Después de una larga sesión de entrenamiento, Jaden, Ken y Kai decidieron regresar a sus respectivos hogares, mientras que Tezuka y Cloud caminaron por las desoladas y oscuras calles del reino hasta llegar al castillo.
Ambos hermanos habían estado bajo el cuidado del mismísimo Rey del Norte desde que eran pequeños; esto debido a que durante la “Guerra Sangrienta”, ocurrida hace 10 años, su madre, Zoe Kami, perdió la vida en un combate para conseguir el tratado de paz que ahora está vigente; mientras que Max Kami, su padre, actualmente se encuentra desaparecido por motivos que solo los altos mandos del reino conocen. Sin embargo, antes de que Max desapareciera, este le encargó sus hijos al actual Rey quien los ha criado lo mejor posible, a pesar de que ellos no llevan su sangre.
Tezuka y Cloud subieron lenta y silenciosamente las largas escaleras de piedra que conducían hacia su habitación, pero lo que ellos no sabían era que alguien los estaba esperando en ese lugar. Apenas los hermanos abrieron la puerta, se encontraron con Rin Fuyu, la hija biológica del Rey.
El cabello de Rin era de color rubio intenso, totalmente lacio, con un largo que apenas sobrepasaba la altura del mentón; sus ojos eran verdes esmeralda, su sonrisa deslumbrante como la luz de la luna, su piel era blanca, era delgada y de baja estatura. Vestía con una camisa cuello alto ajustada al cuerpo y de color negro con detalles azules; una hombrera de metal en el lado izquierdo, un par de guantes negros, unas fundas de tela gris en sus antebrazos, un short de blue jean y un par de botas negras altas que llegaban hasta justo debajo de sus rodillas. En su mano derecha sostenía una pijama de color celeste perfectamente doblada.
Rin, a pesar de tener quince años al igual que Tezuka, pensaba como una adulta. Al verla, ambos hermanos se asustaron, sabían que iban a recibir un interrogatorio por parte de la chica.
—¿Dónde demonios estaban? —preguntó Rin con una expresión de enojo mezclada con preocupación.
—Eh, verás… Estábamos entrenando —respondió Tezuka un poco nervioso, desviando su mirada hacia la ventana que se encontraba justo detrás de la chica.
—¿Y crees que estas son horas para entrenar? —inquirió Rin inmediatamente; parecía estar más enojada que antes.
—Bueno, no, pero… —Cuando Tezuka iba a completar su oración levantó su mirada y se percató de que la expresión de Rin había cambiado de repente; ella ya no parecía estar molesta, más bien se veía algo preocupada y confundida.
—¿Tezuka, qué es eso que traes en la muñeca? —consultó Rin en voz baja, parecía un poco asombrada.
Tezuka miró el brazalete y respondió a la pregunta con naturalidad —La verdad es que no estoy seguro de lo que es, el anciano que me la entregó me dijo que se trataba de una especie de espada pero no logro hacerla funcionar.
—Creo que la he visto en algunos libros de nuestra biblioteca; tendremos que preguntarle a mi padre mañana para tener un poco más de información al respecto, seguro eso puede ayudarte; por el momento tienen que descansar —replicó Rin sin apartar la vista del brazalete de Tezuka.
—Por ahora no quiero comentarle al Rey, me gustaría averiguar cómo utilizar esta espada por mis propios medios, no quiero que me de pistas al respecto —comentó Tezuka recostando su cuerpo contra una pared de la habitación.
—Lo entiendo, respetaré tu decisión, espero que puedas descubrir alguna manera para hacer que funcione.
Tezuka dio un par de pasos por la habitación y comentó con curiosidad —A propósito Rin, pensaba que hoy irías a la academia.
—Lo siento, ese era el plan pero Issey lo cambió completamente; decidió que quería entrenarme para el torneo estudiantil por lo que prefirió que me saltara las clases de hoy.
—¿Y qué tal te fue con tu entrenamiento? —preguntó Cloud.
—Terrible, cuando por fin logré acertarle un golpe me tomó por sorpresa y me dejó encerrada en una prisión de tierra, casi me da un infarto ahí dentro —expresó Rin en un tono de profundo desagrado.
Tezuka y Cloud emitieron una carcajada y simultáneamente dijeron —Típico de Issey.
—¡No se rían de mi claustrofobia! —reclamó Rin frunciendo el entrecejo por un par de segundos hasta que logró recobrar la calma con un suspiro —En fin, estoy muy cansada, espero que tengan buenas noches chicos.
Tras decir eso, Rin se acercó a Cloud, posó su mano en su cabello y lo frotó despeinándolo. Después, abrazó a Tezuka y luego abandonó la habitación cerrando la puerta con delicadeza.
Posteriormente, los hermanos tomaron un baño y se fueron a dormir pero ninguno podía conciliar el sueño. Luego de un par de horas de solo dar vueltas en la cama, Cloud le preguntó a su hermano con intriga —¿Cómo sabía el anciano qué armas entregarnos a cada de uno de nosotros?, ¿quién es él?, no entiendo nada —comentaba el chico mientras observaba la habitación, la cual tenía un estilo rústico y antiguo, decorada por espadas sin filo, algunos escudos y un par de pinturas de los paisajes del reino.
Tezuka tardó un par de segundos en analizar la pregunta para tratar de responderla —No lo sé, lo más probable es que haya observado nuestros movimientos durante el combate contra esos dos delincuentes. Respecto a quién es, tampoco sabría decirte; supongo que debe ser alguien importante, porque si esta espada es lo que él describe, debe ser una persona de mucha confianza para que se le asignara una misión así —contestó Tezuka girando su vista hacia la cama de su hermano la cual, tal como la suya, tenía sábanas negras y una mesita de noche elaborada con madera oscura al lado.