarse con total libertad. Sin embargo, Ken recibió un fuerte impacto por parte de Saku en su estómago, por lo cual Jaden intervino con rapidez lanzando una daga que cortó la mejilla de Saku tras un leve roce.
Joy proyectó dos puñetazos hacia Kai y este los esquivó contrarrestando con un gancho derecho y una patada lateral, acertando ambas. Mientras tanto, Jaden y Ken lanzaban ataques rápidos a su oponente consiguiendo encajar algunos, causando daños considerables.
Tezuka y Cloud se unieron a la batalla; los criminales se vieron sometidos por los chicos, quienes a pesar de su corta edad se complementaban muy bien entre ellos, realizando ataques precisos y sincronizados que evidenciaban las arduas horas de entrenamiento que habían tenido constantemente.