¿Como se puede amar a un dios?
Con cada respiro detecto múltiples aromas impregnados en su elegante armadura, una ola insaciable de celos empezó a crecer en mi interior al adivinar que es de otras mujeres, que digo mujeres... ¡zorras! Eso es lo que son.
<<Relájate Cryss, no es momento para eso>>
Trate de calmarme al entrar a la cabaña junto a Zeta y Emily, mientras que Tobie la nueva mascota y Trixi mi leal súbdita, se quedaban afuera a hacer guardia.
—Ve a echarle un vistazo al horno y si su reloj marca la hora, lo apagas ¿si? —Ordene en voz baja cerca del rostro de Emily y esta asintió mientras se dirigía hacia la cocina.
Voltee a ver al maravilloso guerrero que se roba mis suspiros, y casi se me quiebra el corazón al notar que tenia la mirada perdida mientras subía los escalones.
Respondiendo a mi pregunta, el amarlos llega a ser muy fácil, por que por mas que le busques y conozcas sus defectos te seguirá pareciendo un hombre perfecto.
<<Solo necesita una gota de amor, apuesto a que después de eso se sentirá mucho mejor>>
Decidí seguirlo hasta su habitación, para ahorrarle la molestia de quitarse esa armadura y bañarlo, claro, si el me lo permitía.
Cuando entramos a su habitación se quito aquella capa que cubría sus hombros, la tiro al piso y antes de que siguiera lo detuve.
—Déjame hacerlo por ti cariño. —Dije con dulzura y el contesto en un suspiro...
—Gracias, eres un amor.
Empece a desmantelar su armadura con ayuda de mi magia, inicie con los brazos, luego el torso y por ultimo las piernas.
Guarde las piezas metálicas en un baúl que tenia cerca, al darme media vuelta lo vi dirigiéndose hacia la ducha con una toalla colgada en su cuello.
No vi algún indicio que me invitara a seguirlo, así que me resigne a esperarlo acostada en la cama.
Al mirar el techo, me puse a pensar en lo que pasaría si volviera a romper aquella barrera que me separa de ser su esposa, aquella barrera con el maldito nombre de "amigos".
—El placer seria ilimitado para nuestros cuerpos... tus espadas romperían mis cadenas... mi amor curaría tu corazón —. Solté un suspiro que aplastó mis pulmones, cerré los ojos y me vi junto a el en medio de un altar.
—No sabia que hablabas dormida —, Oí su voz y sentí un ligero cosquilleo en los hombros.
—Lo suelo hacer cuando deseo algo con todo mi ser —, respondí, abriendo mis ojos poco a poco.
La poca iluminación me hacían verlo como la definición exacta de un señor oscuro; en el que deseaba sumergirme hasta perderme. Me deslice hasta bajar de la cama, rumbo hacia la puerta.
—Espero que algún día los cumplas —, Dijo mientras me seguía con la mirada.
—Lo cumpliré cuando encuentre al hombre indicado —puse el cerrojo en la puerta y volví a caminar hacia el.
—¿Aun no hay alguien que sea digno de ti?
—Hay uno, pero me tiene loca... —Volví a soltar ese suspiro en el que se fue nuestros recuerdos. Apague mi cuerpo a su espalda y abrace su abdomen— Sus deseos y metas son diferentes a los míos, mi temor no es amarlo, sino que al momento soltar mis cadenas vaya a parar a una jaula donde solo me vean como su trofeo.
Por un momento, me sentí como una imbécil al contarle mi mayor miedo, pero ese sentimiento se convirtió en confusión al oír su respuesta.
—Perdonar siempre es difícil querida, quizás el principesco que eligió tu familia haya madurado tras perderte, los dragones suelen ser muy sentimentales con cosas del amor y apuesto a que si le das una segunda oportunidad, hará las cosas bien.
—Creo... que estas muy cansado —, Desvíe el tema intentado sonar tranquila.
No podía creer que lo mal interpretara todo.
El tipo del cual Zeta hablaba era un ex prometido que arruino mi vida.
Ah quien yo en realidad deseaba a mi lado era a Zeta, llamarlo amigo y verlo de vez en cuando me dolía cada vez mas.
—¿Dije algo malo? —Pregunto después de cagarla, algo típico en los hombres.
—No, solo... no vuelvas a tocar ese tema ¿vale? —Compartí mi esencia demoníaca con el y sonreí complacida al oírlo gemir.
<<A pesar de que aveces seas un idiota, siempre vas a ser el idiota que ame con todo mi ser>>
—Joder... —Maldijo.
—Te gusta ¿verdad? —No pude controlar mas mis manos y estas empezaron a manosear sus abdominales y su hombría por encima de su pantalón.
—Si ¿que pasa? estas muy traviesa el día de hoy nena. —Dijo mientras se daba media vuelta.
—Así es como te gustan las chicas, dulces, atrevidas, con esa esencia demoníaca que te vuelve un perrito salvaje —, soltó una carcajada mientras su mano rodeo mi cintura y apego nuestros cuerpos.
Creí que por un momento se echaría para atrás con la escusa de que estaba cansado, pero cuando sus labios se estrellaron con los míos, toda duda fue eliminada.
—¿Estas segura de continuar? — Pregunto en voz baja, con su frente apegada a la mía.
—¡Si! — Gruñí impaciente.
—Entonces... voy a volver a llevarte al octavo infierno solo que esta vez... —Llevo sus manos hacia mi trasero y los apretó con fuerza— No podre detenerme.
Su advertencia hizo que los latidos de mi corazón se intensificaran por el peligro en el que estaba, la humedad recorría mi piel y mis deseos de morir en sus brazos se incrementaron mucho mas.
<<Por fin, cariño... por fin voy a gozar de tu lujuria>>
—Esta vez no mi amor. — Susurre, viendo fijamente a esos ojos azules que brillan débilmente como un diamante. —Seré yo la que domine.— Declare al darme cuenta de que sus intenciones era hacerme su sumisa.
<<Hoy no>>
Empuje su pecho, acostando su cuerpo en la cama, tome sus manos y las aprisione en las barras del catre; sin parar de besar sus sexis labios.
Pare un momento para acomodarme bien en su cuerpo, tome el cuello de su camiseta y tire de ella con furia, desnudando su torso.
Editado: 15.12.2021