8
El brazo de piedra
Ya era de día y Jageth abrió lentamente los ojos esta vez no tuvo pesadillas ni recordaba algún sueño, reflexionó por un momento para luego levantarse y alistarse para irse al torneo, bajó a primer nivel de la posada y solicito a la casera un desayuno contundente que le pueda brindar las energías necesarias para continuar su dia, esperaba a que le atendiera Koraline como pretexto para ver a su amiga y conversar algo antes de partir, pero ella no apareció y no se atrevió a preguntarle a la casera, terminando sus alimentos y pagando el precio justo por la comida salió de la posada sin poder ver a Koraline para despedirse, pero no se desanimó y tal vez podría verla al terminar el día y tener una charla amena entre amigos.
Se fue hacia el lugar donde se llevaba el torneo y en el camino podía darse cuenta de que había mucha más afluencia que el día anterior sobre todo que ahora había muchas más jóvenes doncellas que recorrían la ciudad muy temprano en grupos de cinco hasta diez integrantes, que casualmente cuando se topaban con grupos ajenos, trataban de menospreciarse entre ellas para eliminar gradualmente la competencia. Jageth veía con humor como se hablaban entre ellas, ya que con sus palabras sofisticadas no proferían insultos sino insinuaciones y sarcasmos que a los oídos del muchacho se escuchaban cómicos, tal vez no entendía la verdadera intención, ya que en Licantria no se podía apreciar tales artimañas de menospreciar al semejante con palabras o actos para conseguir cumplir sus deseos egoístas. Jageth aprovechando la distracción de aquellos grupos que le trajo al recuerdo le hicieron sentir avergonzado anteriormente, prefirió escabullirse para evitar algún mal rato.
Cuando al fin llego a la plazuela donde se llevaba a cabo el torneo, el primer combate ya había comenzado cuando apenas las campanas del reloj tocaban las siete campanadas en plena mañana y escuchó entre susurros de los espectadores presentes que “muchos habían abandonado la competición misteriosamente”. Se aceró junto a la entrada de la cerca y vio una lista pegada en un lado, ahora ya no había filas y en aquella hoja solo se podían ver dieciséis nombres, en definitiva, solo quedaban ocho combates en esta fase y para disgusto de Jageth, él se encontraba ubicado en el último combate y pelearía con un tal Releo Puñal, Jageth no sabía quién era y el apellido le causaba una mezcla de comedia y desconfianza. Pero al sacar sus conclusiones, si pasó las anteriores fases, quería decir que era muy buen peleador.
Otra lista estaba pegada en la pared de la entrada de la plaza, se escuchaban los murmullos de la gente que apreciaba aquella lista.
______ Siento lastima por ese tal Jageth, quien sea que fuese, que pena______ decían los rumores______ Releo acabará con él de una manera brutal como lo hizo con sus anteriores contrincantes.
______ ¡Sus adversarios están en el sanatorio y aun no despiertan! ______ decía otro con temor.
______ Sí, los dejo muy mal heridos ______ opinó otro
______ Si Releo tendría que matar a su rival para ganar el torneo, lo haría sin bacilar.
______ Escuche que el motivo que muchos participantes desistieran fue justamente por Releo.
Los demás que también apreciaban la lista asintieron con la cabeza, la última opinión les puso más nerviosos de lo que ya estaban. Jageth que los escuchaba muy atento estaba algo preocupado llegando a pensar en que, si fuera necesario, tendría que usar todas sus fuerzas para controlar al tal Releo, pero retirarse para evitar el peligro no era algo que tendría que considerar por ninguna razón. Se alejó lentamente de aquel grupo de parlanchines, para admirar el combate que se llevaba a cabo en ese momento.
El muchacho con quien antes Jageth hizo amistad estaba en el cuadrilátero. Kein se encontraba combatiendo en esa ocasión y su oponente era un tal Jasón. Las reglas parecían eran las mismas que en las anteriores etapas del torneo. Por el aspecto que tenían indicaba que llevaban un buen tiempo peleando, ambos eran muy buenos, de pronto Kein arremetió contra su contrincante hasta que lo derribó y este hizo algo que solo Jageth pudo notar, al caer había cogido un poco de tierra con su mano, se levantó y continuo la pelea, aún con las varas, Jasón no soltaba la tierra de su puño, mientras peleaban hubo un momento en que su puño estaba muy cerca de su rostro y lanzó la tierra a la cara de Kein, que desde luego cayeron algunas partículas en sus ojos, el muchacho se quejó suavemente ya que no podía abrir los ojos, Jasón aprovechó la oportunidad que su sucia artimaña le provocó, soltó la vara y le golpeo con sus puños y rodillas, no dejaba que Kein se recuperase. A Kein le ardían los ojos, limitándose a defenderse de manera poco efectiva y no dejaba de sentir golpes sin saber de dónde venían.
Kein ya se encontraba débil por la paliza que aún recibía, pero su intención no era la de perder así y menos por una trampa. Jasón se cansó de golpearlo y se detuvo por un momento, se escuchaba lo agitada de su respiración, lo que indicaba su cansancio al no medirse en los esfuerzos consecutivos para derrotar a su adversario antes que se recupere. Kein estaba en el suelo, hizo un gran esfuerzo por levantarse, logrando ponerse de rodillas.
______ Ni siquiera pienses que ganarás usando trampas tan estúpidas ______ le dijo Kein aun con los ojos cerrados.
Jasón fue a recoger su vara, para luego acercarse cautelosamente a su oponente y con todas las fuerzas que le quedaban le pateó en la cara.
#8774 en Fantasía
#11150 en Otros
#1368 en Aventura
vampiros, licantropos hombres lobo maldicion, poderes sobrenaturales y batallas
Editado: 13.11.2022