Tierra de villanos

Redención

<<Se aproxima una tormenta>>
Pensé al ver como un relámpago cae en las lejanías de esta ciudad, iluminando los cielos por un breve momento y a la vez; dejando las calles en completa oscuridad.

¡Final mente estoy aquí!... el basurero donde en mi adolescencia deseaba morir.
El pueblo de Miranda, al que todo mundo llama "la ciudad del pecado", "la come hombres", "el paraíso de la mafia".
Jajaja, esta mejor de lo que pensé. Burdeles en cada esquina, Casinos controlados por mafiosos, callejones inundadas de borrachos, peleas, violaciones, prostitutas y lo mejor de todo, policías lamiendo el culo a los políticos corruptos.
Solo faltaba yo, el grandisimo hijo de puta que le pone la caresa al pastel de todo el mal habitando en este mundo.

<<Debiste haberte puesto tu maldita gabardina>>
Me regañe al sentir que mi cuerpo estaba siendo empapado por la lluvia mientras me echaba un paseo por los tétricos callejones de la ciudad, se sentía rico; ser azotado por el inminente ventarrón infernal. Por momentos, quede segado ante las gotas de lluvia que se estrellaban con mi rostro, rasguñandolas sin causar un daño serio.
Joder... necesitaba esto.
Todo el dolor y la culpa en el interior de mi alma se desvaneció.
Como si el espíritu ancestral encargado de este pueblo maldito, me diera su bendición y absolviera todo el sentimiento de culpa.
Me sentí redimido otra vez, como si me hubiera curado de una mugrienta enfermedad.

Mire al cielo y recordé con regocijo que ya no había un dios al cual culpar por lo que soy. Así es, Dios ya no existe.
La razón es bastante simple... fue culpa mía.

Extiendo las manos, parado en medio de una avenida vacía, dejando que mi mente embriagada por la locura abriera sus puertas a aquellas voces que traía el viento.

—¡Eres un traidor!

Susurra una de las voces.

—Seguiste al pie de la letra todas mis instrucciones hijo mio, y por eso déjame que te premie con la condena del exilio —. Sonrió al oír aquellos recuerdos de cuando yo no era nadie, ni valía algo.

—¡En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo. Acabare con el abominable mal que trajiste a nuestros reinos!

<<Uh, mi pequeño Arcángel... ¿acaso no fuiste tu el que me tacho como la encarnación del mal?>>

Discuto con los recuerdos que llegan a mi mente, mientras mi cuerpo se regocija con la niebla que se esparció en toda la ciudad.

—¡Mírate!... no eres mas que un débil monstruo al que papá se molesto en entrenar para una estúpida profecía.

<<Profecía que acabo con la existencia de tu puto padre...>>

—Recuerda muchacho, aunque no pertenezcas a la oscuridad...


<<Esta siempre te va acechar>>


—Domina el miedo...


<<Y dominarás la inmortalidad>>


—Si te enamoras...


<<Y veras como tu imperio caerá>>


Repito las sabias enseñanzas del maestro que hacia tiempo veía como a un padre, el padre que nunca tuve.

—Un soldado virgen, es mas peligroso que una granada sin seguro.—Una chispa de melancolía conmovió mi corazón al oírla. Era la voz de esa mujer con la que siempre me ponía en peligro.


<<Hay... capitán Nattasha, extraño verla en minifalda jajaja lucia taaaan... sexy>>
Suspire al mencionarla y empece a caminar mientras seguía recordando, bajo la densa niebla que cegaba mis alrededores.

—Ser humano significa sentir amor y compasión, sin embargo eso te vuelve débil y vulnerable ante una derrota.


<<Fuiste muy humana al perdonar mi vida... Yova Luna>>

—Me abandonaste...


<<No... yo no lo hice>>


—Dijiste que nadie mas que yo te importa y mentiste.


<<No mentí al decirlo>>


—Acabaste conmigo, cuando mas te necesite.


<<No podía hacer nada, estaba bajo su influencia>>


—Es muy tarde para los lamentos, ÉL sera tu karma, ÉL sera tu perdición, ÉL viene... ¡¡¡POR TI!!—.  lo vi a el...
La bestia mas aterradora que abunda en mis peores pesadillas...
Sus rugidos hicieron estremecer mi cuerpo mientras se repetían una y otra vez en mi mente, imágenes de nuestra batalla invadieron mis recuerdos.
ÉL rugía con fuerza, no puedo mencionar su nombre, por que hacerlo significaría la invocación a la perdición, no solo de mi persona, sino cualquiera que se atreviese a mencionarlo estaría  condenado a pasar una vida llena de dolor y sufrimiento.
Oh esa es la leyenda que existe entre los dioses.

Cuando por fin la locura abandono mi mente, deje de oír sus rugidos e intente ponerme de pie, puesto que me encontraba arrodillado en el suelo, con las manos en la cabeza, tratando de quitarme su recuerdo.

Me sigue costando creer que lo derrote, fue una derrota a medias pero lo logre, solo espero... no volverlo a enfrentar aunque eso es prácticamente imposible, amenos que... me convierta en EL.
Quizá lo haga aunque lo odio y solo lo tendré como ultimo recurso.

Una vez de pie, seguí mi camino, esta vez con la mente en blanco.
Tanto pensar y recordar me habían hecho  olvidar el propósito por el cual vine a este basurero.

Lujuria, violencia desenfrenada, alianzas poderosas y mas de esa mierda, ya que prácticamente la vida no tiene sentido sin un propósito y ser un maldito asesino a sueldo es lo que siempre quise ser.
Muchos me dirán...
—Joder, con ese poder tendría el mundo a mis pies —. Ja, no chaval, tengo una razón por cual no tomo el lugar de dios, y es por...

—¡¡¡Solo sáquenla de aquí malditos estúpidos, el jefe se canso de ella!!!

Comencé a fruncir el ceño mientras volteaba a ver aquellos bastardos que interrumpieron mis pensamientos, pero lo único que encontré en su lugar, fue un bulto blanco.



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En el texto hay: mitologia, romace, acion

Editado: 15.12.2021

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