Hoy, 4 de mayo, se completa un año desde que estoy en este mundo. Tengo una discusión interminable en mi interior.
¿Que cómo llegué aquí?... Recuerdo que iba de visita a Cuba y me encontré a un vendedor sospechoso en mi alojamiento. Entré a mi cuarto, cerré las cortinas y… no me acuerdo de nada más.
Me encuentro en un mercado de armas y minerales. Por lo que entiendo del dialecto, esta tierra se llama Cazumick. En este mundo, la gente luce salida de un libro de historia nórdica, con un cabello frondoso y trenzado. Visten de pieles; los más grandes guerreros llevan puestas pieles ostentosas de animales que, de un solo golpe, te parten en dos.
Me parece curioso e irreal, es como un videojuego, casi un sueño de fantasía del cual no quiero despertar.
En las partes llanas y cuevas de este mundo aparecen unas bolitas esponjosas, como gelatina, que cambian de forma. Las llaman Formkifter. Estos son cambiaformas que, tomando la apariencia y propiedades de lo que imitan, con un contrato de domesticación se convierten en una herramienta perfecta.
Algo que me tiene intrigado es: ¿cómo controlan las propiedades y elementos de este mundo?
De repente, me encuentro con Zulic (él me ayudó apenas llegué a este mundo; me salvó de un gran león y ayudó a entender algo del idioma).
—¿Qué haces aquí, Will?
—Aparte de esperar a un viejo como tú —le contesto con una carcajada—, estoy preparando todo para crear el arma perfecta.
—Cállate. Mejor acompáñame a la herrería. Tengo que afilar mi arma.
El hacha de Zulic era especial, ya que está hecha de un material que solo unos pocos afortunados poseen: armas de lágrima de dragón. Son prácticamente reliquias. Tiene unas runas talladas para controlar las propiedades y elementos de este mundo. Siempre la mantiene afilada.
De camino a la herrería, nos encontramos con Smed, quien es mi maestro y dueño de la herrería. Él afila, crea, pule y da un diagnóstico sobre las armas vikingas.
Ya en la herrería, saludo a los demás herreros y comienzo a fundir un poco de cobre, una cantidad mínima de hierro, luego algo de plata marina, y todo directo a la llama azul.
Ya fundido y puesto en el molde, golpeo, rectifico, quito imperfecciones... En mi cabeza solo se escucha el golpeteo del mazo en el metal.
Kap!! Kap!!
—¡¡Lo conseguí!! —grito a todo pulmón.
Después de dos días de duro trabajo, por fin consigo a Løvinne. Ya no será mito, es el arma más letal de este mundo.
En la parte delantera, un hacha; en la parte trasera, una guadaña de 30 cm; y arriba, una punta delgada pero resistente.
—Terminaste justo a tiempo —dijo Zulic, quien traía una cara muy seria—.
Cazumick había entrado en guerra con otra nación. Hicieron sonar el cuerno.
Zulic me dijo algo que me dejó atónito:
—O matas o mueres.
Quedé en shock, ya que me considero "un pacifista". Prefiero hacer armas que usarlas, pero no quiero que ejerzan en mí el castigo de los cobardes.
Ya en camino a la guerra, me quedo en la retaguardia. Veo cómo el sol sale e ilumina las puntas de los pinos, y cómo los Formskifter de los guerreros se convertían en escudos, gabardinas y arcos para la batalla.
A lo lejos veo la luz que señala el final del bosque. Veo cómo Zulic, quien nos lidera, hace una seña para hacer sonar el cuerno, y se siente un ambiente tenso. Ese sonido retumba en mi mente.
Comenzó la carnicería. Jamás pensé presenciar tales escenas. Comienzo a temblar y termino en el suelo, mirando cómo todos se mataban entre sí.
Un bárbaro se acerca con un frenesí. Ya lo veo muy cerca. Me levanto y apunto hacia él con Løvinne, cierro los ojos y siento que algo me salpica.
Abro los ojos lentamente… y estoy salpicado de sangre. Acabo de asesinar a alguien.
Comienzo a tener un conflicto interno. A lo lejos, escucho la voz de Zulic que me decía:
—¡¡¡Atrás!!!
Volteo y otro bárbaro intenta matarme por la espalda, pero solo retrocedo.
Sigo indeciso sobre qué hacer, hasta que veo cómo activa las runas y manda un ataque hacia Zulic, quien estaba de espaldas.
Reacciono y le corto el brazo. De inmediato quedo congelado, todavía no proceso lo que está pasando.
No sé cómo no me alcanzó alguna flecha. A lo lejos veía a Zulic matando como si nada, y no pude evitar pensar:
¿Cómo alguien no siente empatía por otro ser vivo?
Mientras tanto, las palabras de Zulic generaban un eco en mi cabeza.
Lentamente comienzo a sentir un colapso. Mi visión se nubla, pero escucho el golpeteo de los cascos de un caballo y cómo iban cayendo cuerpos al piso.
Mi visión se nubla pero... ¿fue reflejo o tal vez algún impulso? No sé, pero cuando me di cuenta, el jinete estaba en el suelo, con mi pie en su pecho, mientras lo amenazaba con Løvinne.
De inmediato lo suelto. Me pregunto:
¿Qué me acaba de pasar?
No encuentro respuesta lógica para lo que está pasando.
Editado: 02.07.2025